La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Pontevedra. Publicar un libro siempre es una aventura. Total. Porque desde el momento en que sale a la calle ya no es posesión de su autor, sino de sus lectores. Y eso da miedo. ¿Cuál será el juicio? Lo habitual es que los amigos te digan que muy bien, que fantástico. Afecto obliga. Pero lo más bonito para un autor es recibir la felicitación -o sea, el nihil obstat– de gente que conoces poco, que no tiene compromiso alguno contigo, que no te debe nada o que simplemente es desconocida o casi. Los que vivimos de publicar rápidamente encontramos defectos. Y entonces uno se va hundiendo más y más en el sillón. El público en general no es tan exigente: quiere información clara, útil, que no se le engañe. Y en ese aspecto mi libro «Disfrutar Galicia. Senderismo. Rutas para todos» -lo juro, he hecho todas las rutas una a una- es muy honrado. Hoy me felicitó Rafa (no el director de Márketing de La Voz, que ese es otro tema), y no tenía por qué hacerlo, y eso hace sacar pecho. Luego me he conectado y me encuentro con un mail de Cándido, que tampoco tiene obligación alguna conmigo, y asegura que le ha gustado y transmite sus parabéns. Ya empiezo a salir de las profundidades. No tengo ni idea de cifras, de cómo va. La ventaja de que se distribuya con el periódico son dos: la tirada es increíblemente alta (y sobre todo teniendo en cuenta la tirada de los libros en Galicia) y en una semana tenemos las cifras definitivas de venta, no hay que estirar meses y meses. De manera que cruzo los dedos. Y en esas estamos, como suelo decir.