Entre tractores y ganaderos luchando por su futuro en las calles de Compostela, y bajo el lema «Jóvenes en riesgo, un riesgo para Europa«, se ha celebrado el interesante I Encuentro Internacional Jóvenes e Inclusión, organizado por la Red Jóvenes e Inclusión, formada por ONG y universidades de toda España y buscando mejorar la calidad del su trabajo por jóvenes tutelados y ex-tutelados.
No les explico de qué se habló, mejor se lo cuentan José Antonio, Ibrahim, Quique y Xabier en dos esplendidos artículos: «Te miran distinto. La primera frase que suele soltarte la gente es ‘por algo estás ahí» de Elisa Alvarez y «Nos da miedo cumplir los 18» de Salomé Barba.
De infancia, juventud, desigualdad y periodismo decente, habló Ekaitz Cancela, de la Fundación Por Causa. Hace unos meses nos contaba que «Los niños no votan, no tuitean, no llenan las calles para protestar» hoy les resume su ponencia.
Gracias Ekaitz
Jóvenes: condenados a cadena perpetua
Los jóvenes no tenemos trabajo, dinero para pagar la enseñanza universitaria y nos falta ánimo. No tenemos un altavoz mediático para decirle a nuestros líderes que nos tienen que sacar del problema, y recordarles que tenemos uno, y muy grave. A veces somos datos, otras nos abstraen de la realidad definiéndonos como “los jóvenes”, o banalmente: “NINIS”.
Es imposible conocer, si miramos los datos del Gobierno, saber cuánto se invierte e invertía en nosotros y cuanto haría falta para resolver el problema que tenemos. “Pobreza juvenil” , le llaman algunos a lo que sufrimos el 51,7% en desempleo los menores de 25 en España. “Emergencia nacional”, decimos nosotros. “Perder una generación es destruir la siguiente. Y la actual se está destruyendo poco a poco”, señalan otras voces más jóvenes como la de Carmen y Jimena en Futuro Imperfecto
La tasa de fertilidad está cayendo en picado, peligra el sistema de pensiones y no podemos garantizar a las familias el proyecto fundamental de tener un hijo. Todo esto tendrá repercusión a corto plazo y de forma directa en las posibilidades de los jóvenes; decisiones tales como la emancipación, formación de una familia y el número de hijos podrán verse retrasadas o limitadas. El sufrimiento de la pobreza en la infancia y juventud puede tener consecuencias durante toda la vida. Esta crisis es lo más parecido a una cadena perpetúa.
No es ninguna locura hablar de emergencia, aunque esta no se vaya a resolver esperando a que suba un punto el PIB, el IBEX remonte o dándole a refrescar cada vez que salgan los últimos datos del INE. La recuperación de los niños va al margen del problema del empleo y la de los jóvenes está estrechamente relacionada con algo de nombre sencillo: formación académica, pero con un apellido letal: desigualdad.
Un breve vistazo a dos distritos madrileños como Puente de Vallecas y Moncloa-Aravaca nos retratan. En el primero, la gran mayoría de los estudiantes estaban inscritos en colegios públicos (17.106) y una minoría (1.301) en colegios privados sin concierto. Por su parte, en el segundo la mayoría de los estudiantes estaban inscritos en colegios privados sin concierto (10.859) y 7.886 alumnos acudían a colegios públicos.
El nivel de estudios incide directamente en el desempleo: el número de parados disminuye conforme aumenta el nivel de estudios. Por tanto, como señalan las citadas Carmen y Jimena, “todo depende del sitio en el que nazcas. Eso lo condiciona todo”. Alguien que no ha podido recibir una educación no puede elegir. Y eso no significa ser NINI, sino que no ha tenido posibilidades. Cualquier líder político que no reconozca la desigualdad y la tome como punto de partida de este problema, habrá fallado.
A los periodistas nos toca hacer autocrítica
Pero la pobreza es también humillación. Y los que deciden ponerle fin responden de forma parcial y mediocre. Esto es la consecuencia de un debate publico mal informado, en donde los líderes de opinión no ponen el foco. Y en este aspecto, a los periodistas nos toca hacer autocrítica. El hecho de que no podamos tener un debate informado sobre un asunto tan importante porque los números no están disponibles es frustrante.
¿Se imaginan a un profesional de la información preguntando en el Congreso de Ministros, en el Senado o en una de las intervenciones sin plasma del presidente en Moncloa, cuánto cuesta acabar con la pobreza infantil en España, esa que sufren casi uno de cada tres niños?
“Me pinta usted un país que no conozco”, podría responder el presidente sin saber la respuesta. Pero ni lo sabe él, ni lo saben los políticos responsables de esta tarea, ni tampoco los parlamentarios que deben fiscalizarla. Quizá, ante la ignorancia, la respuesta fácil sea que “no hay mejor política social que crear empleo” mientras, y va de nuevo una comparación odiosa, el paro juvenil, en la franja de edad entre 16 y 24 años, en Moncloa-Aravaca es de un total de 287 desempleados, siete vez menos que en el Puente de Vallecas, con un total de 2.222.
“¿Dónde están los 263.000 niños pobres que desaparecieron de las estadísticas?”, y estas siete preguntas sobre pobreza infantil en España serían al mismo tiempo cruciales para entender por qué las políticas públicas han fracasado a la hora de evitar y revertir la situación de los niños y niñas de este país. También algún que otro dato obtenido gracias a los esfuerzos por ofrecer un debate cualificado de las ONG como Save The Children, UNICEF o de Fundaciones como desde la que se escribe esta entrada, porCausa. Como por ejemplo, que la Administración ha fallado a la hora de moderar el incremento del esfuerzo individual para compensar las desigualdades.
El Estado ha debilitado gravemente su papel como igualador de oportunidades, lo que en la situación de crisis actual acaba por acercar los puntos de partida desiguales, pero a la baja. Un ejemplo que nos delata y define nuestras prioridades es la reducción de la inversión en infancia. Un 14,6% desde 2010, 6.370 millones menos de dotación presupuestaria. Es decir, se han recortado 772 euros por niño.
Desde los medios hemos de comenzar un cambio en la forma en la que tratamos la pobreza para lograr un debate mediático exitoso. Como señala Gonzalo Fanjul, “necesitamos coraje, no creatividad política”.
Es clave contar, y hacerlo bien, el nivel de desigualdad al que hemos llegado. Hacer que las personas tomen conciencia sobre su condición y ubicación dentro de la sociedad se torna fundamental para movilizar un nivel organización social que pudiese alterar la correlación de fuerzas del sistema dominante o hegemónico. Hemos de asumir que la conciencia crítica es un paso importante para avanzar a la construcción de una conciencia colectiva sobre ciertos fenómenos que nos definen como sociedad.
“Mientras sigamos pensando que el periodismo está en decadencia porque esa narración se desvanece, estaremos impidiendo que nuestro trabajo cambie”. Las «épicas» palabras de Delia Rodríguez adelantaban en agosto el desafío más inmediato al que nos enfrentamos: la resignación. Hagamos de la desigualdad un asunto central en el debate público.
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