La Voz de Galicia
Hablando de riqueza, pobreza, exclusión y con quienes no quieren quedarse al borde del camino
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Lo más gratificante como trabajador o voluntario ha sido y es la participación social. Aprender, escuchar y tratar de ser altavoz (no portavoz) de las demandas de las personas en pobreza o exclusión, estando o no de acuerdo con ellas (idealizaciones ninguna y discursos buenistas menos),

En todo tipo de seminarios y encuentros personas expertas en lo que les ocurre bautizan con sus propias palabras las carencias del sistema público de lucha contra la pobreza. En el último realizado en Galicia el lema fue «Los derechos sociales no son una lotería» y se habló de brecha digital, exclusión bancaria o financiera y sobre todo de la necesidad urgente de una vivienda digna, adecuada y accesible, una política casi residual en muchos gobiernos autónomos y ayuntamientos a pesar de que bajo esta situación las personas en pobreza «no vivimos, sobrevivimos”.

XIII Encontro Galego de Participación. EAPN Galicia-Rede Europea contra a Pobreza

No hay seminario en el que no se denuncie la burocratización extrema y el maltrato que padecen las personas en vulnerabilidad que piden ayuda a la administración (estatal, autonómica o municipal). Y le pusieron un nombre que triunfó cuando hace años una víctima indignó a los responsables del Fondo Social Europeo al espetarles que «ustedes consienten y fomentan en España la violencia administrativa contra las personas como yo«

Poco a poco, la violencia administrativa va saliendo del armario y crecen las denuncias por maltrato y aporofobia institucional. Con la denuncia del ya clásico libro de Sara Mesa «Silencio administrativo»; de forma abierta en Encuentros de Participación como el de Castilla la Mancha (y del agravante pandémico del «apantallamiento«) o en bingos sociales con testimonios como «Tengo miedo a sentarme en una terraza, que me vea la asistenta social y que piense que me sobra«; «Si tienes para un esmalte de uñas tienes para comer» ; «No te tramito la ayuda porque tu madre tiene la obligación de mantenerte. Tengo 46 años» 

En el pasado IV Congreso estatal de Participación Social en Zaragoza tuve la oportunidad, junto a mi compañera Sara Abella, de dinamizar dos talleres sobre «Burocracia y pobreza» con casi 50 de sus víctimas. Les dejo tres conclusiones que creo lo resumen:

La burocracia y las instituciones nos deshumanizan y culpabilizan de nuestra situación hasta que desistimos de nuestros derechos.

Los profesionales de los servicios sociales deben tener contratos estables y dedicarse a atender las necesidades de las personas, no a tramitar recursos. Es necesaria la solidaridad, la empatía, buscar soluciones, salir del despacho.

Deben implementarse sistemas de evaluación eficaces que sancionen la falta de profesionalidad o incluso maltratos, así como figurar como la prescripción facultativa y la declaración responsable, el silencio administrativo, etc. Que no se nos olvide que trabajamos con personas.

La última, con toda su corrección y casi asepsia, es un clamor que no se describir sin crudeza, discúlpenme. No hay víctimas sin victimarias y para la mayoría de personas en pobreza y exclusión un elevado número de profesionales de los servicios sociales públicos o de ONG asistencialistas son cómplices conscientes y convencidas de esta violencia administrativa.

El cómo afrontar este problema supone un creciente y grave dilema para profesionales y organizaciones con enfoque de derechos o de fuerzas políticas defensoras del sistema público de servicios sociales. Estos tres artículos creo lo explican muy bien: Hostilidad y servicios públicos (de empleo) de Xosé Alberte Cea; 10 claves para futuras trabajadoras sociales de Saray Durán y la reflexión en Facebook del educador social Rodrigo Gil.

¿Qué le diríais al alumnado de Trabajo Social?

Dos aspectos me llamaron mucho la atención en estos talleres. La coincidencia casi unánime en que el mensaje que reciben continuamente es «se sumisa, nunca lleves la contraria» y en como saben distinguir quien está de su lado y quien en contra.

Cuando se relajan, la mayor parte de las veces hablan de «la asistenta social«, da igual el perfil profesional que esté enfrente. Pero bien que hablan de trabajador o trabajadora social cuando en la administración publica les toca la lotería de un o una profesional que les apoya, y mayoritariamente cuando pertenece a una ONG no asistencialista y en donde el lema es «el no no es una opción«.

Como tengo que dar algunas charlas a alumnado de Trabajo Social, Educación Social, Psicología o Integración Social les pedí que les dieran algunos consejos. Los escribo tal cual y con la misma emoción que cuando tomaba nota. Para mi no hay mejor regalo que esta lección de dignidad.

Respeto, empatía. No eres más que yo.

La burocracia en segundo lugar.

Aprende a escuchar y a no juzgar por la apariencia.

Romper el tú y yo: somos nosotros.

Que sea una conversación amena, no un interrogatorio.

No mires por encima del hombro.

¿De qué lado te pones? ¿De la administración o de la persona? Es el gran dilema al que os vais a enfrentar.

Sal del despacho y convive con la gente.

Cada X tiempo para y pregúntate qué haces ahí, que no se te olvide que trabajas con personas.

Que se constituyan en grupos de autoayuda, para generar resistencia a esa pérdida de humanidad.

Busca soluciones.

@XoseCuns

IV Congreso Estatal de Participación. EAPN España y Red Aragonesa de Entidades Sociales para la Inclusión