La Voz de Galicia
Escritos de Galicia y resto del planeta
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Esto. Justo esto es lo que hace falta para lanzar más el turismo gallego. Déjense de fiestas medievales -en realidad, una sola, igual año tras año, que rota por Galicia de la mano de una empresa- y búsquese un nicho de negocio, algo original, algo que implique a los vecinos. Como ayer sucedió en Cuntis (Pontevedra), cuyo pequeño y muy cuidado casco histórico regresó a los años 20 del siglo XX. Ahí no faltaba nadie: todo el vecindario se volcó en un acto colectivo, en una catársis festiva que implicó desde al alcalde a la dueña de la casa de turismo rural, desde el levantador de pesas hasta la boda. ¿Perfecto? Y nada era gratis, excepto -sorprendentemente- el paso en carro de caballos para los más pequeños. Por suerte. Digo que por suerte había que pagar. Nada de multitudes, nada de botellones estilo Romería Vikinga de Catoira u Os Caneiros de Betanzos. Un menú por 10 euros en lo que flojeaba era el vino pero para todos igual, eligiese el lugar que se eligiese para meterse entre pecho y espalda la espetada de uvas y queso (local), el can-can de pollo y el arroz con leche. Y como dicen que una imagen vale más que mil palabras (¿de verdad?), aquí van varias fotos.