Cigarrillos electrónicos, chuches, perfumes, bisutería, bares, regalo barato, franquicias… Seguro que les suena ver, e intuir, el desastre: pequeños negocios que abren, malviven unos meses y cierran. Detrás suele haber historias muy parecidas: personas y familias que piensan que su única opción es para salir su desesperación es emprender…como sea.
Si le unen un discurso político apabullante de que nuestro futuro pasa por la necesidad de convertirnos de la noche a la mañana en emprendedores de éxito (ojalá), y sobre todo ese reverso culpabilizador de que cada uno tiene lo que se merece y el que es pobre o no se busca la vida es un fracasado, ya tienen muchos elementos para empezar a ponerse en su lugar.
Emprender es algo hermoso, pero muy complejo y condenado al fracaso si no se aseguran unas mínimas condiciones para su viabilidad. Para intentar echar una mano, le he pedido a Raul Contreras, mi referente en emprendimiento social desde Nittua, la plataforma para el cambio social, que resuma las 10 preguntas a las que si o si se debería dar respuesta antes de abrir su negocio. Y si quieren profundizar no dejen de leer Emprendimiento social: Qué es, qué no y cómo hacerlo viable
Gracias Raul!
10 consejos para emprender y no morir en el intento
Entre la fiebre alimentada del emprendimiento, que viene a decirnos a todos que quien no sale adelante es porque no quiere, y lo bien que viene para maquillar el desempleo el incremento de altas como autónomos, las personas que van siendo expulsadas del mercado laboral se enfrentan a decisiones complicadas.
Estamos, en muchos casos , frente a personas que no se habrían planteado en la vida llevar adelante un negocio propio. Personas que sin vocación emprendedora ni formación empresarial se ven abocados a dar una solución viable a su familia. El paro, para quien tiene derecho a él, es una solución temporal que evita la precariedad mientras buscas un nuevo puesto de trabajo. Al principio se vive como un descanso merecido y pagado. Con el pasar de los meses llegan las dudas, dado que el mercado laboral parece de todo menos activo, y con ellas el miedo. ¿Encontraré trabajo antes de que se me acabe el paro? ¿A mi edad lo conseguiré? ¿Con mi formación a donde voy?
Es en este momento cuando, alimentado por las propuestas para que emprendas piensas en una alternativa. Si no voy a encontrar trabajo ¿Por qué no me monto mi negocio? Lejos de jefes, trabajo para mi y seguro que podemos salir adelante. Además hay ayudas y no puede ser tan difícil cuando todos conocemos a alguien que no era tan espabilado como yo y le ha salido bien.
Ayuntamientos, servicios autonómicos y estatales se suman a academias, viveros, y otros en la fiebre del emprendimiento. Se ha juntado el hambre con las ganas de comer.
No es que no sea una salida posible, tampoco es que tengas que ser superman para poner en marcha un pequeño negocio, lo que sí ocurre es que no es tan fácil como nos quieren hacer ver. Hay que pensar muy bien como lo haces. El apoyo que pueden llegar a recibir las personas que andan buscando como crear su nanoempresa, esos futuros autónomos, no ha de pasar de las instrucciones para conseguir el pago único del paro y solicitar algunas subvenciones.
Desde la convicción de la necesidad de estudiar correctamente un proyecto de empresa traemos un decálogo de lo que nunca has de dejar de saber para emprender:
¿Qué es lo que vas a vender? ¿Cuál es el producto o servicio que ofrecerás?
Es frecuente escuchar a alguien decir “voy a montar una tienda de electrodomésticos, un kiosko, un bar…” pero ¿Qué es exactamente lo que vas a vender? ¿Cuál es tu competencia y qué aportarás tú que ellos no lo estén haciendo y sea valorado por los clientes? La respuesta a esta pregunta tiene que estar explicada desde la necesidad que la competencia no cubre y por lo tanto está insatisfecha. No eres una gran multinacional capaz de crear una necesidad donde no la hay, además de la carencia de ética de estas formas de actuar.
¿Qué necesitas saber para poder vender ese producto o servicio?
No vale todo, ni se construye por intuición, para dar un buen servicio o crear un buen producto necesitamos conocimiento sobre el tema. Definido lo que vamos a vender debemos planificar su sistema de producción o prestación del servicio. ¿Qué necesito saber y como adquiero esa formación? No conocer lo que se vende lleva a no adecuar lo que ofertamos con lo que nuestro cliente necesita. El desencuentro de las partes puede ser el principio del fin.
¿Cuánto necesitas invertir para ponerlo en marcha?
Cualquier empresario asume un riesgo que irá viendo remunerado conforme se consolida la empresa en el mercado. El primer riesgo se asume con la inversión inicial ¿Qué maquinaria, instalaciones, formación, publicidad, stocks… debo haber realizado el día que abra mi negocio? Mucho cuidado con dos partidas que no suelen tenerse en cuenta y se deben prever como una dotación de capital inicial:
◦ Las pérdidas durante el primer periodo, que puede ser con facilidad más de un año, hasta que el negocio sea rentable
◦ El sueldo que llevaré a mi casa, ¿Cuánto y desde cuándo?
¿Cómo vas a financiar esa inversión inicial?
Hay diferentes maneras de cubrirla: la capitalización del paro, préstamos bancarios, compartiendo con inversores mi negocio, subvenciones, aportación en horas de trabajo o especies… Cada una de ellas tiene unas consecuencias diferentes y debemos hacer una elección asumible teniendo en cuenta incluso el fallo en el intento.
La capitalización del paro nos deja sin paro, lo consume de golpe por lo que se pierde la protección que se ganó como trabajador por cuenta ajena. Los préstamos bancarios son caros y obligan a aportar unas garantías varias veces el valor de lo que solicitamos. Compartir la inversión elimina la deuda pero te obliga a compartir el poder, las decisiones importantes y el beneficio del negocio. Las subvenciones serán siempre bienvenidas pero construir contando con ellas no es realista, estas pueden no ser concedidas o incluso habiéndolo sido no disponer de ellas en años. Aportar nuestro trabajo sin cobrar es una buena forma de invertir sin endeudarse con terceros, dependerá de si te lo puedes permitir y cuánto tiempo.
Elegiremos una, otra o determinada combinación de ellas en función de la inversión a realizar y de la capacidad de asumir riesgos desde nuestra estructura familiar.
¿Cuánto vas a vender?
Es la pregunta del millón. Los estudios de mercado vienen a ayudar a dar respuesta a esta pregunta. Sin embargo, difícilmente una persona que busca establecerse como autónomo realizará uno de estos estudios por su elevado coste. La pregunta sin embargo debe ser contestada y no desde la intuición o los comentarios de amigos. Recabar datos demográficos, de consumo, del sector, de los negocios del territorio e incluso información de personas que en otros territorios tengan negocios similares al que vamos a montar son formas de acercarnos a la información que se necesita.
Los costes mensuales de nuestro negocio nos han de permitir saber qué cuantía hemos de facturar mínimo para no perder. Esa cifra se convierte en reto de venta y si además la información recabada nos indica que hay suficiente mercado tendremos una respuesta a la pregunta sobre la venta.
¿Cómo consigues esa venta?
Poner en marcha un negocio y alcanzar las ventas que nos permitan llegar a tener los resultados económicos buscados exige una planificación. ¿Qué vas a hacer para vender la cifra necesaria? No es suficiente abrir la persiana de un negocio cada mañana para vender lo que necesitamos tenemos que buscar a nuestros clientes. Un plan de ventas, el plan de marketing de las medianas y grandes empresas, debe indicarnos qué vamos a tener que hacer para conseguir el volumen de ventas. La publicidad, la distribución, el producto en calidad y precio se definen para llevar a la calle una oferta atractiva.
La actividad de venta tiene unos gastos propios que debemos considerar como lo hacemos con los de los suministros o el sueldo.
¿Conoces el régimen legal del negocio y sus consecuencias?
La persona que crea su negocio como oportunidad laboral suele acabar bajo la forma jurídica de una actividad económica sujeta al IRPF, el autónomo, a lo más, a la comunidad de bienes que son varios autónomos que comparten recursos y se presentan como grupo. Estos marcos jurídicos vuelcan la responsabilidad del negocio no solo sobre el negocio mismo sino también sobre el patrimonio personal del autónomo. Éste responde con sus bienes y rentas privadas, actuales y futuras, para subsanar cualquier perdida del negocio. En las sociedades mercantiles la responsabilidad, salvo de causas fraudulentas, no alcanza al patrimonio personal de los socios.
Debemos ser conscientes de esto más cuando podemos estar jugándonos la vivienda de la familia y quizá algunas más.
¿Con quién me junto para abrir el negocio?
Los socios son un elemento de potencia para emprender pero a la vez una de las primeras causas de cierre de los negocios. Cuando uno está soñando con lo que será y confía en este futuro no suele encontrar desencuentro con las personas socias. Cuando se pone difícil, cuando la previsión no se ha cumplido, cuando hay que respaldar el negocio con los bienes particulares, cuando las pérdidas aparecen o cuando hay que cambiar sobre la marcha el planteamiento original, es cuando esa sociedad sin fisuras muestra su debilidad. Cada uno de los socios puede tener realidades diferentes en su vida particular que les obligan a posicionarse de diferente forma ante las situaciones. Por más racional y comprensible que sea, si estas situaciones no se han tenido en cuenta a la hora de elegir socios cuando lleguen tiempos difíciles las diferentes reacciones ante ellos serán razón de desencuentro y discusión.
Pensar en escenarios de futuro desfavorables antes de asumir ningún compromiso con socios puede ayudarnos a planificar las mejores respuestas a situaciones adversas. El cierre de un negocio con perdidas sólo es peor cuando éste se da con socios. Las deudas, y más para el marco jurídico del autónomo, compartidas con socios pueden llegar a ser muy dolorosas económica y personalmente.
¿Con qué información gestionas tu negocio?
Si la información ha sido clave para el diseño de la empresa no lo ha de ser menos para su gestión diaria. La contabilidad es la fuente de información que utilizan las medianas y grandes empresas. Sin embargo toda esa información para el autónomo acaba siendo un contrato con una gestoría para que lleve los impuestos. La ausencia de información impide saber qué le está pasando a nuestra empresa y qué podemos necesitar cambiar para mejorar los resultados.
Búscate el medio que pueda ser más sencillo, una hoja de cálculo, un programa en la caja del comercio, un sistema de apuntes en fichas o una contabilidad. Para recoger la información de tu negocio y así poder saber en cada momento cual es su realidad.
Es importante no confundir la cantidad de dinero disponible con los beneficios del negocio. Son dos espacios de gestión diferentes ¿Cuánto gano? ¿He cobrado lo que me deben para poder pagar mis gastos? Puedo estar ganando pero no poder pagar por no haber cobrado o al revés.
¿Conozco y cumplo toda la legislación vigente?
Las exigencias legales serán muy diferentes según cual sea la actividad económica. En el propio estudio, antes de comenzar, debemos recabar toda la información sobre las obligaciones que las leyes nos van a imponer y que en numerosos casos implicarán gastos cuando no lleguen incluso a ser motivo del cierre por incumplimiento. Las leyes no siempre contemplan la dimensión del negocio y pueden perder todo el sentido, desde cualquier lógica, para un autónomo pero ello no exime a éste de cumplirlas.
Después de volcado el decálogo podría pensarse que intentamos quitarle la idea y la ilusión a quien va a emprender. Nada menos cierto que eso. Emprender es una aventura GENIAL que puede aportar muchas satisfacciones además de unos recursos económicos necesarios. Por eso mismo tenemos que hacerlo conscientes de las exigencias que esto tiene y HACERLO BIEN.
Buen viaje amigo y compañero emprendedor. Que disfrutes del camino.
Buenos días Xose, muchas gracias por la información y por tu interés. El tema lo hemos tocado ya en bastantes ocasiones, nosotros lo denominamos «emprendedores por necesidad», y también insistimos en que deben de tomarse una serie de precauciones y planificaciones para reducir al mínimo el riesgo… y -que no estaría mal añadirlo al artículo que nos comentas- tener un «Plan B» para que en caso de fracaso no arrastre a la ruina económica al emprendedor.
Y una de las cosas que se puede hacer es constituirse como «emprendedor de responsabilidad limitada», en este enlace tienes información sobre ello. Un cordial saludo.
http://www.emprendedores.es/publireportajes/facturacion-contabilidad-empresa-debitoor/emprendedor-responsabilidad-limitada