La Voz de Galicia
Navegar es necesario, vivir no es necesario (Pompeyo)
Seleccionar página

Vuelven, como cada febrero, las nubes heladas de estorninos, Arco y el habitual chaparrón de topicazos y chascarrillos facilones sobre el arte contemporáneo. Volverán los mismos de siempre a escandalizarse porque un tipo ha metido a Franco en una máquina de refrescos. Volverán a citar a Marcel Duchamp y su emblemático urinario, a censurar el dadaísmo, el surrealismo y todos los ismos que se pongan por delante. Claro que hace solo un par de telediarios se fue Tàpies a su cielo de alambre y arena y algunos todavía no habían asumido que ya era un clásico de enciclopedia.

Olvidan una obviedad: todo autor fue contemporáneo en su tiempo. También Velázquez, la arquitectura gótica, Picasso y los impresionistas fueron menospreciados, cuestionados y zarandeados en su época por su absoluta modernidad, que es precisamente la esencia que encierra su gran verdad. El arte genuino o avanza o se esfuma. Es indagación, provocación, pura emoción.

Seguro que en Arco, como en cualquier feria que se precie, hay más de un tahúr del Misisipi que nos quiere timar. Pero hace mucho tiempo ya que el arte perdió el monopolio de la estafa. En ese terreno las vanguardias están en manos de Lehman Brothers y sus primos.

Foto: Always Forever, obra de Eugenio Merino. Fotografía de Juan Medina/Reuters