La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Santiago de Compostela. He estado ayer y hoy en Fairway, una feria muy comercial con el Camino de Santiago como objeto de negocio. Anticipo que no tengo nada que objetar a ello, el Camino siempre fue un bien económico en sí mismo, ya desde finales del siglo IX. Otra cosa son los que creen que sólo (y recalco lo de sólo) es un negocio. es mucho más, pero estamos en la época de la ceguera y del intento alevoso de matar la gallina de los huevos de oro: les recuerdo que el presidente de los albergues privados gallegos, propietario de viajes Viloria (de Santiago), no tuvo empacho en mostrar la desvergüenza de pedir que se cerrasen los albergues públicos -los que dan sentido al peregrinaje y que son iconos del modelo copiado en todo el mundo- …¡por competencia desleal!

Fairway me impresión a la llegada y me gustó en todo momento. Por cierto que al llegar me encontré con el fotógrafo y compañero Xoán Soler, que estaba trabajando y me que comunicó que Nacho Mirás se encontraba en estado terminal. Por supuesto que en el congreso, donde ayer moderé una mesa redonda, hubo de todo, como siempre pasa: ponencias mejores, ponencias regularcillas. La puesta en escena, muy norteamericana, y como soy mayor me hubiera encontrado más a gusto tras una mesa convencional que bajo aquellos focos, pero habrá que irse acostumbrándose. Mi mesa redonda trataba de seguridad en el Camino, y a ella asistió Lena Waterfel, la peregrina que hace un año se desvió del itinerario jacobeo, que hizo un relato emotivo cerrado por una ovación y una aclaración, mía, que esos «setos con espinas» en este país les llamamos toxos. El workshop, muy dinámico y se llenó antes de que se inaugurase la feria, que los organizadores prefieren llamar foto. Y eso que la cuota de inscripción era de 150 euros.

Sólo un pero. Fuimos invitados a comer allí mismo. Los ponentes eran casi todos de fuera, Noruega e Italia incluidos. Los excelentes vinos gallegos brillaron por su ausencia: botellas sin etiqueta alguna o Ribeiro embotellado para la parrillada… y sin contraetiqueta del consejo regular. Mala imagen. Y conste que yo en esas situaciones no bebo vino, no vaya a ser que se me escape la lengua…

Resumen: hago mías la palabras del jefe de la policía local de Astorga, Juan Carlos Rodríguez, un hombre implicado en el Camino: «Hay que repetirlo».