Playa de Vilela (Mañón). La playa de Vilela es un trozo del paraíso. Está algo resguardada, es pequeña, la cierra un castro por su flanco sur… ¡Y sólo hay una edificación! Un antiguo almacén de sal del XVII o XVIII que fue casa de comidas con Carmen, muy amable ella, e Hipólito, grande él de aspecto serio y luego una magnífica persona. Carmen se prejubiló en la cincuentena y aquello cerró.
Mi relación con Vilela viene de muy lejos. Con dos amigos, muy a principios de los años 70 cogimos un tren hasta O Barqueiro, arrancamos a andar a Estaca de Bares, vimos el camino en el km 3, descendimos y nos encontramos con aquel trozo impoluto de Galicia. Allí plantamos la tienda de campaña (repetiríamos) y pasamos unos días inolvidables de juventud. Incluso perdimos el tren de vuelta y acabamos durmiendo en el duro suelo de la estación. Unos recuerdos imborrables.
Volví de vez en cuando. Hace un decenio fui varias veces a comer y Carmen e Hipólito me dejaron dormir en una casita de botes que tiene al lado, muy bien rehabilitada. Otro recuerdo maravilloso de aquella estancia. Publiqué algunas cosas sobre ellos (Hipólito me descubrió el milenario Camino a Santiago, que aún se conserva en parte y que no tiene nada que ver con las peregrinaciones), porque las vivencias y los recuerdos son míos y esos no se publican. Luego vinieron otros tiempos, y siempre pensando en volver. Cuando lo hice fue a correr. Hasta hoy. ahora ya no se puede bajar desde allí a la playa porque es privado ese terreno, y el acceso se hace por una pista asfaltada que parte de la zona alta de O Barqueiro.
E Hipólito ya no está. Ni estará. Y Carmen se ha ido. Y yo me he quedado solo aquí, entre la tristeza y la alegría por haber tenido la oportunidad de haberlo conocido y haber vivido aquellos días, mientras Coro deja caer alguna lágrima en el paraíso.