Ya no he de presentar batalla.
Después de todo, igual se desbarata el día,
y no queda más de mí que mi desplome,
mi renuncia,
suelo yermo de antemano así entregado.
Y esta rendición tan absoluta,
sin tratados, condiciones,
cláusulas ni cesiones compensatorias.
Amén de este botín de guerra,
del expolio y del saqueo que conozco,
del derribo de la almena y de las alas,
sobre la tierra,
bajo la noche
y entre las muertes.
A qué luchar,
contra quién levantarse en armas,
si el deseo de vencer se desmorona,
si traiciono al fin mis huestes y llanuras,
y abro valles a la marcha de enemigos.
Dónde batir,
por qué oponerse
y cuál es la afrenta
una vez planificada la derrota,
que me brota del desierto, del destierro,
de naturaleza yerta, esclavo en vida,
arma entregada.
A los pies tuyos,
sumiso servidor, siervo cautivo,
mis tierras nuevamente, mis dominios,
y el despojo de este ejército rebelde
que busca el fin, que rompe filas,
que no ha de presentar batalla
De Zoologia Marina, el blog de poesía de Ana Delgado (gracias, Bea!). Me hizo recordar lo que escribí hace unas semanas hablando de que «Si no juegas, no puedes perder«… Y no sean malpensados, que no tiene nada que ver con las elecciones a encargado de ayer, lo verán en unos días como presento batalla.