La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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La policía de la pureza del fan

Ocurrió con Lou Reed en su día y ha vuelto a ocurrir esta semana con Paco de Lucía. La gente se entera de la muerte de un grande de la música y muestra su pena en Facebook. Un video y unas palabras, por lo general. Se suceden los «me gusta» hasta que, de pronto, surge la policía de la pureza de los seguidores de los músicos. Efectivamente, como si anduviesen a la caza de los duelos de supuesto postureo empieza el tiroeo. Un clásico que no falla: «La mayoría de los que lloriquean no tienen más que un grandes éxitos». Pero los hay, por supuesto, de todos los colores.

Por lo general, el ataque suele venir acompañado de una reivindicación de un periodo poco usual del artista, un disco que no aparece entre los esenciales o una vivencia asociada a uno de sus conciertos. Es el modo de marcar Seguir leyendo

Jake Bugg, ni tanto ni tan poco

Hay dos modos de acercarse a Jake Bugg. Una, embelesado con esa pirotecnia mediática que lo presentó como -¡hala!- el Bob Dylan inglés. Y otra, con la curiosidad de quien desea incorporar buenos discos de pop atemporal a la estantería. Existe una tercera, la de desterrarlo en su condición de hype británico. Pero no sería la justa. Porque lo cierto es que en Jake Bugg se encuentra un hábil compositor y un versátil interprete con un puñado de canciones notables sobresaliendo dentro de un conjunto irregular. Lo demostró en el homónimo Jake Bugg (2012), su laureado álbum de debut (imposible olvidar aquel sensacional Lighting Bolt que lo inauguraba), y lo corrobora con Shangri La, su segundo paso.

Continuista del primero, en general. Algo menos inspirado, en particular. Y un con ligero ensanchamiento del registro de cuanto en cuando. Esa podría ser la lectura inicial de un… Seguir leyendo

¿Y si escuchamos al músico?

El pasado lunes el músico coruñés Néstor R. Pardo anunciaba vía Facebook que dejaba de tocar en eventos en los que no se cobrase entrada. Harto del comportamiento de parte del público con el que se tenía que enfrentar cada semana, dio un paso al frente. “La decisión ha llegado a causa de la frustración que me produce tocar y que la gente hable a gritos o tener que aguantar a gente colocada tocando mis cosas”, argumentaba en su escrito. Dejaba entrever que antes de esta decisión existieron muchos otros amagos previos.

No se trata de un caso aislado el que relata Pardo. La mala educación campa a sus anchas en los pubs y salas de conciertos gallegas. Demuestra el triste papel secundario que ha adquirido la música en esta sociedad en la que, vaya, se valora la actuación en directo pero luego no se le hace el Seguir leyendo

Cuando los New Kids On The Block eran la salvación

Marta se quedaba en los recreos en clase allá por 1989. No salía al patio. Prefería quedarse en clase. Con sus revistas Super pop. Sus Popcorn. Y sus Bravo alemanas, que solo compraba cuando salían los New Kids On The Block, su grupo favorito. Marta nada tenía que ver con el resto de las chicas de su curso. No había pisado una discoteca de tarde. Tampoco usaba Levi’s 501 por encima del tobillo. Y no, no había recibido jamás un beso de un chico todavía. Ni siquiera en los Verdad, beso, consecuencia a los que nunca estuvo invitada. Su vida transcurría, anodina, sin llamar mucho la atención. De cuando en cuando tenía que soportar como Tocho, el tripitidor de la clase, se reía de ella por su sobrepeso. También cuando decidía, por-que-sí, tirarle de la goma del sujetador en la espalda. Lo llevaba como podía. Es decir, … Seguir leyendo

El día que «La caja del diablo» irrumpió en la noche coruñesa


(Por favor, léase escuchando el tema al mismo tiempo)

Puede parecer una coña, pero resulta rigurosamente cierto. Salvo algún local orzanero que clavaba el ¿Qué puedo hacer? entre su menú de radiofórmula, en 1996 era prácticamente imposible encontrar un pub de A Coruña en el que pusieran a Los Planetas. Aquí el ambiente underground miraba hacia un sitio muy diferente que a la explosión indie que existía en otros puntos de España. Y, en muchos casos, existía una verdadera hostilidad hacia ese tipo de sonidos. Sin embargo, entre mi grupo de amigos de la universidad (estudiábamos fuera pero éramos todos de A Coruña), los granadinos se convirtieron en algo así como un símbolo. Sentíamos esa sensación inexplicable de escuchar algo que solo se podría entender con verdadera militancia de fan, una vez sumergido en ese universo inescrutable para la mayoría. Es decir, era el mundo el que estaba equivocado, Seguir leyendo