Así acababa “Tranquilidad: Sólo son personas muriendo“, un artículo escrito hace un año, cuando se hizo evidente la tragedia de miles de personas huyendo del horror sirio y una explosión de solidaridad sacudió pueblos y ciudades españolas ante la imagen del cadáver de Aylan Kurdi. Desde entonces más de 400 niños y niñas han muerto ahogados en el Egeo. El propio Aylan, de haber sobrevivido, hoy sería deportado a Turquía.
A la mayoría nos preocupa que en la actualidad, más de 60 millones de personas estén obligadas a abandonar sus hogares en el mundo, convirtiéndose en desplazadas internas o refugiadas, la cifra más elevada desde la Segunda Guerra Mundial. Son múltiples las iniciativas que cualquiera de nosotros puede hacer, con sensatez, por las personas refugiadas.
Cualquier actuación solidaria requiere tener información previa, independiente, objetiva y sin prejuicios… Seguir leyendo
1.390.000 niñas y niños en pobreza severa. Medio millón más que en 2008. Imaginen por un momento que los pusiéramos en fila a peregrinar a Compostela. Se saldrían de España.
Que 638.770 niños y niñas salgan de la pobreza en una legislatura es posible. Se lo demuestra a continuación Thomas Ubrich, investigador y analista social en Save the Children. Gracias a su rigor conocimos las propuestas (varias de las cuales se están poniendo en marcha) de la situación del millón y medio de familias monomarentales en España donde una madre sola trata de sacar adelante a sus hijos.
Dicen que a los españoles nos dan igual los refugiados. Es mentira.
Como en otras muchas ocasiones, ante el sufrimiento ajeno, miles de personas están dando una vez más una lección de solidaridad. Lo comprobé por primera vez tras el genocidio en Ruanda o con el huracán Mitch en Centroamerica. Está demostrado que mientras una tragedia humanitaria sale en medios de comunicación, la sociedad española responde.
Pero lamentablemente estas explosiones de solidaridad tienen dos problemas: que suelen desaparecer cuando dejan de ser noticia (y cuando más ayuda necesitan quienes sufren) y que se actúa desde la emoción y la urgencia. Hay que ayudar ya, como sea, sin pararse a pensar en las causas del problema ni en asegurar que se hace de la mejor forma posible. Con el argumento de «lo importante es hacer» se han desperdiciado y se desperdician millones de euros.
Ricos más ricos, pobres más pobres, recortes presupuestarios, gobiernos que cuelgan el cartel de ‘no hay dinero’ y cada vez mayor desigualdad económica. Entre 2007 y 2014, la desigualdad ha explotado en España, sólo en Chipre creció más.
¿Inevitable? En absoluto. La desigualdad extrema y la corrupción son evitables. Es una cuestión de prioridades y de voluntad política.