La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
Seleccionar página

Red Natura del río Tambre. Cada vez más, la demagogia me pone de los nervios. Y eso de que «cuando lo hago yo está bien, cuando lo haces tú está mal» me parece una muestra de la doble moral tan hispana. Oiga, si lo hacen bien (o al menos así yo lo creo), aplaudo, sean los de mi partido (o sea, a quienes voto, que carné no tengo ni debo tener), los del contrario o los del opuesto del de enfrente. Pero me revuelven las tripas los que creen que porque lo haga el PP, el PSOE, el BNG, Podemos, Ciudadanos o la hembra que nos trajo al mundo está bien/está mal.

Cuando la dictadura daba sus últimos estertores, los entonces jóvenes pensábamos que los franquistas eran la encarnación del mal, y mire usted por dónde había algunos que jugaban bien al fútbol, o amaban a sus hijos, o sabían pintar al óleo. Lo cual no quita que, tantos años después, yo esté orgulloso de haber colaborado -como tantos miles más- a dejar atrás aquel régimen deleznable y traer la democracia a este país, incluso para que unos demagogos puedan decir las tonterías que les plazca.

Como el Bloque Nacionalista Galego, que oliendo sangre se ha lanzado sobre la subvención de la Xunta al vídeo protagonizado por un pésimo cantante como es Enrique Iglesias. Vaya por delante que tengo ciertas dudas de la rentabilidad de esa inversión, y así tuve oportunidad de decírselo a la directora de la Axencia de Turismo de Galicia, Nava Castro, y ella tuvo la amabilidad de explicarme sus razones, sólidas aunque no las comparto por completo. Creo que falló, sobre todo, la comunicación, y así mismo se lo dejé claro.

Pero de ahí a decir, como hoy el BNG a través de su diputada Ana Pontón, que la Xunta aportó 302.500 euros «arbitrariamente a un multimillonario de Miami» y que la Xunta «ofende aos que sofren os recortes» hay un espacio sideral, el que media entre una ignorante como ella (o una demagoga, como prefiera) y yo. Primero, porque esa cantidad -desorbitada para mis ingresos- es aceptablemente baja en una operación audiovisual de ese estilo. Segundo, porque es falso -y la diputada lo sabe o es una ignorante, como prefiera- que ese dinero haya ido a parar a un «multimillonario de Miami», que cobró lo mismo con o sin subvención de la Xunta: el dinero fue a las arcas a la productora Universal, no al bolsillo de Enrique Iglesias. Tercero, porque se dio tan «arbitrariamente» como otras subvenciones otorgadas cuando el BNG dirigía -bastante acertadamente, por cierto- el Turismo de Galicia: porque así lo decide quien legítimamente tiene poder hacerlo, no creo que proceda convocar un referéndum cada vez que se piense hacer un gasto.

Y no, no ofenden a los que sufren-¡sufrimos!- los recortes porque no es gasto, es inversión en promoción de Galicia. O sea, que hay un retorno, tan difícil de cuantificar como cuando el BNG estaba en la Xunta, porque cuantificar el valor de una imagen y de su promoción no semeja tarea fácil.

Eso sí: todos, PP incluido, votaron a favor de que la Xunta presente en sede parlamentaria el contrato correspondiente. Pues muy bien, allá ellos. Pero una cosa no quita la otra. Por cierto, yo pediría que también se muestren los contratos de las barbaridades ecológicamente destructivas de las autovías del Salnés y del Barbanza, la de Lugo a Santiago y la del paseo marítimo de A Coruña, el relleno para el campo de golf en Oroso, el de las tres rotondas de la playa de A Lanzada, etc. O sea, que todo el mundo muestre su ropa interior para que los ni-nis que nos pueblan puedan decidir con su amplio conocimiento y experiencia si es mejor invertir en la fallida planta de Mitsubishi en A Limia o en el cambio de las mallas de pesca. ¡Ah! Sin olvidar los pestillos de las puertas de la Virxe da Barca.

¡Qué país!