La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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El zoo humano del verano es casi el mismo que el de las pelis del Oeste: el mundo se divide en rostros pálidos y pieles rojas. Por lo menos ahora, en estos tiempos sosainas, indios y vaqueros no se lían a tiros, ni se arrancan las cabelleras a las primeras de cambio. A estos especímenes se añade la denominada mojama o uva pasa, que es esa señora que se quedó dormida tres horas en la lámpara del solario —o en la toalla, a la hora del melanoma— y acabó como absorbida, deshidratada, hecha una cecina y lista para envasar. También hay seres mutantes, y no me refiero a los diputados, sino a esos guiris que pasan en cuestión de segundos de rostro pálido a piel roja. Son esos entusiastas nórdicos que miran muy sorprendidos la taquilla de la plaza de toros, porque no entienden que el tendido de sombra sea más caro que el de sol (por el que apoquinan sus buenos euros sin pestañear). Van por ahí, colorados como centollas recién hervidas, hasta que en un semáforo cualquiera los recoge una ambulancia del 061 rumbo a la unidad de quemados, sección churrasco de guiris.