Red Natura del Río Tambre. Unos cuantos amigos, que uno también los tiene a pesar de ser periodista, me mandan correos y hasta se gastan el dinero en el teléfono para preguntarme qué hay que hacer entonces si Galicia es cara, no resiste la competencia y Túnez o Dinamarca ofrecen más por menos. «¿Y tú qué harías, so listo? ¿Bajar los precios?».
No, nunca. Ni de broma. Eso se lo dejamos para las compañías aéreas, que van a acabar por hundirse entre sí con tanto recortar las tarifas. Pero en este país, que no acaba de definirse ni por los parques eólicos ni por el turismo ni por nada, el propietario de un establecimiento del sector sólo tiene dos salidas, y no alternativas sino complementarias: la primera, aumentar la calidad; la segunda, organizarse.
Debo decir que nuestra legislación autonómica es exigente. Nuestra red de casas de turismo rural es magnífica (con todas las excepciones que usted quiera, pero váyase por España adelante, o por Francia adelante). Y, a pesar de ello, siempre hace falta más calidad, sobre todo donde más fallamos: en el trato, en el servicio.
¡Ah! Y la organización. Porque se ha acabado el tiempo de tirar por libre, y quienes no lo entiendan irán cerrando sus negocios. Hace unos días facilitaba dos direcciones de asociaciones de propietarios que alquilan sus casas, Feriepartner y Dansommer. Si quieren alguna más, está bien mirar Wales in Style o Home from Home. O tantas y tantas otras. No son más que eso: dueños de establecimientos que en vez de ir por libre se han agrupado, como la prestigiosa Wales Rarebits. Se ahorran costes (¡y mucho!) y se genera producto. ¿Bajar los precios? ¿Bromea o qué?