Si, reconozco que la pregunta del título es algo tramposa. Pero ya que han entrado, les propongo conocer el debate que en bastantes ONG se tiene sobre como consideran las diversas izquierdas la labor del llamado Tercer Sector (el que no es la administración o la empresa privada y que agrupa a entidades muy diversas ideologicamente pero unidas por su ausencia de ánimo de lucro).
Izquierdas, si. Entre distintos partidos y dentro de cada uno. Pero con una sensación de confusión que a veces desconcierta: Por un lado propuestas poco meditadas o de un rancio asistencialismo o con un dogma cansino sobre lo público en los servicios sociales, abandonar estrategias de inclusión en busca de titulares rápidos, etc. Y por otro iniciativas decididas e innovadoras de apostar por la sociedad civil en torno a objetivos de defensa clara de derechos sociales.
Como no tengo capacidad ni formación para plantear adecuadamente un debate sobre este tema, le he pedido a Luis Barreiro, un experto al que ya conocen por su denuncia de la vuelta del asistencialismo, a que reflexione. No les va a dejar indiferentes.
¡Gracias, Luis!
La izquierda, el Tercer Sector y los hijos de Rousseau
“Si cuando delibera el pueblo suficientemente informado, no tuviesen los ciudadanos ninguna comunicación entre sí, del gran número de pequeñas diferencias resultaría siempre la voluntad general, y la deliberación sería siempre buena. Pero cuando se forman intrigas, asociaciones parciales a expensas de la grande, la voluntad de cada una de estas asociaciones se vuelve general con relación a sus miembros, y particularmente con relación al Estado. Se puede decir entonces que ya no hay tantos votantes como hombres, sino solamente tantos como asociaciones.»
Jean-Jacques Rousseau: El contrato social
En coherencia con ese planteamiento, Rousseau propondrá la desaparición de cualquier organización intermedia entre el estado y el individuo. Si, Rousseau no era precisamente un amigo del Tercer Sector y esta absolutización del estado engendró ciertos monstruos en el siglo XX. ¿Es esta la postura actual de la izquierda en España?
¿Dónde estabais en el 78?
El concepto de izquierda y derecha surge en la Asamblea Nacional Constituyente francesa y será esta primera izquierda la que establecerá la supresión de los gremios y la abolición de cualquier otra asociación de trabajadores por la ley Le Chapelier (1791), en virtud de la «igualdad» de todos ante la ley y de la «libertad» del liberalismo. En fin, que la izquierda nada más nacer proscribe al Tercer Sector. Empezamos nuestra relación con un desencuentro.
Cuando en 1978 suena la hora de la democracia en España en la Constitución se destacan organizaciones casi inexistentes entonces como las de consumidores y usuarios, pero ni una palabra del Tercer Sector de Acción Social. Puede que el minifundismo del sector junto a la pretendida y engañosa “apoliticidad” de algunas entidades provocasen que el sector no se constitucionalizase, pero así fueron las cosas: sindicatos y Colegios Profesionales ocuparon su espacio por derecho propio. El Tercer Sector no y eso que este concepto comienza a ser manejado desde 1973 por Levitt y Etzioni en su obra «The Third Sector–New Tactics for A Responsive Society»
Puede que ésta fuese una de las causas de que en parte del sector se instalase un acentuado complejo de inferioridad que lleva a decir sandeces como: «¡Ojalá podamos desaparecer porque el estado cubra todas las necesidades!» Quién piense así quizá debería disolverse ya.
En esta situación de desprotección legal (los próceres de la patria tardarían aún ¡24 años! en aprobar la Ley Orgánica de Asociaciones), la izquierda asumió como propios los principios de Rousseau y estableció una dicotomía público-privado meramente conceptual y en absoluto operativa de la que buena parte del espectro político sigue nutriéndose.
¡Dejadme sola!
Para buena parte de la izquierda española el Tercer Sector comienza percibiéndose como una realidad provisional, que tiene su razón de ser sólo mientras el Estado no alcance a completar todas sus funciones. Se trata, desde esta visión estatalista, de un fenómeno inútil, si no contraproducente. ¿Nunca han oído eso de “en esta situación de crisis sois muy necesarios”? ¿Qué pasa…luego no?
En una segunda fase, dadas las dimensiones alcanzadas por el fenómeno, y la imposibilidad de ignorarlo, el nuevo modelo se caracterizará por su decisión de sujetar al Sector a la Ley y a la política para convertirlo en un instrumento de las políticas públicas de la Administración, que a cambio de la concesión de subvenciones, esperan la aceptación por parte de las organizaciones de su carácter meramente instrumental.
Son los partidos políticos quienes poseen la exclusividad en la organización democrática, mientras que el Tercer Sector pertenece a la esfera privada de los intereses y demandas particulares. Al igual que los toreros la izquierda clama: “¡Dejadme sola! No os necesito, yo haré mis programas sobre las realidades sociales en las que trabajáis. No preciso escucharos para saber que precisa esta sociedad”
Se cuenta de cierto líder del PSOE que, en referencia a la reforma de los servicios sociales, abrió su charla en un seminario sobre planificación social aproximadamente con estas palabras: “Acabo de tener una reunión con representantes de Cáritas, Cruz Roja y otras organizaciones privadas para explicarles el plan que estamos elaborando. Ya no será necesaria vuestra actuación”. De nuevo nada entre el Estado y el individuo. Rousseau sigue cabalgando.
Privatizando a Maslow
En los últimos tiempos la izquierda se ha enfrentado dialécticamente a las políticas privatizadoras de la derecha en ámbitos que entiende fundamentales del estado de Bienestar como la educación o la sanidad… pero sorprendentemente aplaude con entusiasmo la privatización de la mera subsistencia.
Se defienden las competencias públicas en las escalas superiores de la pirámide de necesidades de Maslow pero se renuncia a toda presencia de ese mismo estado en las necesidades primarias de los ciudadanos: “La Gran Recogida de Alimentos” ha sido apadrinada por personalidades de la cultura vinculadas a la izquierda y no conozco pronunciamientos de los partidos de ese espectro ideológico que cuestionen está privatización masiva de lo social. Que la derecha lo aplauda parece corresponderse con sus postulados políticos y su visión de la sociedad, pero: ¿Dónde está la izquierda? ¿En serio no puede plantar un modelo social alternativo?
¿Soy yo o algo de esto está pasando?
Claus Offe en «Las contradicciones de la sociedad capitalista», vaticinaba en 1982 la posibilidad de “una desintegración del partido político como la forma dominante de la representación democrática de las masas”. Para Offe, las formas de participación política de la sociedad civil, canalizadas a través de los tradicionales sistemas de partidos, habrían “agotado su eficacia para reconciliar el capitalismo con la política de masas” lo que derivaría “en el declive del sistema de partidos que dé paso a que surjan prácticas menos encorsetadas y reguladas de participación y conflicto político” ¿A alguien le suena la profecía del amigo Claus con realidades del presente?
El socialdemócrata Peter Glotz, en su «Manifiesto para una nueva izquierda europea» constata que “la izquierda debe poner en pie una coalición que apele a la solidaridad del mayor número posible de fuertes con los débiles”. Para la consecución de tal logro parece que la solución no puede venir de la mera reforma interna de los partidos, sino que tiene que pasar por el desapoderamiento de estos y la progresiva recuperación por parte de la sociedad de alguna de las tareas que se habían delegado en ellos.
En el siglo XXI Rousseau tiene poca cabida.
Rousseau argumentó la necesidad de que los niños sean educados por el Estado y de prescindir de toda interferencia de instancias intermedias… incluida la familia. Ya Voltaire le acusó de haber abandonado a sus 5 bebés en un orfanato (claro ejemplo de aplicación estricta de sus principios).
Los hijos de Rousseau fueron abandonados a una muerte segura y parece que parte de la izquierda se empeña en seguir sus pasos. A lo mejor es momento de dejar de seguir los pasos de papá Rousseau y caminar solos.
Luis Barreiro
Gracias Jose Luis. Muy interesante. Introduciendo además a la cooperación al desarrollo. Más arriba el propio Luis respondía indirectamente este tema. Es complejo pero imprescindible hablar de las diferencias amplias entre «las derechas» (entre Castilla y Leon por ejemplo y la afortunadamente desaparecido gobierno de Cospedal en Castilla la Mancha, es como el día y la noche) y dentro de la izquierda donde existiendo este peligro serio de instrumentalizacion y rancio asistencialismo, hay afortunadamente muchas persoas que proceden de ONG de acción social con trabajo y reclamación de derechos sociales y experiencia que cuando llegan a gobernar ya no tienen que superar dogmas ideológicos.
A la derecha, generalmente, le ha entrado por un oído y le ha salido por el otro lo que expresan las ONGs de desarrollo y, en general, las que luchan contra las terribles condiciones en las que viven muchas personas. Al fin y al cabo, siempre han considerado este terreno fuera del núcleo duro de lo que deberían ser sus políticas. Pero determinada izquierda, sobrada de mesianismo y de petulancia, ha ido muchas veces más allá en su afán de protagonismo, y ha querido dominarlo todo en ese terreno. El boicot, la exclusión de determinadas personas y organizaciones y una concepción de la responsabilidad pública que ha ido mucho más allá de lo público, para instalarse en lo conceptual, ha erosionado o intentado dinamitar en ocasiones a todo un sector. Y todo ello a manos de personas que nunca habían tenido experiencia en el mismo, en las etapas más negras que hemos vivido en nuestro entorno. Nos toca aprender y reflexionar, para que no nos vuelva a suceder más.
Atinados aportes os de Andrés e de Sergio… as moi diversas formas que configuran os conceptos de “esquerda” e de “terceiro sector” fan que o debate poida ser infinito… pouco teñen que ver os postulados do marxismo clásico cos dos novos movementos de esquerda… Petras acusa ás ONGs de representar un mero colchón social promovido polas clases dominantes que socava o sentimento do público. Nas antípodas desta visión das ONGs como “superestrutura” estarían O Partido Verde Alemán ou o Partido da Terra de Brasil. Igualmente na dereita son diferentes os enfoques da tradición conservadora (especialmente democrisitián) que ten entre os seus alicerces a protección das chamadas institucións intermedias (familia, sindicato, asociación como tríade clásica) e a tendencia liberal que sublima o individualismo e considera o mercado como maximizador da solidariedade.
Se falamos de terceiro sector as diferenzas entre os valedores do asistencialismo (acumulativo, cuantitativo e paliativo) e os partidarios da cidadanía activa e do empoderamento (individualizado, cualitativo e de proceso) son enormes… por non falar de empresas camufladas como entidades de iniciativa social ou meros proxectos de autoemprego… que ollo! tamén se poden dar en sindicatos, colexios profesionais, partidos políticos e mil e unha manifestacións da vida social!
ONG hay de muchos pelajes. Creo que el desprecio de la izquierda puede estar sobre todo hacia las que se han convertido en prestadoras de servicios casi abandonando su papel de «lucha por los derechos sociales» (y es lógico, dado que esos servicios estos partidos aspiran a prestarlos a través de lo público, y todo lo que quede de autogestión por parte de agrupaciones de personas que buscan arreglar colaborativamente un problema o necesidad bebe más bien del anarquismo, y ya sabemos que encontronazos ideológicos entre ambas grandes tendencias ha habido de sobra, y las seguirá habiendo). Las que siguen manteniendo fuerte este papel de «defensoras de derechos sociales» en todo caso creo que suscitan más bien «respeto» por parte de los partidos de izquierda (y dado que en teoría la izquierda pretende tener cubiertas las políticas sociales, no parece que «desprecio» encajen muy bien ahí, puede que como mucho «incomodidad» de saberse también vigilados y porque les demanden soluciones a nuevas necesidades que van apareciendo y para las que el estado no actúa con rapidez por su inercia paquidérmica; pero son muchos los casos en que hay afinidad y colaboración).
Una pregunta interesante la de Andrés, pero se explica por lo mismo que comenté antes. La buena imagen del tercer sector desde las derechas es hacia el tercer sector más asistencialista y «apolítico» (que además posiblemente es el que más conoce la opinión pública actualmente). Esa parte del tercer sector, de defensoras de derechos sociales no tiene nada, sino más bien es «provisora de algunos derechos sociales como se puede», una suerte de parche en un sistema que no pone a las personas en el centro. Así que, si les sirve para tapar los agujeros que dejan sus (no)políticas sociales, ¡como no van a tener buena imagen ante las derechas!
Unha obviedade: nin todo o terceiro sector é igual, nin toda a esquerda, tampouco. Xa que logo, as respostas poden ir dende xeralizacións con pouco interese, a puntualizacións moi necesarias e interesantes.
Dentro diso, eu si penso que dende a maior parte das esquerdas existía -máis antes- unha desconfianza cara ás ONG (en xeral: de cooperación, de carácter social…), moi centrada nun aspecto: o seu papel de «dedos longos» da administración, os brazos que chegan a onde non chegan os poderes públicos, pero non por eficacia, senón por estar dispostas a abaratar o seu traballo ata límites inadmisibles. Ollo: abaratar non só referido ao económico, senón tamén á calidade do traballo. Tamén isto é unha enorme xeralización, moi certera en moitos casos, e inxusta e falsa noutros.
Considérome bastante ben informado no asunto, e penso que no terceiro sector falta bastante autocrítica respecto ao traballo que se fai na intervención directa cos sectores desfavorecidos aos que dirixe a súa actuación: dan por suposto que «somos os mellores, facémolo moi ben», e centran o debate na dimensión da xestión, da organización…
Digo isto tentando ir un pouco máis alá dos tópicos nos que quedan moitas destas críticas. Dado que a reflexión parte das ONG, non é máis útil mirar o que podemos(des) cambiar a mellor que centrarse no que nos critican (as esquerdas, neste caso).
E outra pregunta necesaria: por que as dereitas si teñen moi boa imaxe do terceiro sector?
Gracias por los aportes. El tema es demasiado complejo para ser abordado en un post, tiene toda la razón el amigo Xose al hablar de que la pregunta es «tramposa»… Por supuesto que no basta con culpabilizar a los partidos de izquierdas de su tradicional ceguera a la hora de relacionarse con el sector (algo parece que está cambiando…)las organizaciones de iniciativa social tienen buena parte de culpa en la situación actual: no han querido o no han sabido formar parte de la preocupación por la política (entendida como el interés por la cosa pública)y han aceptado un papel de meros gestores de servicios a cambio de financiación… en ocasiones más que parte de la solución de la crisis son parte del problema: ¿tiene sentido asumir la privatización de un servicio de donación de sangre? ¿en que mejora la protección de los derechos sociales?… Lo dicho, fomentar la participación social y potenciar ciudadanía activa es otra cosa…
Una reflexión muy necesaria, tanto en las ONGD como en los partidos de izquierda (entiendo la izquierda como aquéllos que plantean la igualdad, la redistribución de la riqueza, los derechos sociales como algo prioritario y fundamental…). El desencuentro demasiadas veces es patente, y hay que hacer grandes esfuerzos para tender puentes. Parece que el objetivo final es el mismo, pero por el camino, por no escucharnos, vamos repitiendo una y otra vez los mismos errores… Sin participación real, crítica y comprometida, de esa que apoya los cambios y las transformaciones, pero también vigila y controla a los y las representantes institucionales para que no se desvíen de sus mandatos, no transformamos nada, y eso deberíamos haberlo aprendido ya… Gracias por la reflexión!!
este tema daría para un largo y profundo debate muy necesario y urgente si queremos aprender de los errores del pasado y configurar unos planteamientos y métodos de actuación que indefectiblemente tienen que ser muy diferentes de lo hecho hasta ahora, pero ello exigiría un esfuerzo de humildad y capacidad para enfrentar los cambios necesarios, y habría mucho que dilucidar entre todo eso que podamos considerar «izquierda», ya que hay para todos los gustos, si bien podemos considerar que en general la izquierda se muestra históricamente más sensible hacia la lucha contra la pobreza debido a su bandera de la defensa de ese denominador común que es la «Declaración Universal de los Derechos Humanos», luego constatamos que muchas de esas ongs son correas de transmisión de los postulados de ciertos partidos políticos y subvencionados por los organismos e instituciones que en cada momento y lugar gestionan los fondos públicos con los que subvencionan las actividades de estas ongs, con lo cual muchas veces queda en entredicho esa supuesta independencia o autonomía respecto a los poderes públicos de los cuales dependen la mayoría, lamentablemente.
En fin, como digo, habría mucho que hablar y concretar sobre este tema pero como dije mas arriba, hace falta humildad, valentía y capacidad de cambio.