Entrada actualizada el 15.12.2016
La obscenidad, aunque se vista de solidaria, avanza. El ¡todo para los pobres!… pero sin los pobres, también.
El asistencialismo y el amarillismo siguen siendo muy rentables para algunos medios de comunicación y ONG sin demasiados escrúpulos. Es inmediato, espectacular, simpático, impresiona con sus números vacíos… y asegura que siga habiendo personas en pobreza en las próximas décadas, y a que se las siga culpabilizando con ese ajá del que habla Manuel Jabois.
Pero hay buenas noticias. Las de muchas comunicadoras que en medios de comunicación y organizaciones y entre tapones o derechos, optan por la dignidad de las personas y su derecho a una inclusión social plena y se resisten a caer en la pornografía humanitaria.
Hace unos meses tuvimos en Compostela la oportunidad de conocer a algunas en el curso «Reportajes sin fronteras. La comunicación como herramienta para la cooperacion, el desarrollo y el cambio social«: Gonzalo Fanjul, Lola Huete, Gervasio Sanchez, Rosa María Calaf, Javier Bauluz, Miguel Angel Rodríguez, Xavier Aldekoa, Zigor Aldama, María Cedrón, Lucila Rodríguez, Montse Santolino, Xosé Manuel Pereiro…
Y con este enfoque de corresponsabilidad también en las profesionales de la comunicación de muchas ONG hay novedades. Ya es un referente el Código de Conducta de las ONG de Desarrollo.
Las organizaciones de acción social integradas en EAPN Galicia-Rede Galega contra a Pobreza se comprometieron por unanimidad a cumplir un Decálogo de principios en su comunicación. Este Decálogo se elaboró desde el Grupo de Comunicación, en donde tengo la suerte de conocer a profesionales comprometidas por la decencia en la comunicación como Romana Pérez de Lis.
Les dejo con ella pero no si antes hacerles una sugerencia algo insolente: Lean el Decálogo, ¿lo firmaría la ONG de la que es socio? Pregunte…y actúe en consecuencia.
Gracias Romana
La desgracia no es un espectáculo
Cada vez es más frecuente escuchar que la guerra que viene no se librará con balas y bombas, sino con información. La llamada “ciberguerra” dará un papel fundamental a las palabras, esa herramienta de la que disponemos para contar la realidad, para incitar a la reflexión, para generar opinión. Mientras, desde la comunicación social y en positivo libramos nuestra batalla por intentar lograr un sistema más justo combatiendo el discurso discriminatorio.
La preocupación por cómo los medios de comunicación realizan el tratamiento informativo de la pobreza es una constante para muchas entidades del Tercer Sector de Acción Social. Los códigos de buenas prácticas para periodistas que desde distintas oeneges se han ido publicando, demuestran la necesidad de un diálogo fluido entre medios y entidades.
Hay multitud de ejemplos de malas prácticas, en ocasiones intencionadas, en otras por simple desconocimiento o imprudencia que desde los medios se han realizado contra determinados colectivos. Campañas enteras de concienciación pueden quedar arruinadas en un solo minuto si las cadenas de televisión difunden prejuicios y visiones estereotipadas que perpetúan los estigmas.
Las entidades del Tercer Sector tampoco están exentas de errores en su trabajo comunicativo. En estos tiempos de recortes sociales y de la evidente crisis del Estado de Bienestar predomina un mensaje que promueve la caridad, apela a la compasión y que olvida palabras como empoderamiento y autonomía, claves para poner en valor a las personas.
El espectáculo mediático no puede ser utilizado para “visibilizar” situaciones de exclusión ya que por encima de todo están siempre la dignidad y el respeto. Comunicar si ¿pero a qué precio? ¿Podemos utilizar los patrones del marketing depredador cuando hablamos de personas en riesgo de exclusión?
Muchas ONG como las integradas en EAPN Galicia, consideran que el discurso asistencialista es un riesgo y que en ningún caso las entidades deben ser ni motor ni cómplices de su difusión. Por esto, tras meses de trabajo se decide aprobar un Decálogo de pautas para una comunicación responsable y justa, alejada de estereotipos y que tenga como finalidad última lograr una mayor implicación de la sociedad en la transformación social.
Queda mucho camino por recorrer, pero sin capacidad autocrítica no se conseguirá avanzar.
Las organizaciones del Tercer Sector de Acción Social integradas en EAPN Galicia – Rede Galega contra a Pobreza, asumimos y nos comprometemos a cumplir el siguiente DECÁLOGO:
- Respetar el derecho a la intimidad y a la propia imagen, especialmente en acontecimientos o casos que generen situaciones de aflicción o dolor, evitando la intromisión gratuita y las especulaciones innecesarias.
- Evitar expresiones, términos o imágenes estereotipadas. No reforzar visiones generalizadas, morbosas o sensacionalistas.
- Contextualizar imágenes y mensajes, evitando visiones sesgadas y parciales, más susceptibles de ser malinterpretadas.
- Evitar mensajes que apelen a la compasión o a la culpa, presentando a las personas en situaciones de extrema vulnerabilidad o sin capacidad para decidir por sí mismas. Se debe respetar en todo momento su dignidad.
- Sería conveniente, siempre que sea posible, poner el acento en las personas, dándoles voz propia.
- Promover el tratamiento informativo de la realidad con la que trabajamos como problemas sociales, no como casuísticas aisladas.
- Difundir mensajes positivos, sin caer en el dramatismo. Mostrar logros, situaciones de autonomía y empoderamiento de las personas. Sin caer en el dramatismo, la pena o la búsqueda de la mala conciencia. La desgracia no es un espectáculo.
- Emplear una visión inclusiva que represente la diversidad existente en la sociedad.
- Defender un tratamiento ético de la información, asumiendo la veracidad y la transparencia como requisitos fundamentales de la comunicación.
- Tener como objetivo último de la comunicación el cambio social. Promover la implicación y la participación de la ciudadanía para conseguirlo.
10 compromisos por una comunicación decente. Código conducta completo
Me molesta especialmente el anuncio de las becas comedor. A pesar de que realizan una gran labor, eso de que «Las vacaciones de verano están dejando a muchos niños sin su única comida al día»… peca de naíf. No son las vacaciones las que tienen la culpa de esta injusticia, una injusticia provocada por la desigualdad de acceso a la riqueza que genera un país y que deja a miles de familias sin acceso a un trabajo o un trabajo digno.
Las ONG que en su misión, visión, valores tienen como objetivo poner «parches» a los problemas (porque parcheando se aseguran su continuidad en el tiempo) tienen nuestro respeto pero desde luego, no nuestro apoyo. Toda campaña de «parche» debería ir paralela a una campaña de cambio hacia la situación que provoca el problema base. Cada ONG debería tener como objetivo «dejar de ser necesaria» Como ejemplo, en este caso sería que ningún niño necesite una beca comedor ni el próximo verano ni nunca más. Pero si este verano nos limitamos a servir alimentos, cada verano la ONG tenderá a crecer (como hacen las empresas que marchan bien!). Pero las empresas que van bien, son las que deberían tender a desaparecer porque han conseguido solucionar el problema por el que fueron creadas.
… mucho por hacer y mucha ilusión por colaborar en ese cambio.
Las ONGs deben disponer de un código de conducta que establece ciertos límites respecto a la comunicación de sus campañas. No hay nada más complicado que crear una buena campaña de captación de fondos. Rustyradiator.com es una página que intenta premiar la mejores.
¿Reconoces los estereotipos de uso frecuente en las campañas de recaudación de fondos? El sentimentalismo más humillante llama a la acción. Sin embargo, tenemos que crear un compromiso con el donante basado en el conocimiento, no en los estereotipos. ¿Por qué?
Porque tenemos que cambiar la forma en que las campañas de recaudación de fondos se comunican problemas de la pobreza y el desarrollo. De lo contrario, seguiremos creando la conciencia de “dar al pobre” en lugar de dar un paso más y plantearnos porqué existe la pobreza y qué hábitos de nuestro día a día contribuyen a ella (desde nuestros votos a nuestras compras).
Gracias María. Por desgracia esa conciencia de «dar al pobre» no sólo sigue vigente sino que ha vuelto con mucha fuerza con las últimas campañas asistencialistas y acríticas con las que en muchas organizaciones nos horrorizamos, con la enorme dificultad que tiene hacer un discurso crítico con este tipo de campañas o de defensa de derechos sin ofender a muchos miles de personas que colaboran con ellas con una buena fe y solidaridad encomiables.
Y el humor y la parodia como dices es uno de los mejores antídotos con páginas como Rustyradiator.com y sus spots (iba a ponerlo en el post pero ya me ha quedado anti comunicación la introducción que si encima hablo de esto el decálogo lo entierro abajo de todo). Hice algún post en su día que hablaba de esto: De cine, humor y dignidad. o ¡Gracias por tu ayuda, Senegal!
Que ganas tengo de montar unos premios al Radiador de Oro y Radiador Oxidado en España!. Ya hablaremos…
Estoy de acuerdo! Ese camino que es el humor permanece en la memoria y hace que se lo contemos a otras. Existen diferencias (y grandes) entre ONGs, hay que romper con la idea de que todas proceden de la misma manera en luchar contra los problemas sociales. Difieren en los medios, en los fines y también en la forma de comunicar. Me parece genial lo de los premios, que se valore una campaña ética y porqué no «popular», pero aún tenemos recelo al hablar de aquellas que no cumplen con los códigos, que no tienen presente en TODO momento la dignidad de la persona en situación de exclusión.