Santiago de Compostela. Tocó (muy grata) comida de trabajo que al final no fue de trabajo sino de reencuentro con dos buenos amigos tras el paréntesis de julio. F. eligió O Acio, aquí en Santiago, porque no lo conocía, un local acogedor con la zona que es comedor -pequeña- un poco abierta de más. Sólo siete mesas ahí, más cuatro o cinco en la zona de la barra.
Este es un buen momento para comer en la calle Galeras, en Santiago, porque, además de que se dan cita en unos pocos metros El Quijote (caro), el Mercadito (caro), Pedro Roca y O Acio, es zona a la que no acuden los turistas, encerrados en la ciudad vieja. Así que se está tranquilo y le atienden a uno muy bien.
Eso fue lo que sucedió. Con un excelente vino de San Vicente de la Sonsierra (una localidad riojana del partido judicial de Haro que al fin ha aprendido a comercializar sus caldos después de siglos encerrada en sí misma) desaparecieron las sardinas sobre tosta, el carpaccio de aguacate con helado, el secreto ibérico con tres tipos de mostaza, la caldeirada de cabracho y el sargo con vegetales varios. Más los postres claro. No tienen café de pota.
A 40 euros per capita, vino incluido. No es caro para lo que comimos.