Cuando hace unos días intentaba demostrarles que sirve de algo luchar por los derechos humanos y contra la pobreza, les ponía entre otros ejemplos de éxito, el enorme, y reconocido internacionalmente, avance en derechos y desarrollo que la comunidad gitana ha tenido en los últimos 30 años.
No deja de sorprenderme ver a personas de indudable rigor personal y profesional someterse a la implacable ley del cuñadismo y opinar negativamente y con todo lujo de generalizaciones sobre más de un millón de españolas y españoles y olvidándose de paso de la presunción de inocencia. Para todas ellas les recomiendo leer Payo Today, se reirán un rato (ojalá que de sí mismas).
Si se dedica como profesional o voluntaria a la lucha contra la pobreza, la exclusión social o por los derechos humanos.
Si le interesan y quiere cambiar las políticas sociales o de empleo desde su ONG, administración pública, colegio profesional…
Si no quiere que sigan abusando de su buena fe para recoger tapones o alimentos toda la vida mientras los responsables políticos huyen de su responsabilidad y consienten que se humille a las personas que necesitan derechos y no limosnas.
Si quiere que al lado de Unión Europea esté también la palabra «social» y no sólo «económica» o «monetaria».
Oxfam Intermon, una de las oenegé de referencia en nuestro país cumple 60 años de lucha contra la pobreza. Y no celebra su aniversario ensimismada, sino asumiendo con valentía y junto al resto de organizaciones que forman Oxfam Internacional, el riesgo de ser coherente y luchar contra la desigualdad y sus causas no sólo en Africa o América Latina sino también en España.
Pues si, la enfermedad es un mercado muy rentable, y utilizar el chantaje como herramienta de marketing farmacéutico parece que también.
Se lo he escuchado a responsables políticos, especialmente de áreas de política social o sanidad, indignados y hasta «crispados» por tener que pagar con fondos públicos precios desorbitados por medicamentos imprescindibles ante la lógica presión de las personas afectadas y de la oposición. Fondos detraídos de otras partidas de política social.
También he escuchado en estos responsables la queja de que «desde las ONG se nos apoya poco«…
Así acababa “Tranquilidad: Sólo son personas muriendo“, un artículo escrito hace un año, cuando se hizo evidente la tragedia de miles de personas huyendo del horror sirio y una explosión de solidaridad sacudió pueblos y ciudades españolas ante la imagen del cadáver de Aylan Kurdi. Desde entonces más de 400 niños y niñas han muerto ahogados en el Egeo. El propio Aylan, de haber sobrevivido, hoy sería deportado a Turquía.
A la mayoría nos preocupa que en la actualidad, más de 60 millones de personas estén obligadas a abandonar sus hogares en el mundo, convirtiéndose en desplazadas internas o refugiadas, la cifra más elevada desde la Segunda Guerra Mundial. Son múltiples las iniciativas que cualquiera de nosotros puede hacer, con sensatez, por las personas refugiadas.
Cualquier actuación solidaria requiere tener información previa, independiente, objetiva y sin prejuicios… Seguir leyendo