“¿Y tu por qué estás en un centro de menores, si no tienes cara de mala?”.
Se lo preguntaron en una entrevista de trabajo a Jenni, una joven ex tutelada, cuando aún residía en una las viviendas de acogida de la ONG Igaxes3. No se trata de un caso excepcional, «Te miran distinto. La primera frase que suele soltarte la gente es ‘por algo estás ahí», decían en esta imprescindible entrevista José Antonio, Ibrahim, Quique y Xabier.
Los jóvenes que viven en centros de protección se ven día a día en la difícil tarea de procurarse un futuro y, además, de combatir la sospecha de los demás. La sospecha de quien quiere ver en ellos personas problemáticas o conflictivas.
Como cualquier otro prejuicio social es mentira: los chicos y chicas que viven en situación de protección no son culpables, sino víctimas. Las razones de que hayan vivido separados de sus familias no son responsabilidad suya: han padecido en algún momento una situación que les ha venido impuesta y que les ha obligado, además, a afrontar una trayectoria vital de mucha complejidad.
Detrás de historias positivas como las de Youssef, Lis, Ousmane o Sonia y otros muchos jóvenes sin apoyo familiar que se han hecho mayores en un centro de menores. Detrás de la sensatez conmovedora de Jose, un joven ex-tutelado del exitoso programa Mentor al que pueden ver en el vídeo (minuto 6) , hay un trabajo inmenso de profesionales con vocación y una elevada formación. Con varios de ellos tuve la suerte de estar hace unos meses en el encuentro de FEPA «Creando un mañana«.
De esfuerzo y formación eficaz les hablaba hace años, cuando se presentó la primera edición del ya prestigioso y exigente Máster en Intervención y Emancipación de Jóvenes en Conflicto Social organizado por Igaxes3 y la Universidad de Santiago de Compostela. Y que ahora tiene abierto el plazo de admisión para su sexta edición.
Les dejo con la historia de Rocío Vázquez, ex-alumna del Master y educadora en una vivienda de Igaxes3 (al igual que otro 30% de su plantilla). Demostrando todos los días que los jóvenes no sólo son el futuro, también son el presente.
Gracias, Rocío.
Víctimas, no culpables. ¿Por qué trabajo con jóvenes tutelados?
Desde muy pequeña he admirado a mis maestras y maestros. Sobre todo a aquellas que me aportaron algo más que lo estrictamente académico. En general puedo decir que ha habido grandes personas que me acompañaron mientras crecía, que influyeron en que la pedagogía fuese mi vocación. Por ello creo en el aprendizaje a lo largo de la vida, en el aprender día a día y en el proceso inacabado de la educación. También para mí misma, ya que quizá es en esta profesión en la que debemos ser más conscientes de que nunca se sabe todo y de que nunca dejaremos de aprender algo nuevo, por parte de todas y cada una de las personas que nos rodean.
Conocí Igaxes3 por primera vez hace siete años, al participar en el proyecto Berenguela. Aunque ya había oído hablar de empoderamiento, no fue hasta entonces que tuve la oportunidad de comprender la amplitud de este concepto. En esta etapa también tuve la suerte de conocer Humanus CAM: en Lisboa nos acercamos a esta experiencia de empoderamiento personal y colectivo. Esto me ayudó a ver que podemos y debemos seguir creciendo como personas y como grupos.
Cuando trabajamos en un proyecto, los educadores y educadoras no somos solo ejecutores, sino también beneficiarios. Los y las profesionales del trabajo con menores solo tenemos sentido desde la verdadera vocación educativa, y nuestro objetivo es aprender junto a las personas con las que trabajamos, con el fin global de construir una sociedad mejor. Si esto no es así, mejor seguir otro rumbo.
Años después, al inscribirme en el Máster en Intervención y Emancipación de Jóvenes en Conflicto Social, di el primer paso de un largo camino. Si, como yo, decidís aventuraros en él, veréis que es pedregoso a veces, pero en él iréis aprendiendo de todos y cada uno de los chicos y chicas con quien estéis día a día, sin dejar de sorprenderos a vosotras mismas.
Mientras cursaba el Máster surgió la oportunidad de trabajar como educadora en el Programa Mentor. En aquel momento estaba en un mar de dudas, sobre todo relacionadas con mi capacidad. Ya en aquel momento consideraba que ser educadora en una vivienda de apoyo a la independencia era un empleo muy exigente.
Pero finalmente aquí estoy, y… ¿qué puedo decir de ello? ¡Que es increíble! En mi empleo anterior yo era orientadora laboral y mi relación con las personas comenzaba por la confección de un currículo. Algo muy fácil y cómodo: se aproximaban a mí y me pedían lo que necesitaban. Sin embargo, en el trabajo con chicos y chicas en una vivienda tutelada no se parte de este punto, sino de mucho más atrás.
Hasta llegar a este momento hay una fase de calentamiento, más o menos larga según cada cual. Durante esta fase los chicos y chicas suelen repetir “yo no quería estar aquí”. Y nosotras, en ejercicio de motivación profesional, nos repetimos “estamos aquí porque queremos”. En ese viene y va aprendemos a comprendernos para construir un camino a seguir. Para mejorar y crecer, sin acabar nunca.
En los dos años que llevo trabajando en la vivienda tutelada, aprendí sobre todo el verdadero valor del respeto. A veces partimos de la idea de que todas y todos sabemos lo que significa esta palabra y que podemos, por tanto, exigirles a los demás que lo ejerzan.
Pero algo que parece tan sencillo, en realidad no lo es. Las personas aprendemos a respetar viendo cómo los otros nos respetan a nosotros mismos. Con los chicos y chicas con que trabajamos sucede igual.
Aquí he descubierto que no es necesario gritar más fuerte que el otro para lograr su respeto o su escucha. Si esto fuese así, yo estaría perdida, pues mi garganta no me lo permite. He experimentado que, sin perder la calma y manteniendo siempre el respeto hacia el otro, más tarde o más temprano acabarán por responderte del mismo modo.
Nada más me queda que deciros, a aquellas y aquellos que ya estéis decididos y motivados para ser especialistas en la intervención con la juventud, que seáis bienvenidas a la aventura inacabable de empoderarse para empoderar.
Rocío Vázquez
JÓVENES PROVENIENTES DE HOGARES DE ACOGIDA TRIUNFAN EN SU LUCHA POR LA INSERCIÓN Y LA REINSERCIÓN SOCIAL
Es reconfortante ver triunfar a jóvenes provenientes de hogares de acogida que enfrentándose al desafió de una sociedad que los mira como seres de cuidado y de no confiabilidad tienen que luchar día a día para lograr una oportunidad de sociabilidad o un fuente de trabajo o un lugar de formación estudiantil para capacitarse y lograr el objetivo de todo ser humano ser útil, independiente, participativo de la sociedad y finalmente lograr su bienestar.
Laos jóvenes que provienen de centros de hogares sustitutos o centros de acogida llegaron a dicho destino por haber cometido una falta o porque tuvieron que ser derivados por ser víctima del abandono de sus padres, por falta de amor o por carencia de un hogar y familia.
Estos jóvenes con pleno derecho a su autodetermnación positiva salen de dichos hogares de acogida y en primer lugar deben soportar la discriminación ya que son tratados como delincuentes o seres peligrosos cuando en realidad han sido victimas del infortunio.
Muchos, sin apoyo familiar, triunfan y son ejemplo de tenacidad, inteligencia, innovación y fuente de emprendimiento. Varios casos presentan a estos ex residentes de hogares de tránsito como exitosos para sí y la comunidad toda.
Creo que a los jóvenes que egresan de este enclaustramiento debemos extenderle la mano con afecto y no discriminación.
Destacamos la iniciativa del Fondo Social Europeo que a través del soporte que brinda a una ONG apoya el Programa Mentor, en España. Muchos docentes se sienten orgullosos de las oportunidades aprovechadas de sus tutelados y que no sólo han logrado un respaldo académico e inserción laboral sino que varios han regresado como voluntarios a formar y conducir a nuevos jóvenes hacia una vida digna por siempre.
Si el bienestar puede ser construido por estos jóvenes que crecieron y padecieron el abandono familiar entonces les corresponde a las naciones apuntalar en los Centros de Hogares de Acogida un equipo docente que permita elevarles la autoestima y descubrir sus fortalezas en el campo del emprendimiento para que triunfen por sí mismos a la hora de la toma de decisiones trascendentales..
En muchas naciones os Hogares de Acogida,lamentablemente, parecen ser escuela del delito (crimen y drogadicción) por ausencia de resultado ejemplares, y por ello, indefectiblemente caen en la delincuencia y regresan nuevamente al mismo cautiverio. Buena tarea para las Direcciones de Menores y de Inclusión Social, la juventud siempre será un presente valioso que debe ser moldeado con ternura y objetividad inmediata y mediata: Es hora de un reingeniería en materia de jóvenes aislados..