La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Red Natura del río Tambre. En su día no quise decir nada porque perjudicaba claramente la nómina de un amigo. Ya han pasado meses y mi amigo está en otra empresa. El mismo que me facilitó el paso al castillo de Pambre (Palas de Rei) mientras se llevaban a cabo los primeros trabajos de limpieza y consolidación mínima y urgente. Entonces un capaz, un mostrenco de dos patas, una acémila intelectual, uno de esos ciudadanos (¡qué se le va a hacer!) que sobran en Galicia, que retrasan cualquier desarrollo moderno en cualquier sociedad, un analfabeto que se creía el rey del mambo suspendió la Constitución entre aquellas paredes y yo -y mis lectores, que alguno tendré- fuimos los perjudicados. Como por supuesto no quería perjudicar a mi amigo, metí el rabo entre las piernas y enfilé la salida. Ya me lo compensó como hacen los amigos, poniendo cara triste, orejas gachas y pagando una cerveza en la siguiente ocasión que nos vimos.

Porque Pambre es no sólo un misterio sino también una vergüenza para la Xunta. Que no haya tomado esta ninguna iniciativa para decir y explicar qué pasa, si hay dinero o no (cosas más urgentes tenemos en la mesa, reconozcámoslo) para seguir con la rehabilitación, cuáles son sus planes… todo ello clama al cielo, porque resulta que el castillo es ahora propiedad colectiva, de todos, y es la Xunta la que tiene que acometer el futuro.

En fin, quede constancia de cómo estaba el techo y el suelo de la capilla, que había alojado durante años a un buey. Lamento no saber el nombre ni tener ninguna imagen del cabestro en cuestión para que se le cayera la cara de vergüenza. Aunque me temo que ese tipo de gente -que no personas- ignoran lo que es la vergüenza.

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