La Voz de Galicia
Hablando de riqueza, pobreza, exclusión y con quienes no quieren quedarse al borde del camino
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«Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres», leo que el Papa Francisco le ha comentado a los periodistas en el Vaticano.  Es un frase que se suma a otras semejantes con las que Jorge Mario Bergoglio se ha ganado en pocos días una atención indudable, incluso para los que no estamos precisamente cerca de la iglesia de Roma.

Ya hace muchos años que tengo por costumbre «no comerme crudo a nadie, como mínimo cocinarlo un poco», no fascinarme ni endiosar a ninguna persona. Ya he conocido a bastantes gurús o adalides de la lucha contra la pobreza y les dan cien vueltas cualquier persona normal y corriente que esté cuidando a una persona dependiente o muchas misioneras que se dejan la piel en Africa o América Latina.

Pero un poco si que me he ilusionado con este señor, por lo que puede implicar, si se cree lo que dice, en la lucha contra la pobreza y la exclusión social: Latinoamericano, la llamada a la austeridad con su nombre, sus gestos y declaraciones…

Hace unos meses, Fernando Cardenal, otro jesuíta al que admiro escribía “Mi esperanza es que los jóvenes vuelvan a las calles a hacer historia”, ¿lo suscribiría Francisco?

Para opinar con fundamento, hoy presumo de amigos y les dejo con orgullo con uno de ellos, Víctor Cortizo. Además de abogado, emprendedor y entusiasta, Victor ha sido entre otras muchas actuaciones, responsable de juventud de la Conferencia Episcopal Española y organizador de varias Jornadas Mundiales de la Juventud.

Gracias por sumar, Victor.

LA SORPRESA Y EL ENCUENTRO

Reconozco con sinceridad que todavía no termino de creerme lo que ha pasado en Roma estos días. La elección de un Papa como Francisco rompe con mucho casi todos los esquemas que conozco relacionados con el cónclave y su desarrollo, no solo es la sorpresa de un Papa Latinoamericano o Jesuita, sino también la rapidez y la unanimidad que comentan hubo en su elección.

Ha sido una rápida bocanada de aire fresco que se ha abierto camino desde los primeros instantes y que ha provocado una reacción en cadena de alegría en muchas personas que en una inmensa mayoría no mantienen una relación demasiado cercana con la Iglesia pero que a mi me resulta fácil comprender.

Y es que desde el principio se han ido rompiendo algunos esquemas vinculados a este tipo de acontecimientos, y servidor que ha estado muchas veces en Roma y bastantes veces con Papas sabe que no es cosa sencilla, y que ser capaz de manifestarse tal y como uno es ya es una señal de que algo nuevo anda rondando aunque aun no seamos capaces de valorar el alcance de lo que está por venir, pero a juzgar por la renuncia de Benedicto XVI ,la elección de Francisco y el tiempo que ha vivido la Iglesia, podemos esperar con intensidad profundos tiempos de cambio y porque no decirlo de renovación.

Ya adelanto que la situación del Papa Francisco no será fácil, desde un sector y desde el otro le presionará cada uno a su manera. Por una parte estarán aquellos que no verán con buenos ojos las muestras de espontaneidad o la claridad con la que dirigirá gran parte de sus mensaje, la insistencia en los pobres o los gestos sencillos; y por otra estarán aquellos que albergan deseos de que la Iglesia con el Papado al frente abrace postulados o posiciones en determinadas materias o cambie repentinamente modelos de funcionamiento o realice cambios en determinados temas. Entre unos y otros el Papa sentirá la presión y la crítica, pero tengo la impresión de que tendrá a su lado a los que viven su pertenencia eclesial desde la normalidad y cotidianidad y que solo quieren que el Papa será una persona buena, auténtica, comprensible y accesible. Eso creo que lo tenemos ya.

Son muchos los retos que son del Papa y son de la Iglesia y por lo tanto de todos los que nos sentimos parte de ella. Son los mismos que ayer pero que tal vez ahora afrontamos con un nuevo estilo y con un cierto optimismo.

Desde luego uno de los más importantes será el trabajar por una Iglesia que esté cerca de la gente, que tenga un conocimiento de la realidad de tantos hombres que sufren en nuestros tiempos de tantas formas, que por encima de todo acoja a todos y sea capaz de recuperar en unos sitios y aumentar en otros credibilidad y compromiso.

Necesita también recuperar el peso de lo social que ha tenido , tiene y mantiene la Iglesia en muchos lugares, a veces en soledad, pero que necesita una cierta reformulación para dimensionarla a la totalidad de la comunidad creyente. No deja de ser sorprendente la insistencia y preocupación por los pobres que ha manifestado en tantas ocasiones desde el principio el Papa Francisco y que ya forma parte incluso de la elección del nombre.

El reto es también dar paso como comunidad, no provocar fricciones ni exclusiones. Si algo he aprendido de mis viajes por Europa, América y Asia es que la Iglesia tiene una enorme diversidad, que no es fácil englobarla y comprenderla y que algunos pensamos que nuestro camino es el camino, y nada más lejos de eso. El verdadero liderazgo que creo que tenemos es el de un Pastor que nos anima a caminar unidos, con proyectos comunes , cada uno desde y en su realidad, mirando el futuro con Esperanza.

Por último los gestos, en un tiempo donde sobran palabras y sobran gestos me quedo con algunos de estos días:

La oración y bendición en su primera aparición pública que le pide al pueblo en la Plaza de San Pedro y que el recibe inclinado

El encuentro con los cardenales, distendido, natural, expresivo, comunicativo.

La rueda de prensa, reconociendo la labor de los medios y expresando transparencia y claridad

Y por último, sus zapatos negros y gastados, todo un símbolo de su vida que apenas conocíamos hasta ahora y de la dura tarea que le queda y para la que creo que puede contar con muchos de nosotros, que a pesar de algunas cosas nos sentimos sencilla y sinceramente miembros de la Iglesia.

 Victor Cortizo