A Illa de Arousa. El día comenzó con un fuerte viento del norte y acabó igual. Una incomodidad para ir a la mayoría de las playas. Y eso que la temperatura está siendo idónea. Así que tocó pasear y explorar, sobre todo el núcleo urbano. Hay algún edificio, muy pocos, cuidado con cariño, con flores… Hacia la derecha, donde está la popularmente llamada villapsoe, hay bloques de apartamentos, y de escasa altura, que ponen una grata nota moderna. Pero los mejores son los públicos: el mercado, triste por dentro y con una frutera muy amable; la biblioteca, el Ayuntamiento, la oficina de turismo, la lonja nueva… Las antiguas fábricas de conservas son meros esqueletos abandonados. La playa de Riasón, en el núcleo urbano, no merece la pena, excepto que se quieran fotografiar dornas, y, además, le están haciendo literalmente pegada y en paralelo una carretera que será la principal de la isla (locuras veredes). En fin, que el encanto escasea cuando se patea esa parte norte. Y máxime si en el puerto se mira al mar con la marea baja: toda la ribera está llena de desperdicios.
É uma pena esta sujidade. Conheço bem a ilha, nomeadamente as suas belas praias.