Quizá se acuerden. Hace 25 años y bajo el lema “De la explotación a la educación”, miles de personas, sobre todo niños, niñas y adolescentes, convocados por más de 2500 organizaciones humanitarias, recorrieron 103 países en la Global March against child labour (Marcha Global contra el trabajo infantil) reclamando que los estados ratificaran y reforzaran las convenciones y leyes existentes sobre trabajo infantil y educación.
En 1998, el estado de la protección de la infancia contra la explotación, la trata y la esclavitud era diferente de lo que vemos hoy en día. Se estimaba en unos 250 millones los niños y niñas entre los 5 y los 14 años, de 50 a 60 millones trabajando en circunstancias peligrosas. No existía una legislación internacional para hacer frente a la explotación ni una campaña colectiva para presionar por su eliminación.
Desde hace años, los primeros jueves de cada mes y en decenas de ciudades españolas y francesas, miles de personas llevan a cabo losCírculos de Silencio.
Una respuesta no violenta ante el maltrato a la dignidad humana y en solidaridad con las personas inmigrantes y de reivindicación de los derechos de todas las personas. Una denuncia silenciosa de la permisividad política, institucional y social ante las humillaciones a las personas, sobre todo a las inmigrantes. Pueden ver si se realizan en su ciudadaquí.
Tuve el honor de que me invitaran a escribir y leer el siguiente texto para abrir el círculo de Santiago de Compostela desde laRede Galega en Apoio ás Persoas Refuxiadas. Gracias a expertas de cabecera como Violeta Asiego, Gonzalo Fanjul (Fundación Por Causa), Verónica Verdía (EAPN Galicia) o Yosehanna Ledesma (Accem) por su ayuda y compromiso.
En plena pandemia, cuando más ingresos públicos necesitamos para financiar nuestro Estado de bienestar, afrontar la crisis y luchar contra la pobreza y por una sanidad decente, la Plataforma por la Justicia Fiscal ha criticado con vehemencia la huida de grandes fortunas, como la del youtuber El Rubius, a Andorra para pagar menos impuestos. Un comportamiento que cuesta a las arcas públicas unos 70.000 millones de euros al año.
«Entre mucha gente pequeña, conseguimos algo grande«
Discúlpenme. He intentado actualizar varias veces este artículo con un tono formal y aséptico, pero soy incapaz. No consigo escribir sin emocionarme al recordar la Marcha Global contra el trabajo infantil que en 1998 recorrió 21 ciudades españolas y que en Galicia tuvo un impacto notable con la participación de más de 30.000 personas, en especial niños y niñas de 118 centros educativos.
Este éxito no fue casualidad, sino uno de los frutos del intenso trabajo en colegios e institutos que voluntarias y voluntarios de Oxfam Intermon impulsaron durante años, en iniciativas estables e innovadoras de la llamada entonces educación para el desarrollo y ahora educación para la ciudadanía global. No se entendería ni se entiende la lucha contra la desigualdad y por la defensa de los derechos humanos sin la implicación de niños, niñas y profesorado.
Este artículo es un ejemplo de una de las principales razones por las que disfruto con este blog: poder cedérselo a una de tantas profesionales excepcionales (el femenino es obligado) que están injustamente en la sombra de la lucha contra la pobreza y la exclusión o por la educación y la participación social y política.
Les dejo con Sandra Rodríguez, una trabajadora social que para mi es un referente, por conocimiento y experiencia, en la llamada educación para la ciudadanía global (antes llamada educación para el desarrollo) y sobre todo en la promoción exitosa de la deseada pero también temida participación infantil y juvenil.
Empezando por dejar hablar a jóvenes como Yael. ¡Gracias Sandra!
Participación juvenil: ¿utopía inalcanzable o “inédito viable”?
Para muchas personas, la participación juvenil es una utopía. Para otras, un ideal imposible. Para mí, como diría Paulo Freire, un “inédito viable”. Viable, posible, necesario y … Seguir leyendo
Las palabras importan. En el Día del Orgullo especialmente donde, al menos yo, tengo algo de confusión sobre los conceptos y definiciones que explican la riqueza de la diversidad sexual, y muchas veces tengo la sensación de poder estar favoreciendo alguna discriminación sin ser consciente.
Y la discriminación y el odio vaya si existen. Hace unos meses Iago Aperador nos contaba en Como se odia en los institutos a las personas por su orientación sexual, que el 24’5% del alumnado ha sido agredido por su orientación sexual, que el 20% se siente excluido, o que la mitad de las personas agredidas no lo denuncian por miedo.
No puede dejar de compartir y agradecer a la Fundación Meniños, una organización referente en la defensa de los derechos de niños y niñas y familias, de todas las familias, y a Ana González, su responsable de comunicación, el esfuerzo en elaborar la … Seguir leyendo