«La mujer es la compañera del hombre, dotada con la misma capacidad mental.
Si por fuerza se entiende poder moral, entonces la mujer es infinitamente superior al hombre.
Si la no violencia es la ley de nuestro ser, el futuro está con las mujeres.»
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Como en el presente no hay mucho que celebrar, me parece importante recordar esta frase de Mahatma Gandhi sobre su futuro que abre la página oficial de la ONU con la historia sobre este día. Recordar un pasado de lucha de muchas heroínas, como las que en 1917 rodearon el Congreso de Estados Unidos reclamando su derecho al voto.
Un futuro que no llega y que incluso retrocede en muchos aspectos. Lo saben bien Romana Pérez de Lis, una experta y colaboradora habitual de este blog.
Les dejo con ella, pero antes con estas cinco deslenguadas para que se ofendan.
Gracias Romana. También por no rendirte.
Persiguiendo el feminismo(s)
Asistimos en pleno siglo XXI, cuando creíamos superado el debate ético y legal sobre la igualdad, a una campaña de desprestigio del feminismo. Día a día, desde una serie de medios de comunicación, con unas instituciones, en ocasiones, ejecutoras y cómplices, se criminaliza a sus defensoras tildándolas de “agresivas” en los mensajes y en las formas, manipulando la realidad y desmovilizando a las posibles simpatizantes.
La superación del género, ese conjunto de condicionantes culturales vinculadas al hecho de nacer con unas características biológicas, es uno de los debates al que nos llevará la evolución. Sin embargo, la realidad está aún a un abismo de distancia. Tenemos que escuchar a diario que feminismo es igual a machismo, que somos criadas en igualdad, que podemos llegar profesionalmente a donde queramos, que son muchas las denuncias falsas por violencia machista, que las agresiones en los bares, en las calles, en la pareja son exageraciones nuestras. “Eso no sucede”.
Anuladas por el miedo
Algo tan cotidiano que no viven los varones como tener que apurar el paso volviendo a casa o hacerlo siempre acompañada tiene muchas más consecuencias psicológicas de las que se pueden ver a simple vista. El miedo es una poderosa herramienta de anulación. Si hay una agresión a pesar de los “trucos” para alejar los posibles peligros (hacer que hablamos por el móvil, caminar con las llaves en la mano…), la culpabilidad nos hará callar en la mayoría de los casos. Teniendo en cuenta esto, no ha de extrañar el silencio cuando la violencia la ejerce la pareja, un compañero de trabajo o un familiar.
Da igual donde pongamos el objetivo: la actitud institucional en los casos de violencia machista donde la víctima es tratada cómo acusada, la brecha salarial de un 24% desfavorable para la mujer sabiendo que en términos de productividad, educación y experiencia debía ser la contraria, la escasez de medidas positivas para el emprendimiento, para la conciliación familiar, para la atención adecuada y específica a nuestra salud como contribuyentes que somos. A ver qué Estado de supuesto Bienestar sobrevive sin la red de cuidados adjudicada tradicionalmente a la mujer. Su recompensa es el desprestigio.
En 2014 vivimos atónitas y en lucha a una reforma de la ley del aborto que no llegó a producirse, mas el sabor es agridulce. La paralización atendió en última instancia a criterios electorales, no porque se reconozca el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo y su vida.
Si quieres triunfar, renuncia
Las instituciones son reflejo de la sociedad en la que vivimos. Con mayor o menor distancia, con mayor o menor rapidez, mudan como organismo vivo que somos. Las campañas publicitarias, los mensajes lanzados en los medios de comunicación, convierten a la mujer en un objeto, susceptible de ser “propiedad de”.
Si quieres triunfar renuncia a tu identidad, no trates de cambiar patrones de comunicación. Asímilate. Mézclate. Pon buena cara ante los piropos, ante el control de tu pareja: los celos son una muestra de amor. Seguimos escuchando que en procesos de selección, de treinta mujeres bien preparadas y perfectamente válidas se cogerá al único candidato por el simple hecho de ser varón.
Feminismo no es el antónimo de machismo. Feminismo a día de hoy es la única herramienta con la que hacer frente a la relegación de la mujer como ciudadana de segunda, como menor de edad tutelada porque nos ayuda a entender la rabia y el dolor cuando vivimos constantemente situaciones de discriminación. Porque la posición de desventaja, de olvido, somete a la identidad a un juego perverso. Sin identidad no somos.
No estamos para adornar el cuento
El camino por recorrer una vez que se abre el debate de la igualdad no es sencillo, para nosotras supone retrasar muchos proyectos e incluso renunciar a ellos, entrar en constante contradicción por todo lo asumido desde la infancia y lo que nuestra conciencia nos impulsa a exigir.
No hay retorno. No estamos para adornar el cuento, como protagonistas decidiremos los términos en los que queremos vivir, en los que queremos expresarnos y relacionarnos. Surgen con esta finalidad espacios para compartir inquietudes, donde hablar de miedos y angustias, de agresiones que escondemos por culpa o vergüenza. Cada vez hay más literatura por y para mujeres, revistas, secciones especializadas en medios de comunicación tradicionales…
Cultura en femenino. Este tejido que creen invisible es poder, es cambio, es FUTURO.
Habrá comentarios en este artículo en los que se hable de que ya tenemos todo lo que podemos exigir. Pensando en la respuesta me viene a la cabeza la canción de Chavela Vargas, La Llorona: “¿Qué más quieres?¿Quieres más?”
Quiero no tener que hablar de violencia machista, de feminicidio, de agresiones en espacios públicos ni privados, de retribución desigual, de anulación, de techo de cristal, de miedo, de la pasividad de las instituciones, del “mirar para otro lado” de todas y todos, de asumir en silencio que nuestras hijas y nietas vivirán aun peor.
Que tengamos que reivindicar derechos naturales, inhenrentes a la persona, cuestiones que no deberían de ser objeto de comentario, ni siquiera deberíamos de celebrar el 8 DE MARZO, ni el 25 DE NOVIEMBRE, es terrible, en el SIGLO XXI seguir así, con discriminación salarial, con normas opacas sobre la conciliación familiar y laboral y bajo una discriminación positiva objeto de debate en el Congreso sobre las cuotas en las listas electorales.
No podemos considerar la igualdad en estos términos, la verdadera igualdad se manifestará cuando las mujere no sean objeto de debate.
Noraboa,excelente artigo. Mágoa que describa unha realidade que parece está aínda lonxe de mudar. Saúdos
Excelente artigo. Impresiona o acaído e a elegancia da argumentación.