La Voz de Galicia
Hablando de riqueza, pobreza, exclusión y con quienes no quieren quedarse al borde del camino
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Pocas imágenes me entristecen tanto como las de este mapa. Cada punto en esta web impulsada por Juventud Sin Futuro es una historia que una persona que se ha visto obligada a escapar de España a buscarse la vida. Me duele también porque cada punto y la propia web que los acoge son ejemplos de la sangria de ingenio y talento que está huyendo de un pais que parece haber renunciado a luchar contra la desigualdad en beneficio de una minoría.

Me acuerdo del círculo vicioso de la pobreza, un concepto utilizado al estudiar las razones del subdesarrollo de muchos países, pero sobre todo de muchas personas:   La pobreza suele generar más pobreza. Sin politicas e intervenciones activas y continuas en educación, salud, empleo digno o servicios sociales, la persona que nace pobre, morirá pobre. También sus hijos. También sus nietos…

¿Este es el futuro que le espera a nuestros jóvenes?

Esta semana tendrán oportunidad de reflexionar sobre estos temas si están por Compostela. El Consejo Económico y Social de Galicia y el IDEGA organizan el 14 una jornada sobre las perspectivas laborales de la juventud gallega. Y el 15 y 16 no se pierdan la Conferencia Internacional «Adolescencia y juventud: De la exclusión social a la Ciudadanía Activa«. Si están en Mallorca, tienen la oportunidad de acompañarme en el  V Intercambio de profesionales “Creando el mañana”.

Juventud con talento que se va, o mejor a la que echan. Y jóvenes con talento que aún se quedan y sufren por las continuas despedidas de amigos o amigas pero que no se rinden. Una de ellas Romana Pérez de Lis,  una politógologa y trabajadora social comprometida a la que ya conocen escribiendo de Palabras mentirosas sobre gitanos o Que no les hipotequen la vida.

Gracias Romana. También por no rendirte.

No nos vamos. Nos echais

Movilidad exterior, así llama el Gobierno al exilio forzado de 70 jóvenes al día en Galicia. Hablan de éxito profesional, de oportunidad de aprender idiomas, de hacer curriculum… mientras aquí vas perdiendo el imprescindible capital social profesional, ese tejido que te garantiza al menos poder pasar la criba y tener acceso a una entrevista.

Hacer la maleta por lo tanto no significa solamente el desarraigo afectivo y emocional, también el profesional. Emigramos a una Europa plagada de minijobs, en la que con suerte seremos ciudadanas de segunda (no se nos olvida que hasta en la precariedad hay clases) y puede que alguna salga en “Españoles por el mundo” contando lo que echa de menos la tortilla de patata y el jamón. Pero se nos olvida que esta tierra está llena de recursos, de riqueza. Se nos olvida (casi siempre) que esta tierra es nuestra.

El paro juvenil alcanza ya el 55,8%, el 80% de las menores de 30 años sigue viviendo con sus padres, una cuarta parte vive en riesgo de exclusión, casi el 30% de las que logran un empleo lo hacen a jornada parcial lo que redunda en la precarización…

Además de un (des) Gobierno generador de pobreza y exclusión, detrás de estas cifras hay más culpables.Aquellos que vampirizan a una generación a la que han dejado sin futuro, pero también sin presente. Nos convencen de que no hay otra salida: o lo tomas o lo dejas, habrá mil como tú esperando en la puerta. Trabaja gratis o casi gratis, por tu bien, no por el suyo. No para garantizar su salario que será cinco veces el tuyo, ni asegurar llegado el momento su prestación por desempleo (a la que tú no tienes derecho porque trabajas de manera irregular), ni para pagarles del día 1 al 5 de cada mes sin retraso ni opción alquileres astronómicos que se niegan a renegociar.

Aquellos que nos asfixian, que no nos dejan espacio, son los mismos que se escandalizan viendo como prende esta frustración en una manifestación, como se ocupan casas vacías en ruinas y tierras improductivas para generar espacios de encuentro y salidas alternativas a la desmotivación y la huída.

Crear canales de solidaridad alternativos es subversivo. Tener ideas también.

Violencia es cobrar 2,95€/hora, despedir a compañeras brillantes en aeropuertos con más miedo que ilusión, enlazar hasta el absurdo contratos de “aprendizaje y formación”, el voluntariado abusivo y la nueva modalidad de utilizar los períodos de prueba permitidos como alternativa a la contratación. Violencia es que con 1.700 causas de corrupción en España y más de 500 imputados y sólo 20 estén en prisión.

Surgen iniciativas paralelas a las instituciones, con nombre y apellidos, imprescindibles para hacer frente al día a día. Aparecen centros sociales autogestionados en los que se permite participar en la toma de decisiones de manera asamblearia, en los que todas tienen voz y se ofrecen soluciones en la medida de sus posibilidades, proyectos como Videocartas Galiza-Berlín, para contar lo que está pasando con creatividad y rigor, bancos de tiempo, recuperación de espacios degradados, cooperativas de consumo responsable… una batalla contra el individualismo atroz.

Las consecuencias son incalculables, no sólo por el talento desperdiciado, fundamental para el cambio social, sino porque todas nosotras cotizaremos en otros países, y no volveremos, por lo tanto ¿quién sostendrá lo “insostenible” de este sistema perverso? Desde luego, ha llegado la hora de señalar a las culpables de este éxodo generacional, de hacer autocrítica y decidir si realmente la juventud está perdida o la hemos perdido entre todas.

@romana_lis