Castillo de Nogueirosa. No, ya no estoy arriba de todo, en la parte superior de una torre del castillo de Nogueirosa que otrora tuvo almenas. Ahora estoy indignado. Porque se me ha ocurrido hacer la ruta que al parecer rodea la fortaleza cercana a Pontedeume (A Coruña) y que había recorrido in illo tempore, cuando con los impuestos holandeses, o franceses o vaya usted a saber de quién (pero suyos y míos no, oiga) se diseñó y se construyó. Allá me fui con unos amigos y una guiri noruega, y a los 30 metros, en el primer cruce, un cacao de flechas para aquí, para allá y no para el cielo porque sería demasiado. Y de distintos colores. Pero era fácil (creemos) y seguimos de frente por una congostra ancha y fácil de caminar. Hasta que llegamos a otro cruce y nos mandaba a la izquierda otro flecherío que no tengo ni idea de quién puso ahí. Y así hicimos hasta que nos cansamos de descender, mandamos todo a freír espárragos y volvimos al castillo con las orejas gachas.
Pero vamos a ver, ¿es que no podemos mantener ni una ruta señalizada de manera coherente y clara? ¿Pero cómo no vamos a tener el turismo en crisis así si los poderes locales sólo hablan de dinero y no de arrimar el hombro? ¿O es que se le caen los anillos a un parado que cobre la justa prestación -y así debe ser con todos- por arreglar y señalizar una ruta que sólo va a traer beneficio para su pueblo? Indignante.