Red Natura del río Tambre. Yerra quien piensa que política y turismo no tienen nada que ver. Las decisiones de los responsables políticos configuran el escenario donde se desenvuelve todo, y, desde luego, el turismo. Por eso una decisión equivocada puede traer funestas consecuencias.
El turismo urbano comienza a coger fuerza en Galicia. Lo decía Rubén Lois, director xeral de Turismo, en el reportaje que publiqué el domingo pasado, en referencia a la velocidad de crucero a que están llegando Ourense y Lugo. De Santiago no procede hablar, claro. Vigo, Ferrol y Pontevedra tienen sus propias características, y A Coruña se halla a la vanguardia no de Galicia, sino de España, en originalidad de la oferta para todos los públicos y con una evidente componente desestacionalizadora.
Todo eso puede venirse abajo en la ciudad herculina por una decisión política que hace temblar los cimientos del principal valor de futuro (siempre hablando del mundo del turismo, que a eso se dedica este blog). Porque los tres Museos Científicos (Casa de las Ciencias, Domus o Casa del Hombre, y Acuario o Casa de los Peces) constituyen el pulmón y el corazón de una iniciativa que se apoya en dos pilares: una oferta de calidad nueva y creativa, y un equipo técnico joven y muy capacitado aglutinado en torno a esa idea.
La cabeza de ese equipo técnico, Moncho Núñez, desempeña ahora otras responsabilidades, y, en vez de aprovechar las sinergias y la enorme experiencia de los que están detrás de él, el poder político (léase el BNG con pasividad a lo que se ve total e irresponsable del alcalde socialista) se les impone un nuevo jefe, Xosé Antonio Fraga. Incluso hasta ahí se podría llegar, pero cuando 29 científicos de primera línea de toda España firman un manifiesto diciendo que con esa persona a la cabeza el proyecto se tambalea, cuando la Asociación de Amigos de la Casa de las Ciencias pide una cita urgente (y no concedida por ahora) al alcalde para mostrarle su profundo desacuerdo, cuando todo el equipo técnico cierra filas como una piña ante el nombramiento de una persona que entienden no apta (según el diccionario de la RAE en su primera acepción, inepta, sea dicho sin ningún ánimo de ofender), cuando un informe jurídico encargado a Madrid cuestiona las formas y sobre todo el fondo de ese nombramiento… es que A Coruña se ha vuelto loca o quiere tirar por la borda lo que tanto trabajo costó conseguir. Y, por supuesto, la concejala responsable del desaguisado dice que cumple con su obligación, faltaría más.
Y todo eso, cuestiones aparte en las que no entro (ignoro si ese señor es gran científico o un bluf, por ejemplo, como aseguran quienes dicen que sus docenas de artículos de científicos no tienen nada), es una puñalada al turismo local. Tendremos que volver a la gaita y a la pandereta. O sea, volver al pasado. ¡Qué país!
Discrepo. Siendo como es injustificable el empeño gubernamental de nombrar director de los atractivos y didácticos museos coruñeses mediante una «designación política a dedo» –sin concurso–, A Coruña tiene problemas mucho más graves que ese.
En mi opinión, ni siquiera en el ámbito del turismo es el problema más grave o el asunto de más enjundia.
E insisto en que con esto no pretendo justificar un nombramiento que a todas luces carece de rigor y sin entrar –ni mucho menos– en juicios de valor sobre el «agraciado» por el «dedazo», cuyo prestigio profesional probablemente resulte perjudicado por este procedimiento.
Problema graves-graves para satisfacer al turista son la imposibilidad casi permanente de aparcar, la escasa oferta de restaurantes de prestigio –en comparación con localidades menores–, la penosa señalización horizontal (tanto para automovilistas como para peatones), el abandono de gran parte de la ciudad vieja, las pestilencias procedentes del «oeste» (años y años y todavía no se sabe quién… o sí se sabe, pero como si nada), un puerto inaccesible y ajeno al público, asfaltados pensosos en demasiadas vías, vertidos sin depurar en la ría, etc. etc. etc.
No, la dirección de los museos es asunto preoucpante, pero no es, ni mucho menos, la madre de los inconvenientes que acusan los coruñeses que viven del turismo.
Estou totalmente en contra do nomeamento a dedo dun personaxe inepto, pero a expresión «voltar ás gaitas e pandeiretas» coido que sobraba. Eu toco a gaita e a pandeireta e considero que son uns instrumentos moi vivos e parte da cultura actual do noso país, non parte do pasado, nin algo atrasado.
Un saúdo e felicidades polo seu blog.
Pois despois de ler o comentario de Roberto Lopez quedei pensativo, porque, en efecto, ten no fondo toda a razon: tocar a gaita e a pandeireta e algo culturalmente ben arraigado neste pais, e a pesares diso hai unha frase de certo contido menospreciativo que empreguei, sen moita fortuna, no meu post. Mea culpa…