Una de las consecuencias más tristes de la parálisis solidaria en la que se encuentran muchas organizaciones sociales, cuando no tienen claras su misión ni sus valores, es caer cada vez más en la limosna a cualquier precio, aún a costa de la dignidad de las personas a las que se dice querer ayudar.
Vuelve el asistencialismo. El sentar un pobre a nuestra mesa, como decía la película de Berlanga.
Es un honor que hoy escriba sobre este tema Luis Barreiro, profesor en la Escuela Universitaria de Traballo Social de Santiago de Compostela, experto reconocido pero sobre todo uno de mis mejores amigos.
Gracias Luis.
¡Vuelven los 70! El asistencialismo como protagonista social
A mediados de los noventa me encontraba, de forma sorpresiva, presidiendo la Cáritas de mi ciudad. Con veinte y pico años, escasa trayectoria y menor conocimiento sobreviví a la experiencia con dignidad… poco más. En aquel momento el debate interno giraba en torno al asistencialismo versus promoción.
La práctica asistencialista tenía una larga trayectoria y no parecía posible renunciar a recoger muebles viejos o juguetes usados, aunque acabaran en un almacén sin que nadie supiera muy bien que hacer con ellos. Los vales para el comedor social o el pago de bombonas de butano no parecían poder ser sustituidos por nada… en fin: la entidad parecía condenada a repetirse a si misma sin alterativa posible. Aquellos hombres y mujeres bienintencionados que se sentaban en torno a una mesa camilla para decidir cuánto dar a quién, muchas veces con un juicio moral como acompañamiento, no podían ni imaginarse que su tiempo hubiera pasado.
La promoción era cosa de los jóvenes, que los había en abundancia, se despreciaba el asistencialismo por una cuestión de valores, se renunciaba a lo arcaico pero aun no se había podido plantar una alternativa eficaz. La promoción venció en el plano de las ideas y nos lanzamos a diseñar programas y más programas. Abandonamos los muebles viejos y los juguetes inservibles, a regañadientes mantuvimos otras acciones esperando descubrir nuevas maneras de hacer las cosas que también las volvieran obsoletas… creímos vencer.
Han pasado casi veinte años y el asistencialismo ha vuelto para quedarse.
Hace un tiempo leí un titular de la organización que un día presidí: “Trabajábamos hacia la integración social, y ahora lo hemos abandonado” En otras palabras el asistencialismo se había comido toda la energía organizativa.
¿Qué ha pasado en estas dos décadas? ¿Por qué la opción que había vencido en el plano de las ideas salió derrotada en el incontestable mundo de los sentidos?
Me atrevo a dar cuatro claves de porque este “revival” de los 70. Quizás sea útil a quienes miramos estas acciones desde la barrera, puede que con un cierto aire de superioridad. Las entidades que trabajamos desde la resiliencia y por el empoderamiento podemos sentirnos como actores secundarios formados en academia celosos del actor principal, sin talento, pero con éxito en taquilla.
1) Inmediatez: El asistencialismo es el aquí y el ahora: doy alimentos a quienes lo necesitan. Sin filosofías de fondo, sin diseño de proyectos. Es una economía de guerra. Dado que hay una crisis a la que vencer enviemos tropas al frente, demos fusiles y a las trincheras, o lo que es lo mismo, repartamos ropa y comida y abandonemos los proyectos de desarrollo comunitario.
El error está en que en las guerras, una crisis puede entenderse como tal, las victorias también se obtienen en el campo de la investigación: entre 1939 y 1945 la aerodinámica, la medicina, el envasado de alimentos, los materiales de construcción… avanzaron más que en las tres décadas anteriores. Para vencer hay que innovar, diseñar y ejecutar. El asistencialismo renuncia a ello, por eso no ayudará a vencer esta crisis, simplemente la acompañará.
2) Espectacularidad: El asistencialismo hace un inteligente uso de lo lúdico: mediante cenas, conciertos, mercadillos solidarios… visualiza sus acciones, recauda fondos, fideliza personajes populares… en definitiva, todo por los pobres pero sin los pobres.
Este despotismo ilustrado de lo social celebra con los incluidos pero nunca lo hace con los excluidos. Sorprendentemente nadie parece haberse dado cuenta de que resulta paradójico llenar restaurantes a favor de personas que nunca entran en ellos. En palabras de Bob Geldof (lúcidas y por ello sorprendentes), a raíz del éxito de los conciertos Live Aid: “mi único mérito es haber hecho del hambre un espectáculo”.
3º) Simpatía: (o los voluntarios: esas almas puras): El asistencialismo ha encumbrado a los voluntarios como la quintaesencia de la solidaridad. De hecho sus acciones no requieren de técnicos ni de graduados: todos estos años de trabajo en la formación diseñando ciclos superiores de integración social o de animación sociocultural, grados en trabajo social o educación social, parecen inútiles: basta con voluntarios que recojan, apilen y distribuyan.
Las entidades asistencialistas obtienen premios y reconocimientos que habitualmente le son vedados a organizaciones que trabajan por la integración social: la visibilidad de sus acciones, su voluntarismo… cala en la opinión pública. Son organizaciones queridas. Si se me permite yo no tengo interés en querer a mi fontanero (yo al menos no) espero que sea eficaz. Lo mismo podría decir de mi compañía telefónica o de los gestores públicos. No se trata de que nos quieran, se trata de que seamos eficaces.
Competir por el cariño de la población es suicida: visualizar nuestra eficacia es el reto.
4º) Lo cuantitativo: “¡atendimos 25.936 personas en 2012!”. El asistencialismo es imbatible en lo numérico. Su idea de “atender” puede reducirse a dar un kilo de arroz o una prenda de ropa o referirse a atenciones continuadas pero sus números son apabullantes
Las descripciones de las actuaciones asistencialistas están siempre llenas de cifras… pero casi nunca de resultados.
El asistencialismo tiende a la fidelización de “usuarios” no a la liberación de personas: su filosofía parece ser la de “cuantas más personas atendemos más grandes somos”. La respuesta debe ser la medición de resultados: nadie confiaría en un Hospital que se vanagloria de que sus residentes son los que pasan más tiempos encamados pero donde apenas hay altas.
En definitiva: innovación, uso de lo lúdico sin caer en contradicciones, visualización de la eficacia y medición de resultados… para empezar.
Hay alternativas a la beneficencia. Un artículo interesante, aunque con algunas de sus tesis sobre organizaciones no esté muy de acuerdo. Describe muy bien la idea ya implantada de favorecer medidas de inclusión y compra en comercios sin estigmatizar a las personas en situación de pobreza o exclusión
http://banduaplace.blogspot.com.es/2013/08/hay-alternativas-la-beneficencia.html
Hola Susana. No puedo estar más de acuerdo con tu afirmación de que nuestro mal llamado «Estado de Bienestar» está retrocediendo a niveles de hace 20 o 30 años. Sin duda. Lo lamentable es que nuestro tejido social, en ese proceso de autoinmolación del que habla Xose, haya decidido retroceder al siglo XIX.
Lo que están en juego son derechos, la moral de derrota de limitarnos a contar los cadáveres de la crisis y acumular «usuarios» (como aborrezco la palabrita) utilizando el verbo «dar» y no el verbo «cambiar» puede convertirnos en cómplices necesarios del proceso de degeneración social: ¿qué deseamos, ser parte de la solución o parte del problema?
Tenemos un sector alimentario que genera abundantes excedentes y un sistema de distribución (Supermercados, Hipermercados…) presente en todo el territorio, pero como hablamos de excluidos (camino de un cuarto de la población) creamos una red «especial» para ellos… ¡con un coste de energía social extraordinario! Sólo un ejemplo: no es una organización religiosa, no, se trata de un sindicato «de clase y reivindicativo»… lo dicho, de vuelta al XIX, durante los años duros de la dictadura «el sindicato», CCOO, ni en sueños hubiera hecho algo así… en 2013 pasa lo que pasa…
http://www.diariodeferrol.com/articulo/ferrol/la-cig-impulsa-un-banco-de-alimentos-solidario-para-apoyar-a-sus-afiliados-con-menos-recursos/20130311222647036795.html
¡Cuánta razón tienes, Luís! Excepto en una cosa: la actuación de este sindicato no supone una vuelta al siglo XIX porque, en realidad, el modelo de actuación de este sindicato (y de los otros, dicho sea de paso) nunca dejó de ser decimonónico… ¡¡Así les va!! A ellos y, por desgracia, al resto de los trabajadores…
Un abrazo y gracias por tus sabias reflexiones.
Gracias por compartir el artículo Xose, muy oportuno sin duda y muy bueno el análisis así como la aportación de Patxi. Mi aportación, como ciudadana y con la visión y experiencia limitada que he tenido del 3º sector a través de mi participación en el Más Social es esta que os envío.
La crisis actual entiendo ha hecho retroceder el estado de bienestar a niveles de hace 20- 30 años, no hay más que ver los indicadores sociales como:
. inmigrantes sin derecho a sanidad pública
. los desahucios diarios que sacuden a miles y miles de familias
. el nº de familias con todos sus miembros en paro, etc…
Situaciones muy graves que hacen que las entidades del 3º sector se vean también desbordadas para atender a lo más inmediato, a las necesidades actuales de la población a la que se dirigen y todo esto con sus equipos reducidos ( falta de financiación) y altamente estresados ( ERES, etc.). Y lo digo por la experiencia que atravesé con mi participación en la Fundación Preescolar na Casa, tenía más demandas de familias que nunca, con menos profesionales y con la reducción del 100% de la financiación pública que recibía del territorio donde actuaba, Galicia.
Este retroceso del estado de bienestar nos sitúa en un escenario parecido al de los años 70- 80 en cuanto a necesidades sociales y que fue en el que nacieron la mayoría de ongs en nuestro país.
Entiendo que sin duda las ongs tienen que defender más que nunca el estado de bienestar que tantos años nos ha costado conseguir a la sociedad española y que estas siguen siendo claves para transformar nuestra sociedad, pero hay que entender también el nuevo escenario y cada entidad deberá elegir su papel. Para poder realizar presión política por ejemplo está claro que es indispensable tener la estructura de financiación adecuada. El banco de alimentos es asistencial y su labor en este momento es imprescindible, aunque estoy de acuerdo la pobreza no va a solucionarse dando alimentos.
Con esto no quiero decir que las ongs tengan que jugar en la actualidad sólo el rol de asistencia social, al contrario, se necesitan sin duda también entidades que jueguen otros papeles , como dice Patxi y ahí voy a lo que se menciona en el artículo en relación a «no se trata de que nos quieran, se trata de que seamos eficaces».
En un escenario como el actual en que muchas entidades desaparecen, es básico hacer lo que sabes hacer bien, si eres bueno prestando asistencia y lo que quieres es hacer presión política, o que tu entidad sea pionera en lo que aporta a la sociedad, entiendo tendrás que reorientar tu organización para poder cambiar el papel que quieres ejercer, en otros casos te verás obligado o a cambiar o a desaparecer.
Saludos. Susana
Gracias a ti, Susana. Lo que apuntas es una de las claves, se han unido el aumento drástico de necesidades a una reducción notable de ingresos. Y ahora con el desbordamiento entra la prisa por hacer cambios de inmediato, cuando normalmente llevan años.
Pero hay que hacerlo, como tú dices haciendo (o mejor escogiendo) lo que sabes hacer bien o en lo que puedes ser pionera y en último caso, desaparecer.
Yo añadiría el creerse lo de crear red, el mirar a los lados. Esta noche espero publicar un post que habla de este tema. Me da la sensación de que el sector está formado por muchos lemmings que optan por tirarse por un barranco antes de ver como innovar o colaborar…
Hola a tod@s!
Xosé, gracias por colgar este artículo tan interesante y de tanta actualidad. Lo he leído detenidamente y los comentarios que se han realizado al mismo en el blog.
Comparto gran parte de lo que se dice en el artículo. Creo que en estos últimos años de crisis se ha dilapidado el avance que ha habido en los últimos 30 años en materia de empoderamiento de las personas que han sido beneficiarias de la intervención social de nuestras entidades, superando la beneficiencia pura y dura y trabajando el desarrollo de programas y proyectos de desarrollo integral de la persona.
En mi opinión esta situación se debe a varios factores. Uno de ellos es que la sociedad en general no ha sido socializada en un tipo de intervención social que no sea la mera asistencialista. Esto lo podemos ver tanto en el éxito de la recaudación de fondos ante catástrofes humanitarias, en los primeros días y semanas la población se vuelca y es extraordinariamente solidaria, mientras que si le propones un año después a esos mismos donantes un proyecto de desarrollo a medio-largo en la misma zona afectada con unos resultados exponencialmente mejores en la superación de las consecuencias de la catástrofe, no creo que consigas ni el 10% de los fondos.
Las personas, en general, somos profundamente empáticas y son las situaciones límites las que nos hacen movilizarnos. Y aquí son las propias entidades sociales las que no estamos ayudando a concienciar a la sociedad que hay alternativas más eficaces para acabar con la pobreza que el mero asistencialismo. En primer lugar, porque hay una serie de entidades que a través del asistencialismo recaudan mucho dinero y les va muy bien. Sería absurdo que esas entidades renunciaran a esa forma de obtener importantes fondos. En segundo lugar, las entidades que trabajamos en proyectos individualizados de empoderamiento de la persona o la comunidad no sabemos transmitir porque nuestra metodología puede ser más eficaz que el asistencialismo en acabar con la pobreza. Y eso está relacionado con la medición de los resultados que se comentaba en el artículo. No somos capaces de medir nuestro impacto social de tal manera que podamos contraponer de forma creíble ante la sociedad «calidad» frente a «cantidad». Es una asignatura pendiente difícil de superar, y mientras la sigamos suspendiendo, más tentados estaremos en nuestras organizaciones en abrazar el asistencialismo hoy en día.
Creo que es un debate muy oportuno y que nos tiene que hacer reflexionar. Muchas gracias de nuevo Xosé por lo oportuno del artículo.
Gracias por tu comentario,José Francisco. Es una de las consecuencias de esta depresión económica,que no crisis, en la que se está aprovechando para este cambio en la gestión de los derechos sociales. Y como dice Luis, el asistencialismo es muy sexi y el desmesurado aumento de las emergencias sociales lo ha favorecido enormemente, convirtiendolo en un fin en si mismo y asegurando que siga teniendo éxito en el futuro. Y es factible que sea solo un medio, me estoy acordando de un documento de EAPN «Nuevas Propuestas para nuevos tiempos» con medidas de emergencia entendidas como medio de emergencia. http://eapn.es/ARCHIVO/documentos/recursos/1/DOC_FINAL_Nuevas_propuestas_para_nuevos_tiempos_(def).pdf
El esfuerzo en difundir programas de desarrollo integral es evidente y en diferenciarse por calidad y cantidad. No es imposible, tenemos muchos casos de personas que han conservado su dignidad y demostrado que la inclusión funciona, pero creo que las entidades que trabajan este enfoque no los han difundido lo suficiente, quizá por un exceso de prevención pero también por una cierta falta de ambición al entender que este modelo basado en la defensa de derechos debe ser financiado públicamente. Al reducirse los fondos nos hemos quedado un poco atrás. Es ese «miedo a la hucha» de muchas entidades solventes del que espero hablar en breve.
Hola Xose. Lo leímos hace unos días y pensaba en colgarlo pero me parece un artículo que requiere de un contexto antes de ser leído, y no tuve mucho tiempo. Creo que sin entender la trayectoria personal de quien lo escribe, y sobre todo sin poner de relieve que habla tan solo de una parte de las ONGs, que hay otros colectivos con otras maneras de trabajar, otros recorridos y otros discursos…. Compartiendo gran parte de lo que dice el artículo, creo que sin esto es muy injusto. Y el debate, que es muy necesario, se convierte en tramposo y parcial…No me enrollo. He visto que has comentado sobre el comentario de Enrique (mi compi en Acción en Red) y he leído la respuesta de Luis que matiza algunas cosas…
¿Que se sueña en una acera?
https://www.facebook.com/en.una.acera?fref=ts
Gracias. A Luis le pedí que no se cortara, que planteara el tema del avance asistencialismo con la gravedad que merece. Y vaya si lo ha hecho! Lo que esperaba es que el debate fuera más por la vía de la limosna, la ayuda, modelos de intervención, pero se ha centrado más en voluntariado.
Lo que me sorprende más (y creo que desde el punto de vista de la comunicación externa debemos analizarlo) es que no se han molestado entidades que practican asistencialismo sino que sobre todo se critica desde entidades que tienen una visión del voluntariado como la que Luis y yo defendemos… y que no se han visto reconocidas. La cuestión sería ¿como hacemos para defender y hacer masivo públicamente el modelo nuestro modelo de voluntariado? ¿por qué debatimos sobre el ganador modelo negativo pero desde la derrota anticipada?
Bueno, si el debate ya va por modelos de intervención, cosa que tiene que ver pero es diferente al voluntariado, además necesitamos abordar el papel del estado y el modelo del estado de bienestar…
Pero centrándonos en el modelo de voluntariado, efectivamente algunos tenemos y trabajamos no sólo por ese nuevo modelo sino por legitimarlo y visibilizarlo, por hacerlo atractivo (esto tiene que ver con las inclinaciones de la ciudadanía pero también con que ese modelo de voluntariado requiere más formación y mas compromiso)…
La solidaridad es sin duda uno de los mejores dones del ser humano. Pero está condicionada a se sienta, a que crea en ella. En los paises socialdemocratas como Suecia la solidaridad ha sido el origen del estado de bienestar. Sin embargo, con el cambio generacional, la equidad y la solidaridad, ya no son tan naturales. De ahí la importancia de que los derechos humanos, se implementen, no ya con el discurso de solidaridad que al final sólo unos creemos en ellos, sino con el discurso de ser DERECHOS.
Gracias, Charles por tu comentario a través de Linkedin. Toda la razón. En España es sorprendente la rapidez con la que se ha olvidado que el estado del bienestar está basado en la obligación de respuesta a derechos humanos que no se cumplen y que ello obliga a no olvidar nunca su defensa
Cierto Charles, la solidaridad es un don, no se puede imponer por ley. La Ley Estatal de Voluntariado en su artículo 7 obliga a los voluntarios a actuar de forma diligente y solidaria… ¿y si una persona es individualista como se le puede forzar a no serlo? Recuerda a la Constitución de Cádiz que decía que «los españoles serán justos y benéficos»… ¡pues tres guerras civiles (carlistas) que tuvimos en ese siglo! Por eso debemos vertebrar derechos con estructuras que garanticen su cumplimiento, el mero discurso solidario puede ocultar mucha sordidez.
Buenos días,
Un placer poder participar en este espacio y de tener la oportunidad de leer las reflexiones de personas con amplia experiencia y formacion.
Tampoco comparto la exposicion sobre el voluntariado que el artículo desgrana, probablemente por mi experiencia como voluntaria por un lado, y como miembro de una gran organizacion de voluntariado.
Entiendo que no todas las entidades no lucrativas deben contar con voluntarios, y que aquellas que decidan dotarse de esta figura deben tener claro su papel, su importancia, su relevancia dentro de la organizacion y la importancia de una buena gestión.
Aunque creo firmemente que el voluntariado aporta valor a las organizaciones y que en este momento de competencia puede ser una elemento diferenciador para las entidades no lucrativas, es cierto que debemos trabajar en que ese voluntariado sea real y no se generen situaciones de trabajo no remunerado amparados en esa «obligación moral» que tenemos todos, como comenta X. Cuns, en el ejercicio de una ciudadanía activa y responsable.
Por lo tanto para mi la reflexion deberia ser si las entidades somos coherentes con nuestra estrategia a la hora de contar con voluntarios (el voluntariado no debe ser nunca antonimo de la profesionalidad, soy más partidaria de usar el concepto de personal remunerado)de la gestión del voluntariado que hacemos, si trabajamos todas las fases del ciclo y sobre todo analizar que nos aporta contar con voluntariado y porque puede hacernos diferentes y generar valor.
Este es mi único desencuentro con una artículo interesante, actual y muy oportuno en estos momentos.
Rocío Gª de la Barga
Gracias, Rocío. Bienvenida a tu blog. Está claro que un futuro post tiene que ser sobre voluntariado. Nos entendemos. La clave está en lo que dices en tu último párrafo «la reflexion deberia ser si las entidades somos coherentes con nuestra estrategia» no sólo para la gestión de voluntariado sino para la capacidad real de transformación, la captación de fondos o comunicación y hasta la supervivencia de la propia entidad. Distinguir marca de causa y creernos la misión y valores que se escriben en planes estratégicos es en este momento la clave de análisis de viabilidad del sector.
Un interesante debate en Twitter que reproduzco para continuarlo aquí:
@Entreculturas Hola Xosé, en primer lugar, ¡gracias por invitarnos a reflexionar! Desde el respeto, echamos en falta argumentos de peso…
@xosecuns Gracias a vosotros. Luis buscaba plantear el problema en poco espacio y creo que lo ha hecho. Define argumento de peso
@sector30 Gracias por compartir este artículo con nosotros. Muy de acuerdo, la limosna no es la solución…
@entreculturas Desde luego que no, pero eso hace décadas que lo dábamos por sentado…
@xosecuns Eso es lo preocupante, lo que dábamos x sentado vuelve con fuerza.Exige debate. Por eso soy socio, no apadrináis!
@entreculturas Pero ¿de verdad pensáis que se está volviendo al asistencialismo? ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Por qué? Explicadnos más..
@xosecuns Derechos sociales pasan a ser solidaridad voluntaria: tapones para sillas de ruedas o operaciones, por ejemplo
@xosecuns Luis escribirá más sobre este tema. No tiene twitter, contesta en el post.
@xosecuns Una pregunta ¿por qué @Entreculturas no apadrina niños? Recaudaría mucho más. Es este debate en cooperación… y pronto aqui @sector30
Sigo a Luis Barreiro hace tiempo y me parecen lúcidas e interesantes las reflexiones que realiza. Sin embargo la calificación del voluntariado que hace me parece demasiado globalizadora. Quizás sea así en aquellas entidades que, cómo Cáritas gestiona proyectos profesionales e integra en ellos a voluntarios. En mi ciudad, Madrid somos varias las entidades que trabajamos con personas sin hogar desde el voluntariado, con una clara conciencia de los límites que ha de tener el mismo y sin sobrepasarlos nunca. Esto nos situa, en un plano de colaboración con los profesionales, pero nunca en un plano de sustitución.
Entiendo que a veces hay poco espacio para la explicación, pero hay que afinar algo más en los diagnosticos, a riesgo de hacer si no excesivas generalizaciones.
Gracias por tu comentario, Enrique. Independientemente de lo que pueda responder Luis, si creo que plantear este debate sobre el voluntariado de forma un tanto abrupta es el adecuado. Sin duda como dices, en tu experiencia y las de otras personas y entidades que citas están claros los límites, pero esto no es así en muchos casos.
Quizá se deba a mi edad, pero cuando empecé no existía esta concepción buenista del voluntario, prefería y prefiero hablar de conceptos como militante o activista.
Tengo un post empezado que se titula «Del voluntario al obligatorio». Parecen dos términos opuestos, pero para mi, ser voluntario en alguna entidad o mejor en alguna causa relacionada con la justicia social es una obligación moral. No estoy haciendo el bien por ser voluntario y nadie me lo tiene que agradecer, estoy cumpliendo con mi obligación como persona. Ser voluntario es un medio para luchar por derechos sociales y contra la pobreza y sus causas y causantes. Es suave Luis cuando habla de las «almas puras» y el enorme peligro de despolitización que suponen.
Buenas tardes Enrique. Tienes toda la razón al hablar de la necesidad de matizar lo expuesto sobre el voluntariado! Mi tesis doctoral, escrita en 1999, versaba sobre el voluntariado y su anclaje en el derecho constitucional (algo más de 700 páginas…) hoy creo que pasados 14 años se salvan unas 20… parto de que el voluntariado es una expresión de solidaridad cívica y de compromiso por el cambio social, por ello soy crítico con la situación GLOBAL del voluntariado. En la asociación y la fundación que presido (Igaxés-3 y fundación Trebol) tenemos programas de voluntariado y LO SON, programas creados para canalizar esta necesidad de participación de la sociedad civil y no para cubrir puestos de trabajo a coste 0. Tú me transmites la misma visión… pero por desgracia se está generalizando lo siguiente:
1º) El voluntariado es una institución jurídica a nivel estatal desde 1996. Surge no para fomentar la participación social sino para resolver el problema de los objetores de conciencia y la PSS… mal empezamos, como instrumento de solución de una problemática política con amplia contestación en la calle… voluntariado frente a movilización social (I guerra de Iraq). Hemos visto este proceso en Galicia con el Prestige de forma clarísima (marea blanca de voluntarios, por cierto, gran falacia de la que algún día con el permiso de Xose Cúns podremos hablar) frente al movimiento social Nunca Mais) y puede que estemos presenciándolo con el retorno del voluntariado ultra asistencialista que cuestiono como oposición al ciudadano crítico que se manifiesta en nuestras calles… solo digo que yo ya he visto este proceso en dos ocasiones «recientes» y no me gusta.
2º) Una expresión de solidaridad cívica y de compromiso por el cambio social no se puede dar desde la administración pública: debemos «colaborar con» pero «no ser de»… hoy en día la administración ha minado esta posibilidad apropiándose de parte de este caudal solidario: el voluntariado dentro de la administración es una contradicción en si misma. En ¡Galicia tenemos voluntarios del gobierno autonómico! siento una insana envidia de los compañeros de Euskadi donde tal aberración está prohibida por ley.
3º) Los voluntarios son homínidos como los empleados de banca o los concejales de obras. Ya hemos visto a donde nos ha llevado el dotar de virtudes angélicas a nuestro sector: ¡en el caso de la cooperación internacional a entidades intervenidas judicialmente! Debemos ser eficaces y transmitir a la sociedad esa eficacia. Creo que sobran galas, premios, conciertos benéficos, desfiles de modas y degustación de postres (en su justa medida todo está bien) y falta medición de resultados…
Un placer, Enrique.