Hace unos días, en De cine, mujeres y futuro, les comentaba que muchas de las películas que he visto últimamente hablan de un futuro que pertenece a las mujeres pero sobre todo que ya no pertenece a los hombres, Que el tiempo de absurdas superioridades y machismos ha pasado y es obligatorio adaptarse y reeducarse para un mundo que si o si tiene que ser más decente.
No cambiar, resistirse, es ser cómplice de la violencia. Si, el tiempo de los orcos está acabando.
Hoy es el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Un día fundamental para todos los hombres y para cambiar comportamientos que activa o pasivamente impiden atajar esta violencia.
Para ayudarnos en este tema les dejo con Isabel Allende Robredo. Además de una activista en la causa del feminismo, fue mi directora en EAPN España.
Permítanme darle la bienvenida con la buena noticia de que una campaña como Compostela en negro, en la que en 2015 consiguieron que 278 escaparates de Santiago de Compostela dijeran NO a la violencia machista, se ha convertido en la impresionante Galicia en negro contra as violencias machistas, con la implicación activa de 75 ayuntamientos y más de cinco mil establecimientos y agentes sociales.
Gracias Isabel
La violencia contra las mujeres es el crimen encubierto más numeroso del mundo.
Según la Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, por violencia contra las mujeres se entiende “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga, o pueda tener, como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Así, el asesinato sólo sería la punta del iceberg, la forma explícita y visible más llamativa y condenable por nuestra sociedad (condena que no sucede aún en todas las sociedades), pero no la única, ya que la violencia contra la mujer es de amplia expresión, yendo desde las formas más sutiles e invisibles como el humor, el lenguaje o la publicidad sexista, hasta las más explicitas y visibles como los gritos, los insultos, el abuso sexual, las agresiones físicas y el asesinato, pasando por otras formas como la humillación, la desvalorización, el desprecio, el chantaje emocional o la culpabilización.
Y es que la violencia contra las mujeres constituye una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales entre hombres y mujeres, relaciones que han conducido a la dominación y a la discriminación de las mismas, impidiendo el disfrute de una igualdad efectiva en todos los ámbitos. La violencia contra las mujeres es, por tanto, el mecanismo social fundamental por el que se fuerza a las mujeres a situaciones de subordinación respecto a los hombres.
Aunque la violencia y los malos tratos han formado parte de la vida cotidiana de las mujeres a lo largo de la historia, ésta ha sido una violencia normalizada y naturalizada, considerada como un asunto privado, y por tanto no mencionado ni por las propias víctimas, lo que la hacía invisible, y la mantenía silenciada y oculta.
Ha sido gracias a la lucha tanto del movimiento feminista – mujeres y hombres que luchan por la igualdad – como de muchas de las mujeres maltratadas que durante años y en situaciones adversas se han atrevido a dar la cara y a denunciar estos hechos, que esta violencia es cada vez más visible, más denunciada y, esperemos que no tardando demasiado, algún día completamente erradicada.
¿Qué podemos hacer?
Hasta ahora se ha trabajado principalmente con las mujeres con el fin de que se hagan conscientes de su situación y de que la denuncien. Y si bien es verdad que esto es cada vez más corriente, lo cierto es que no es suficiente.
Mientras los hombres no se impliquen en mayor medida por la igualdad entre hombres y mujeres, tratando a éstas con respeto, dignidad y de forma igualitaria, no acabaremos con esta lacra que en lo que va de año se ha llevado por delante la vida de 45 mujeres (más de 900 desde que se contabilizan en España), y deja a millones con graves daños tanto físicos como psicológicos.
Para revertir esta situación, trabajando por una sociedad más igualitaria, cero agresiva con las mujeres y, en definitiva, más justa y más libre, además de una cada vez mayor concienciación social, de una protección jurídica más amplia y de disponer de medios técnicos sofisticados para apoyar a las mujeres que sufren la violencia más explícita y visible, es necesaria la implicación de los hombres.
Por ello os propongo diez posibles modos de comportamiento masculino que ayudarían en gran medida a erradicar la violencia machista:
1. No justificar, amparar o tapar la violencia machista que puedan observar en su entorno; ni en el más cercano. Se suele hacer la vista gorda cuando estos comportamientos agresivos suceden en círculos cercanos familiares, de amistad e, incluso, de simple vecindad. Es imprescindible denunciar o llamar la atención a la persona que ocasiona la violencia para evitar la sensación de impunidad o de respaldo social.
2. Evitar el humor sexista (que afecta a ambos sexos, y que en el caso de las mujeres, las desvaloriza, cosifica y degrada). Cuando se cuentan “chistes misóginos” en realidad se busca atacar y denigrar a las mujeres a través de la burla y la mofa. Normalmente, esta clase de “chistes” hace referencia a la falta de inteligencia de las mujeres (siempre tratándolas de tontas o ignorantes), refuerzan estereotipos y prejuicios que fomentan y desencadenan actitudes discriminatorias, como por ejemplo los referentes a las tareas que las mujeres deben realizar en el hogar, o bien, se refieren a las ideas que la sociedad patriarcal mantiene sobre las mujeres, como que son charlatanas, derrochadoras, chismosas, celosas y un largo etcétera. Algunos de ellos llevan un mensaje que justifica incluso el maltrato físico en contra de las mujeres, pues expresan que pueden ser golpeadas para ser “domesticadas” por los hombres. El denigrar, tanto a mujeres como a hombres, no es humor. Una agresión no siempre deja marcas visibles, pero aún así sigue siendo violencia.
3. No cosificar ni denigrar el cuerpo de las mujeres, bien sea a través de la prostitución, la pornografía, la publicidad sexista o la exigencia de una estética imposible en un cuerpo sano y natural. El uso del cuerpo de las mujeres es una institución de desigualdad que convierte a las mismas en objetos de consumo, refuerza su dominación y, por ende, genera la violencia de género que queremos combatir.
4. Expresar sentimientos que desde siempre se han visto como exclusivos de las mujeres y que los hombres se ocultan incluso a sí mismos. La expresión de sentimientos como la afectividad, la sensibilidad o el mismísimo miedo, sería de enorme ayuda para gestionar la ira y la rabia que provoca la frustración, y que algunos hombres canalizan y descargan de forma violenta en las mujeres. Este nuevo comportamiento no hace parecer a los hombres indefensos, débiles o pusilánimes, sino simplemente más humanos.
5. Aprender a aceptarse a sí mismos y a las mujeres tal y como son. Desarrollar una sana autoestima es el mejor antídoto contra la agresividad y la violencia. Quien se quiere y respeta a sí mismo, respeta a las demás personas.
6. No confundir posesión con amor. Las mujeres no son de la posesión de los hombres, sino seres independientes y libres con las que compartir una vida, o una parte de la misma, por opción personal y no por obligación.
7. Comprender que una sociedad igualitaria es beneficiosa tanto para las mujeres como para los hombres, pues perder privilegios para ganar en igualdad supone la liberación de los efectos dañinos que una sociedad sexista, basada en la diferenciación rígida de roles, provoca en ellos: menor esperanza de vida, más propensos a sufrir accidentes de tráfico, caer en drogodependencias y otras conductas dañinas como peleas, muertes violentas, etc. En definitiva, morir de “masculinidad”.
8. Escuchar lo que las mujeres dicen. Los hombres, tradicionalmente, sobre todo en el ámbito público, dominan las conversaciones: hablan más, interrumpen a las mujeres y no escuchan (en general porque piensan que lo que tienen que decir las mujeres no es lo suficientemente importante o inteligente). Escuchar a las mujeres (incluso en un sentido más amplio, leyendo literatura feminista, escrita en su mayor parte por mujeres, pero también por algunos hombres, y acudiendo a jornadas, conferencias y talleres donde profundizar), ayudará a los hombres tanto a comprender a las mujeres como las situaciones de desigualdad.
9. Responder y sumarse a las iniciativas y campañas políticas feministas, buscando la igualdad entre hombres y mujeres.
10. Desafiar el sexismo de otros hombres. No dejar pasar los comentarios sexistas de otros hombres sin comentarlos. Probar a decir «Eso me parece ofensivo«, «Lo que dijiste me ofende pues denigra a las mujeres«, etc. Hacerlo puede ser atemorizante, pero vale la pena concienciar a otros hombres.
En nuestras manos está, hombres y mujeres, luchar por una sociedad más justa e igualitaria
¿Y los hombres asesinados?
Dos recomendables artículos que destrozan con datos y argumentos este dogma machista
«Se imaginan que ante la cifra de accidentes de tráfico alguien argumentara, “sí, pero ¿y las víctimas de los accidentes laborales…?”, o que ante los datos de infarto de miocardio saliera un especialista diciendo, “sí, pero ¿y los datos de las hemorragias cerebrales…?”, o que ante una campaña contra el cáncer de mama se respondiera, “sí, pero ¿y contra el cáncer de próstata…?”
Sería absurdo y nadie tomaría en serio la pregunta, en cambio, que al hablar de violencia de género uno de los principales argumentos sea “sí, pero ¿y los hombres asesinados…?” parece correcto y oportuno, lo cual, sin duda, dice mucho de los valores de nuestra sociedad…»
https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2016/01/08/y-los-hombres-asesinados/
Churras, merinas y machismo
http://www.huffingtonpost.es/miguel-lorente/churras-merinas-machismo_b_8910276.html?utm_hp_ref=es-politica
Gracias por el comentario,»Yo». Me alegra que cites a Miguel Llorente. Si por algo le admiro es por su compromiso y por su rigor en argumentos y datos sobre la violencia contra las mujeres. No se puede ser tibio con el terrorismo o su apología, ni con el de ETA non con el machista.
Uno de sus últimos post me parece clarificador: Machomáticas
https://www.google.es/amp/s/miguelorenteautopsia.wordpress.com/2016/10/29/machomaticas/amp/?client=ms-android-bq
Como los dos últimos asesinatos en Galicia me han tocado de cerca (la de Santiago trabajaba en uno de mis cafés favoritos) también creo importante difundir este artículo: ¿Cuando nos vamos a tomar este tema en serio?
http://verne.elpais.com/verne/2016/12/19/articulo/1482138716_696697.html?id_externo_rsoc=FB_CM_Verne
Un saludo
Lo dudo mucho que vosotros hayáis tenido que pasar por todas las injusticias que vivimos desde el pratiarcado. Pena es que en este lamentable tema tu intentes desviar la atención a otro. Que violencia de género no quiere decir que no haya casos de hombre maltratados y que sean inferiores a las mujeres maltratadas. Simplemente se le intenta dar más visibilidad porque somos las más perjudicadas en vuestra «igualdad» sentados en vuestros privilegios. Seguro que a un hombre no le da miedo salir a la calle de madrugada por si lo viola una mujer
Aprovechando que la ONU (el PNUD para ser exactos) ha presentado su ultimo informe de Desarrollo Humano, y ha vuelto a certificar que las mujeres, ante un mismo trabajo, perciben un 24 % menos de sueldo que los hombres, o que realizan tres de cada cuatro horas de trabajo no pagado.
Es cosa de hombres
http://www.lavozdegalicia.es/noticia/economia/2015/12/15/hombres/0003_201512G15P35995.htm
Ex ministro Arias Cañete. ¿Cómo lo clasificamos?. Ya sé, es del PP, ex ministro y ahora comisario de la UE. Hay que perdonarle. Y luego vais y votais al PP. Eso apesta a hipocresía. Y no me vengais con que este señor no es un misógino de mierda, aunque yo utilizaría palabras malsonantes y no esas caricias que he utilizado. Lo mismo cabe decir de todos sus compañeros de partido que lo defienden. Y esas «señoras» del PP que luego se quejan de la violencia machista.
Este país apesta a hipócrita.
Veintinueve hombres asesinados por mujeres: nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto
El Día Internacional contra la Violencia de Género se basa en una gran mentira. En creer que sólo las mujeres mueren a manos de hombres. Decenas de varones son asesinados cada año pero el Gobierno lo oculta.
http://www.actuall.com/criterios/familia/veintinueve-hombres-asesinados-por-mujeres-nadie-hablara-de-nosotros-cuando-hayamos-muerto/
Muchas gracias por este detalle de recursos.
Un descubrimiento vuestro portal, como decís en su presentación: «un espacio de apoyo a la tarea educativa de docentes y profesorado desde la mirada de la cultura de paz.Trabajamos para la integración de la educación para la ciudadanía global en el currículum»
Y una simpatía personal especial al ver que es una iniciativa de la Fundaçio Solidaritat UB de la Universitat de Barcelona, con cuyo director descubrí cuando eramos «universitarios solidarios» lo que era la calidad y el compromiso con la cooperación al desarrollo.
Sin duda, la masculinidad es un elemento indisociable de la realidad de género. Aquí recopilamos proyectos, publicaciones y organizaciones no gubernamentales que tratan de forma directa esta cuestión http://portalpaula.org/masculinidad/
Muchísimas gracias!!! Muy interesante. Sigamos trabajando, mujeres y hombres conjuntamente!!
fantastico, yo solo anhadiria algo como: aceptar que algunas mujeres (sino muchas) a veces son/pueden ser superiores, en grado, capacidades, inteligencia, valores etc…es lo que falta comprender a los machista..dicho por un hombre feminista..
Gracias, Simone, tienes toda la razón. De hecho, a muchos hombres les cuesta aceptar que sus parejas puedan ganar más o tener puestos de trabajo de mayor responsabilidad, por ejemplo. Y muchas mujeres disimulan sus capacidades para que sus parejas no se sientan mal o inseguras, por un lado, y por otro, porque ellas mismas necesitan admirar a sus compañeros y para ello, que sean «más» que ellas. Todos y todas estamos socializados/as en una sociedad patriarcal y machista, y a todos/as nos cuesta reconocer aún muchas de sus formas. Confío en que poco a poco, vayamos logrando una sociedad más igualitaria. Aunque aún nos tenga que costar muchas luchas.