Red Natura del río Tambre. Pedro Tasende, ex compañero en tareas informativas, tiene ahora una empresa que no sé si le va bien o mal, pero que trabaja con seriedad, seguro. El que me invitara él me dio garantías de que mi viaje a Ponteceso, hace unos días, a conocer el proyecto Os Camiños do mar no era tiempo perdido. Y no lo fue. El resultado lo publico hoy, cuatro páginas completas en el periódico.
Conozco Ponteceso desde niño. Pero tengo que reconocer que me quedan muchos rincones de la Costa da Morte por explorar, y parte de las riberas de este municipio eran para mí ignotas. La ruta PR-G 148 es un acierto, y en algunos lugares no tiene nada que envidiar a la sin duda -en mi opinión- mejor del mundo en lo que se refiere a itinerarios costeros: el Pembrokeshire National Coast Path. La recuperación de la mina de titanio-volframio, en Balarés, es un gran acierto por parte de la Diputación de A Coruña, y el instalar allí un restaurante, de sobresaliente. Hacerla me permitió incluir, ya sin duda, la barra arenosa que separa la ría de Laxe y Corme de las aguas dulces del Anllóns entre los cien lugares que todo gallego debe conocer.
Corme decepciona. Ya nunca fue una maravilla, pero la destrucción de los años 80 y 90 en forma de edificios nuevos irrespetuosos con cualquier cosa que pueda entenderse como línea estética la convierten en una localidad de paso. ¿De paso a dónde? A Punta Roncudo, sin duda alguna, que se ha labrado una merecida fama de gran percebe. Eso sí, a costa de vidas humanas. Los arenales de Barda y Niñóns, pequeños y recogidos, estaban solitarios, claro está, y eso los engrandecía. Una maravilla.
Lo dicho: he escrito las cuatro páginas de hoy disfrutando. Lo cual, con la que está cayendo, pues es una gozada, para qué les voy a mentir.