La Voz de Galicia
Hablando de riqueza, pobreza, exclusión y con quienes no quieren quedarse al borde del camino
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Ya me extraña que no se hayan enterado que el pasado 21 de marzo fue el Día Mundial del Síndrome de Down.  La presencia en medios de comunicación de personas exigiendo su derecho a tomar sus propias decisiones entre otras reclamaciones ha sido amplia. Tienen un interesante detalle de lo que han pedido en la web de Down Compostela (hubieran disfutado como yo con el «momento Letizia» de Carmen Canicoba, una amiga que las leyo en un acto en Santiago).

Las personas con Síndrome de Down el 21 de marzo o las personas con Autismo que celebran su día mundial el 2 de abril no ven las diferencias, ¿y ustedes?

Quien no ve ninguna diferencia es la persona a quien hoy tengo el honor de entrevistar (disculpen mi intrusismo profesional). María Ferreiro fue durante diez años y hasta hace unos meses la gerente de Down Galicia.  María ha sido durante toda su vida una institución en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad .

Ahora está gestionando la empresa de su familia. Conociendo su carácter emprendedor, además de hacer temblar seguro a algún engreido almacenillo sueco, es un motivo más de esperanza de que pronto saldremos de la crisis. Gracias María.

¿Te acuerdas cuando empezaste a trabajar hace 10 años en Down Galicia? ¿Han valido la pena?

Me acuerdo perfectamente. Cuando empecé eran organizaciones jóvenes y escasas de recursos pero que tenían muy claro quiénes eran y adonde querían llegar. Eso fue lo que más me encajó a nivel personal. En estos diez años han crecido en recursos materiales y humanos, pero la clave ha sido tener clara su misión: la inclusión de la persona con síndrome de Down o con discapacidad intelectual en todos los ámbitos de la vida. Por eso luchan y por eso siguen y van a seguir luchando.

¿De qué te sientes especialmente orgullosa?

Nada de lo conseguido es merito mío o de una sola persona, sino de un equipo de personas: familiares, trabajadores, directivos o colaboradores. Ha sido un orgullo asegurar que la administración y muchas empresas hayan confiado y creído en uno de nuestros proyectos estrella: el empleo con apoyo. Un elemento imprescindible para hacer visibles a las personas con síndrome de Down y sobre todo en un mundo como el laboral o el de la empresa normal y corriente en que este hecho no era lo habitual.

A partir de aquí se abrieron otras puertas, acompañadas de un proceso interno de mejora continua, dando pasos por ejemplo en la fundamental y aun no del todo materializada inclusión educativa.

Aquí se cree en las personas… ¿Tienen futuro las personas con Síndrome de Down o con discapacidad intelectual?

Sin ninguna duda. Y además la sociedad tiene que avanzar para que todas las personas sean de un tipo o de otro, de cualquier color o raza, con o sin discapacidad sean valores activos porque todos podemos aportar al desarrollo social. Y las personas con discapacidad pueden aportar aún más a esta sociedad en la que tanto se precisan valores sociales. Una sociedad crece cuando lo hacen todos sus miembros.

Este es uno de los valores del movimiento Down:  demostrar con hechos que cualquier persona puede llegar a alcanzar a nivel personal, laboral, afectivo, lo que se proponga. ¿Qué falta por conseguir?

El acceso al mercado laboral aún le queda mucho camino que andar. Sigue habiendo barreras y resistencias, pero la experiencia nos demuestra que se pueden derrumbar. Por ejemplo, el acceso al empleo público aún no contempla la realidad y necesidades de las personas con discapacidad sobre todo intelectual.

Se debe avanzar en la atención con calidad en las primeras etapas de la vida. Aunque ha habido muchos avances, históricamente el colectivo de personas con discapacidad intelectual ha sido muy maltratado. No se entienden a estas alturas del siglo XXI los elevados índices de analfabetismo o la aún muy baja inclusión laboral.

Quedan muchos caminos por andar y la administración debería ser más receptiva a las necesidades de todas estas personas, trabajando unidas y colaborando sin ninguna duda junto a las asociaciones, que son quienes más las conocen, para que sus propuestas sean acogidas.

Colaborar y coconstruir para avanzar de forma definitiva hacia una igualdad real de oportunidades. Esta igualdad no la entiendo cómo dar a todos lo mismo sino dar a cada uno lo que necesite. Y las personas con discapacidad tienen unas necesidades que hay que conocer y atender. Aquí está el reto

/www.downourense.org

Inviertan en autonomía, ahorren en dependencia. ¿qué se quiere decir con esta frase?

Como decía antes, todas las personas tienen un valor. Si no somos capaces de conocer y atender a sus necesidades, estamos generando personas dependientes de terceros y precisaremos gastar- porque este es el término- millones en recursos humanos que cubran esos niveles de dependencia.

Si por el contrario invertimos en recursos humanos que potencien la autonomía, seremos capaces en no mucho tiempo, de conseguir que estas personas no necesiten permanentemente de un tercero, sino que puedan vivir en su propia casa. Con apoyos, claro. No podemos negar la realidad de la discapacidad, pero es cierto que esta está en el entorno, no en las personas.

Hemos demostrado que si invertimos en las personas, podrán desarrollarse en muchos ámbitos sin necesidad de tener a cuidadores permanentemente a su lado. En algunos casos son necesarios para desarrollar actividades vitales, desde luego, pero infinitamente menos cuando se trabaja desde el momento del nacimiento.

Y lo mismo en la inclusión educativa. Si conseguimos que el sistema educativo apoye a la persona durante toda su formación básica y profesional, tendrá muchas más posibilidades para acceder al mercado laboral en distintos sectores productivos. Si no lo hacemos y no invertimos generaremos personas muy dependientes y que requieren múltiples gastos en recursos asistenciales.

Carmen Canicoba y Óscar Carril

Un buen argumento ya demostrado para la administración. Inviertan en la autonomía y no gasten dinero masivamente en soluciones paliativas que no creen en las personas.

Y esto es válido para cualquier ciudadano. Y más en esta etapa de crisis y de deseo de cambio. ¿Quién va a estar preparado para un cambio en el modelo productivo para ser de provecho si no se le han dado previamente en el sistema educativo y de formación técnica o superior oportunidades? Lo mismo ocurre con las personas con discapacidad: si nadie invierte en ellas, si no se les dan oportunidades, poco se puede hacer por el desarrollo de un país. No hay diferencia.

Trabajar integralmente con las personas, con calidad y a un coste bajo.

Claro, si se apoya a las personas en los momentos donde se precisa la inversión, como es las primeras etapas de la vida o en la etapa educativa tendremos a personas con mayores niveles de autonomía. Ahí está la clave del ahorro.

Y vuelvo a decir que no podemos obviar que las personas precisan apoyos. Pero una cosa es necesitar un apoyo puntual en determinados momentos de la vida porque en su desarrollo personal antes ya ha alcanzado otras metas, y otra es negarle oportunidades a una persona desde su nacimiento.

El secreto del ahorro de costes no es otro que invertir en la persona cuando tiene que hacerse para que en el futuro pueda ser un valor activo: aportando y contribuyendo con su trabajo, cotizando a la seguridad social, llevando un ingreso a su casa y teniendo unas relaciones sociales que le permiten desenvolverse y desarrollarse como persona.

¿Qué reto crees que tienen los gobiernos y las organizaciones que trabajan la discapacidad intelectual?

Además de lo ya comentado yo diría que el principal reto conjunto que tenemos la administración y las organizaciones sociales es el de la reconversión acelerada del tradicional modelo asistencial con el que se ha venido atendiendo a las personas con discapacidad, por un sistema de atención inclusivo en el que cada persona en su contexto más próximo reciba los apoyos necesarios para que su inclusión sea un hecho.