«Tu dices tomate y yo digo rescate«. Así se reían hace unas semanas en la revista Time del intento de nuestro encargado/presidente de gobierno de aparentar fortaleza e independencia en la toma de decisiones impuestas desde la Unión Europea.
Basta con leer las “recomendaciones” de la Comisión Europea al Plan Nacional de Reformas presentado por el gobierno español para cumplir con sus compromisos con la Estrategia Europa 2020 para saber que subir el IVA, eliminar la deducción por compra de vivienda habitual, retrasar la edad de jubilación y otras varias, son en realidad órdenes. Por cierto, en el mismo documento, gracias a la presión de las organizaciones no lucrativas integradas en EAPN Europa, la Comisión también recomienda «Tomar medidas específicas para combatir la pobreza, aumentando la eficacia del apoyo a la infancia y mejorando la empleabilidad de los grupos vulnerables«. Lástima que en este caso si haya flexibilidad para entenderlo como una sugerencia y no como una orden.
Pero nada. Como informan en El Mundo Today, nuestro presidente sigue elogiando la capacidad de España para preocupar a los mercados y el carácter “picarón” de nuestro sistema económico.
¿Sólo nuestro gobierno? Yo creo que no. Es preocupante como muchos responsables políticos siguen actuando con criterios de comunicación de tiempos que ya no existen. Intentar vendernos la moto como si las mentiras no se pudieran contrastar casi de inmediato.
Al final da la impresión de que se nos toma no como ciudadanos con criterio, sino como creyentes a los que se nos alecciona desde un púlpito. Amen. Y luego aun extraña que haya desconfianza con la clase política. Como políticos de este estilo yo prefiero a los Monty Python.
Mentira ya clásica y estudiada es agravar la situación, crear miedo y confusión para tomar medidas duras contra la población. Nada nuevo, hace unos meses ya les hablaba de ello al citar la Doctrina del Shock.
Lo novedoso y digno de estudio es la inercia de vender soluciones o de dar titulares porque si, sin que ya casi nadie se las crea. Más medidas, más rápido, más increíbles. En temas sociales la mentira es casi una enfermedad.
Hace unos años, una pizpireta diputada socialista me confesó que “En la ley de la dependencia, se nos fue un poco la mano en la venta”. Y tanto. Que triste recordarlo cuando las personas en situación de dependencia van a ser una de las próximas víctimas de la inmediata nueva tanda de recortes. Por el camino, mientras se malvestía la Dependencia, se desmantelaban los presupuestos de atención a la discapacidad y de servicios sociales.
De la negación de la crisis, la solidez del sistema financiero español, el Plan E, los brotes verdes y el repugnante indulto a un banquero corrupto un día antes de dejar el gobierno, hemos pasado a los titulares que caducan al día siguiente. En las próximas semanas es un hecho que se oficializará la intervención de la economía española, el gobierno ya ha avisado a las comunidades autónomas de que en setiembre se realizará un nuevo recorte en los fondos que reciben para politicas sociales, para que paralicen gastos y pagos.
En Galicia, mientras populares, nacionalistas y socialistas se dedican a sus onanismos personalistas y no a sus votantes, también se paralizarán pagos y gastos mientras se nos habla de construcción de barcos, fusiones de ayuntamientos, campañas publicitarias para convencernos de las bondades de la nueva ley de medicamento y compromisos solemnes con las personas con discapacidad que se deshilachan día a día.
Pero lo curioso es que al final de todo esto estamos usted y yo. Estos mercados tan complejos e inaccesibles terminan cuando decidimos que y a quien compramos o donde invertimos nuestro dinero. Y nuestros politicos ascienden o caen cuando se lo permitimos.
¿Nos creemos las mentiras o es que nos gusta creerlas?. Quiza seamos un poco como los del chiste algo ordinario: Mienteme, Pinocho, miénteme.
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