La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Santiago de Compostela. Un agobio. Después del viaje a Dinamarca -que no fue de ocio, sino de trabajo- me he encontrado con la dura realidad: cerrar mi libro de espacios naturales que daremos en julio. 13.000 vendió hace dos años el de rutas de senderismo, algo menos el de playas en el 2014, y a ver cómo funciona esto. Eso fue la cara. La cruz es que sólo pude estar un par de horas en el Primer Encuentro Mundial de Asociaciones de Amigos del Camino, una iniciativa por la que Manolo Rodríguez -hombre humilde donde los haya y que jamás se ha colgado ni una sola de las muchas medallas que se merece- luchó durante años, con Paco Singul poniendo una nota intelectual de altura y la cordura necesaria en temas organizativos, sabiendo ver, como ve, la proyección de las cosas más allá del momento inmediato del presente. En el actual gerente, Rafael Sánchez Bargiela, encontró receptividad, y puedo asegurar que la reunión fue un éxito. Hacía falta unir a los auténticos propagandistas de Galicia, sus valedores de Corea del Sur a Canadá pasando por Sudáfrica. Y se hizo. Impecable trabajo.

Pero por encima de las reuniones (¿dónde estaban los hosteleros compostelanos, acostumbrados a vivir -y no quiero decir chupar proque suena ofensivo- del Camino de Santiago y de los peregrinos) y sus conclusiones, me gustó mucho la exposición sobre la labor de las asociaciones, incluyendo sus publicaciones, una muestra (a la que corresponde la foto) de que con poco dinero se puede hacer mucho si hay voluntad. Y a los Amigos del Camino no les falta esta aunque no tengan aquel.