La Voz de Galicia
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Hoy es el Día Internacional de los Derechos Humanos. Hace unos días cuando escribía No más armas para cometer atrocidades, ya les anunciaba que hoy les traería una historia de esperanza. Para contársela, les dejo con una persona a la que admiro por su compromiso: Alberto Estévez, miembro del Secretariado Internacional de Amnistía Internacional, y uno de los mayores expertos en tráfico de armas. 

Gracias, Alberto

Una oportunidad para regular el comercio de armas

 ¿CÓMO SE «CUECE» UN ACUERDO INTERNACIONAL EN LA ONU?

Esta es una parte poco conocida del trabajo de “lobby» (incidencia política o captación de apoyos) de las ONG, pero clave para conseguir que sus propuestas se plasmen en acuerdos de obligado cumplimiento para los gobiernos. Muchas veces se asocia el “lobbying” o cabildeo a algo sucio, pero en este caso tiene un fin positivo y es un instrumento para cambiar la realidad a mejor.

La campaña para regular el comercio mundial de armas es un proceso que nació hace más de 15 años, cuando Amnistía Internacional (AI) y otros laureados con el Nóbel de la Paz presentamos en 1997 una iniciativa para regular el comercio internacional de armas mediante un Código de Conducta. En 2003, AI y otras ONG lanzamos la campaña Armas Bajo Control, para regular el comercio global de armas mediante un Tratado internacional.

A diferencia de otras campañas que, como la de minas y de bombas de racimo, buscaban prohibir, fuera del marco de la ONU, un determinado tipo de armas,  esta es más compleja, pues su fin es conseguir unas normas legalmente vinculantes para regular la transferencia de armas (esto incluye no solo el comercio, sino, entre otras, las operaciones de intermediación y transporte). Para que sea eficaz, deberá incluir a las principales potencias exportadoras, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Francia, EE.UU. Reino Unido, China y Rusia), además otros importantes fabricantes de armas.

En 2009, más de 150 países votaron en la ONU un plan de trabajo que desembocó en una conferencia celebrada en la sede de la ONU en Nueva York y que, como explico más abajo, culminará en una conferencia final del 18 al 28 de marzo de 2013.

Conseguir un tratado sólido es prioritario porque la mala regulación de las transferencias internacionales de armas convencionales y la ausencia de normas mundiales para controlarlas continuarán cobrándose cada año centenares de miles de vidas y dejarán sin sustento a millones de personas en muchos países mientras la comunidad internacional no actúe con decisión. El Tratado Internacional sobre Comercio de Armas (TCA) no es una panacea, pero es parte esencial de la solución, porque ayudará a reducir el número de graves violaciones de derechos humanos que se cometen en el mundo.

En julio de este verano coordiné una amplia delegación internacional de lobbistas de Amnistía Internacional (AI) y fui parte del proceso de “cocción” del TCA. En un Nueva York muy caluroso, fui testigo y parte de la mejor versión de Amnistía en acción. Era la parte final de un proceso en la que todo fue importante, desde las más de 600.000 firmas de apoyo a la campaña, al trabajo con medios de comunicación, pasando por los actos simbólicos, las cartas a gobiernos o las reuniones con funcionarios gubernamentales en las capitales y en la ONU, además del trabajo de investigación y denuncia y los informes y propuestas de AI para el texto del Tratado.

“PASILLEO” Y COCCIÓN LENTA DEL TRATADO

En la segunda semana, la Conferencia se dividió en dos grupos de trabajo simultáneos que en ocasiones se reunían a puerta cerrada. Esto no dificultaba especialmente nuestro trabajo, ya que la mayoría de las negociaciones se realizaban fuera de la sala del plenario, en reuniones en torno a un café o en conversaciones en los pasillos de la ONU.

Lo que los Estados decían en las sesiones plenarias se decidía fuera de la sala. Por eso los delegados de AI aprovechábamos cada ocasión para presentarles nuestras recomendaciones a los delegados que teníamos asignados. En los últimos días de la Conferencia nuestro acceso a los delegados fue más limitado, debido a que el Presidente convocó sesiones informales solo para los delegados gubernamentales, pero ¡para eso está el email!

La mañana del 12 de julio en particular me sentí especialmente orgulloso de formar parte de Amnistía. Ese día distribuimos una guía de referencia para los diplomáticos sobre la elaboración del TCA . Sobre las 9.30 a.m., mientras esperaba en medio de la amplia sala sin ventanas en que se desarrollaba la negociación que los delegados de Turquía y Portugal hiciesen su aparición, vi como un ejército de cerca de 20 lobbistas de AI distribuía nuestra “joya de la corona” a diestro y siniestro y charlaba con unos 100 diplomáticos en cuestión de pocos minutos. Todos ellos hojeaban con interés nuestro documento, objeto de alabanzas en los días posteriores y usado para proponer partes del texto del TCA. Esa mañana la enorme sala de la conferencia, sin luz natural, estaba dominada por el llamativo logo amarillo de Amnistía.

Está más regulado el comercio de plátanos que el de armas

La Conferencia de negociación de julio terminó sin que se alcanzara un acuerdo, lo que supuso un traspiés, pero se recordará como una etapa crucial de este “cocido” que Amnistía empezó a cocinar cuando elaboró esta receta, allá por 1993. Sabíamos que el acuerdo era difícil, pues la Conferencia se rigió por el principio del consenso, lo que requería el acuerdo unánime de los 193 Estados miembros de la ONU. El 26 de julio, tras casi cuatro semanas de negociaciones, el presidente de la Conferencia presentó un proyecto de Tratado. Aunque durante las negociaciones, un pequeño grupo de Estados (entre ellos Egipto, Siria, Argelia, Irán, Corea del Norte y Venezuela) hicieron un intento concertado de bloquear o suavizar el texto tanto como fuera posible, la mayoría de los demás Estados, incluidos países clave en el comercio mundial de armas como Estados Unidos, China, India, Indonesia o Rusia, consideraron que el proyecto de tratado era una base bastante firme a partir de la cual llegar a un acuerdo por consenso.

Sin embargo, en la mañana del viernes 27 de julio una serie de Estados, encabezados por Estados Unidos y seguidos por Rusia, Cuba y otros, pidieron “más tiempo” para analizar el proyecto de texto presentado el día anterior. Ese día yo creí que podría ser histórico y cerrar un ciclo de casi veinte años de promoción del TCA, pero resultó que mi abuela, una excelente cocinera que solía decir que los mejores cocidos son los que se cocinan con tiempo y a los que se les pone mucho cariño, tenía razón: “el cocido” -el texto del TCA- necesitaría «un ratito más», unos pequeños retoques para ser del gusto de todos. Fue un momento duro, porque la noche anterior, mientras el debate en plenario continuaba de madrugada, pudimos “oler” el Tratado, y olía (y sabía) bastante bien. El cocido estaba casi en su punto. Sin embargo, a la mañana siguiente triunfó la “realpolitik”.

No todo está perdido y ni mucho menos fue un fracaso, pues se ha avanzado mucho. El proyecto de texto es más que aceptable, sin ser el texto ideal que defendía AI, una base bastante firme para imponer obligaciones específicas a los Estados para controlar la mayoría de los tipos de transferencias internacionales de armas convencionales. El texto cuenta con un respaldo amplio, principalmente en Europa, África y América Latina. El 7 de noviembre, en la Asamblea General de la ONU, 157 países votaron a favor de convocar una Conferencia final para adoptar el texto del tratado. AI ya está promoviendo con todos los gobiernos una serie de puntos para mejorar el proyecto de texto y continuará trabajando junto a otras organizaciones en ese sentido en los próximos meses.

ASPECTOS POSITIVOS DEL PROYECTO DE TRATADO

El principal objetivo de AI era que el TCA incluyera normas estrictas con que mejorar la protección de los derechos humanos.

El texto del proyecto contiene varias disposiciones sobre el respeto de los derechos humanos que representan un término medio entre las posturas de los gobiernos más poderosos del mundo (principalmente los miembros permanentes del Consejo de Seguridad) y las de los países con más comercio de armas (como Alemania, India y otros Estados de la UE y de otras partes).

Para AI, el texto del proyecto era una mejora significativa con respecto a textos anteriores distribuidos durante la Conferencia y a las propuestas presentadas por Estados Unidos y otros Estados antes de la Conferencia con objeto de suavizar la “Regla de Oro” sobre el derecho internacional humanitario y de los derechos humanos que propugnan AI, el CICR y otras entidades.

Los tres aspectos más positivos del proyecto son:

1. Abarca las actividades del comercio internacional de armas convencionales.

2. Recoge los principios básicos de la “Regla de Oro” defendida por AI :

a) Impone obligaciones de protección de los derechos humanos al examinar las transferencias de armas, como realizar una evaluación de riesgo y no autorizar las exportaciones si existe un riesgo claro de que puedan servir para cometer o facilitar violaciones graves del derecho internacional humanitario o del derecho internacional de los derechos humanos.

b) Prohíbe determinadas transferencias como las que violen embargos de la ONU, las obligaciones internacionales de los Estados, o las realizadas con el propósito de cometer genocidio, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra o violaciones graves del derecho internacional humanitario.

c) Exige considerar la posibilidad de tomar medidas factibles para evitar la exportación de armas convencionales si van a utilizarse para cometer o facilitar que se cometa violencia de género o violencia contra menores.

3. El tratado se aplicaría como mínimo a siete categorías de armas convencionales y a las armas pequeñas y ligeras, pero permite que los Estados controlen otros tipos de armas si así lo desean.

La cocción lenta del texto, la negociación, dio sus frutos. Un dato significativo es que, durante la Conferencia, Estados Unidos fue cambiando gradualmente de postura en varias cuestiones para aceptar las disposiciones del texto del proyecto que obligan a detener las transferencias de armas, incluidas las municiones y las piezas y componentes militares, cuando existe un claro riesgo de que esos artículos se utilicen para cometer o facilitar que se cometan violaciones graves del derecho internacional humanitario o del derecho internacional de los derechos humanos. Antes de la Conferencia, Estados Unidos pedía simplemente un conjunto de principios que los Estados debían tener en cuenta al tomar decisiones sobre exportaciones de armas y que AI calificaba de norma de la que se podía “hacer caso omiso”. Asimismo, insistía en que las municiones quedaran totalmente excluidas del tratado.

Sin embargo, durante la Conferencia y como resultado de una considerable presión internacional, incluida una Acción Urgente de AI a través de la cual decenas de miles de personas escribieron al Presidente Obama, cambió de política con respecto a las violaciones de derechos humanos y la exclusión de la municiones y propuso además una nueva disposición en la que se prohíben explícitamente las transferencias que tengan por objeto facilitar la comisión de genocidio, crímenes de lesa humanidad, crímenes de guerra que constituyan infracciones graves de los Convenios de Ginebra o violaciones graves del artículo común 3 de los Convenios de Ginebra. Estos cambios suponen una mejora, pero no son lo ideal.

La Conferencia “final” del TCA de marzo de 2013 será la última oportunidad para pulir y acordar el texto. Deberá completarlo con la máxima participación posible y conseguir que Estados clave, como China, Rusia e India, firmen y ratifiquen el tratado. Es la última oportunidad de demostrar al mundo que el proceso de consenso de la ONU es creíble y capaz de conseguir un tratado sólido, que exija realmente a los Estados Partes poner fin a las transferencias irresponsables de armas y detener el tráfico ilícito. Si la Conferencia de 2013 fracasa, el texto del TCA más sólido posible deberá presentarse cuanto antes a la Asamblea General para su aprobación en votación por amplia mayoría (se necesitaría una mayoría de 2/3 de los Estados miembros de la ONU).

Al cocido del TCA le queda poco para estar listo, pero todos los ingredientes son necesarios, pues para ganar esa batalla necesitaremos la colaboración activa de la opinión pública, por lo que os proponemos diversas acciones para apoyar este proceso y evitar que, a diferencia de los dos fallidos intentos de lograr regular el comercio internacional de armas en los años 20 y 30 del siglo pasado, a la tercera, vaya la vencida.

Para saber más y empezar a actuar:

http://www.es.amnesty.org/actua/acciones/egipto-tratado-armas

Versión reducida del artículo en:

Tratado Internacional Comercio Armas Artículo Alberto Estévez