La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Durham. Curioso. Como si lo hubiera elegido adrede. Los tres sitios donde he dormido son, como mínimo, peculiares.

La noche de Copenhague di con mis huesos en una granja muy cercana al aeropuerto, muy agradable, limpia. De una simpleza que asombra (¡ni un solo objeto decorativo!). La dueña me recibió sonriente con un «ya lo sé» cargado de autosuficiencia cuando me presenté. Estaba desequilibrada, con el efecto de pastillas.

Luego recalé en la muy recomendable Amadeus Guest House, en el centro de Glasgow. Y Alessandra es tan grata como pizpireta, con carteles puestos por las paredes con mucha gracia y estilo pero cuyo contenido permite deducir que es muy suya.

Y después, a batir récords. Farnely Tower está en un lugar que para sí quisieran los caserones de películas de misterio. El gran y vetusto edificio podría albergar a la familia Adams. Encima casi no había luz cuando traspasé la puerta, y mientras daba el par de pasos hacia la recepción vaía cómo un hombre muy alto, encorvado y muy delgado se alejaba, vestido con la chaqueta de camarero o cocinero. No me hizo ni caso.

Timbré y en un minuto apareció… el mismo hombre. fue entonces cuando me di cuenta de que era mayor, muy mayor. Si me dicen que tiene 90 años, lo creo. Y su figura, con dos tatuajes no espectaculares cerca de las muñecas, le inspiran un aspecto de ser de otra galaxia.

Como un abuelo, estuvo muy interesado en que cubriera la hoja de inscripción, y luego, como entrando en su casa y no en un hotel, me condujo a la habitación y aprovechó para llevar dos toallas, hablando y caminando despacio porque la edad es la edad.

La habitación tiene un aspecto de haber estado cerrada 40 años. O 100. Olía bien, por supuesto, pero había algo que me llevaba al pasado.

Y, en fin, cuando cené en el mismo hotel la camarera, rubia y muy joven, hablaba escuchándose a sí misma, rutinario pero en absoluto desagradable. Dada la impresión de que estaba empeñada en demostrarme que no era de este mundo.

Pero por supuesto no me invitó a ir al suyo.