La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
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Cada octubre, como una letanía, suena su nombre en las quinielas y corrillos previos al Nobel de Literatura. Y cada octubre, la metódica Academia sueca factura el galardón y su equivalente en coronas a otras latitudes. El escritor norteamericano vivo más influyente, el prosista que mejor ha retratado el último medio siglo de ese convulso magma de gentes y culturas conocido como Estados Unidos se llama Philip Roth y esta semana ha añadido otra muesca a su colección de garlardones: el Príncipe de Asturias de las Letras. Repasamos, a través de sus palabras, algunas de las claves de su formidable obra.

LA INFANCIA EN NEWARK
La patria callejera
Roth bebe, entre otras fuentes, del irreverente Henry Miller. Como el autor de los Trópicos, podría suscribir el lema de «Mi patria es mi calle». Su nacionalismo es, más que de barrio, de calle, de acera, de esquina. La obra de Philip Roth nunca deja de mirar la patria callejera de su infancia. Nació y se crió en Weequahic, entonces un barrio judío de Newark, en Nueva Jersey. Manhattan, en la otra orilla del Hudson, estaba a años luz de su vida. Así lo confesaba a un periodista de The New York Times en 1991: «Cuando yo era niño, más allá de Newark estaba el río Hudson [el límite entre Nueva York y Nueva Jersey], que en aquellos tiempos no era tan fácil de cruzar. Para nosotros Nueva York estaba tan lejos de Newark como Europa de Nueva York. Por eso, cuando ahora alguien me dice: “Usted es de Nueva York”, yo lo replico: “No, de Newark”, y siempre me contestan: “Bueno, es lo mismo”, y yo apostillo: “No, entonces no era lo mismo”».

LA CELEBRIDAD
El salto de Portnoy
Saltó Roth en 1969 al estrellato de la literatura mundial con su celebradísima novela El mal de Portnoy (Portnoy’s complaint, traducida también como El lamento de Portnoy). Las obsesiones y proezas sexuales del protagonista, plasmadas en forma de peculiares confesiones, convirtieron de un plumazo al autor en una estrella mediática. «La obscenidad no es solo una especie de lenguaje que se utiliza en El mal de Portnoy, sino que casi es el mismo asunto del libro», explicaba unos años después el creador del imborrable Alexander Portnoy.

SUS OBSESIONES
Sexo y familia
La sexualidad en sus más variadas formas, combinaciones y estilos es uno de los temas cruciales de la literatura de Roth. Con Portnoy descubrió sus cartas, que ha seguido barajando página tras página. La familia y sus conflictos, la identidad judía, el matrimonio, la relación entre literatura y vida, la muerte y la enfermedad son otras de las pequeñas obsesiones que recorren su literatura. Pero sin duda su gran monotema, la materia que atraviesa toda su prosa, es su país. «Soy un escritor norteamericano en aspectos que no hacen de un lampista un lampista norteamericano ni de un minero un minero norteamericano ni de un cardiólogo un cardiólogo norteamericano. Más bien lo que el corazón es para el  cardiólogo, el carbón para el minero, el fregadero de la cocina para el lampista, Norteamérica lo es para mí», apuntaba en los años ochenta.

INFLUENCIAS
Tras Kafka
«Yo diría que mi mayor influencia fue un cómico sin micrófono llamado Franz Kafka y un número muy divertido que hace titulado La metamorfosis». Así despachó Roth al inquieto periodista que le interrogó por la influencia de los cómicos nocturnos en su narrativa.

EL PESO AUTOBIOGRÁFICO
Sus álter ego
En 1981, en una entrevista con Alain Finkielkraut para la revista Le Nouvel Observateur, Philip Roth despejaba de un guantazo (verbal) la impertinente y recurrente pregunta que siempre asoma en estas conversaciones: ¿Cuánto hay de autobiográfico en los personajes de sus narraciones? «¿Soy Lonoff? ¿Soy Zuckerman? ¿Soy Portnoy? Supongo que podría serlo. Puedo serlo todavía. Pero de momento no soy nada tan nítidamente delineado como un personaje de un libro. Sigo siendo el amorfo Roth», zanjó. Pero el mismo escritor hace decir a Zuckerman en La contravida: «Tú, además, no eres solamente un personaje, no eres ningún personaje, sino el tejido de mi vida».