Santiago de Compostela. ¡Quién lo diría! Ayer una tormenta de mil diablos, conduciendo con una prudencia extrema, y hoy un sol maravilloso, un par de solitarias y mínimas nubes allá arriba y a pasear… los que tengan tiempo para ello. Pero lo hagan hoy o dentro de unos meses, quiero animar a que compren la revista de Pazos de Galicia, que por un euro entrega hoy este periódico. «Claro -dirá más de uno-, hace publicidad de su empresa». No es esa mi intención, si la revista la vendiese Perico de los Palotes diría exactamente lo mismo. Y por dos razones. Una, porque es buena. Así, sin más. En un país como Galicia que no tiene ni una revista de viajes, turismo, costumbres y medio ambiente esta semestral es un alivio.
Y la segunda razón es que yo apoyo a Pazos de Galicia. No porque tenga intereses ahí, que no los tengo, ni porque me lleve bien con su presidente, Javier Goyanes, que sí me llevo bien, sino porque Galicia tiene que tener -así, en doble imperativo- una marca de calidad. Y ya que cuenta con ella, no hagamos la de siempre y la dejemos caer. Con unos precios en ocasiones muy bajos y ridículos si se compara con Welsh Rarebits o Chateaux et Hotels Collection, por ejemplo, ahí están esas dos docenas de establecimientos dando la cara.
Y lo demás es la Galicia llorona de la cual yo abomino. Aquí hace falta remangarse y currar, publicar periódicos, publicar revistas y, como dijo el ya ex presidente Zapaterio, ser optimistas. Porque con el pesimismo no vamos a ningún lado.