San Clodio (Leiro). ¡Qué diferencia! Uno llega a la pequeña localidad ourensana de San Clodio, se mete en la pista descendente dejando la vanguardista casa Dona Branca (de turismo rural) a la izquierda, planta sus reales en la bodega de Viña Meín y lo reciben con esa franqueza y cordialidad auténticas y autóctonas. Ahí está Ricardo, a quien hacía casi un año que no veía. Su trabajo como responsable de la bodega se lo toma a pecho y aquello está impecable. No es el dueño -la propietaria es una sociedad encabezada por Javier Alén-, pero vela por la cosecha como si le fuera la vida en ello.
No soy yo gran experto en vinos, pero los críticos dicen que el Viña Meín es, simplemente, excelente. Yo prefiero el de barrica, pero para gustos se pintan colores. Pero lo más interesante no es nada de eso, sino el glamour que emana de ese pazo reconvertido, con un uso real, con habitaciones para turismo (cualquiera puede ir allí a dormir y relajarse en uno de los salones más impresionantes de Galicia)… Una bodega que puede competir estéticamente con cientos de las francesas, y que da otros cientos, pero de vueltas, a una buena tropa de las gallegas que no entienden que su imagen (y sus precios) son su mejor promoción. Y la de este país, por cierto.