La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Franc3s en la prueba de sonido de su actuación dentro de Los conciertos de Retroalimentación en febrero del 2012

Cuando allá por 2010 este blog celebraba su segundo año de existencia lo celebramos con un concierto. No hubo dudas: una de las bandas tenía que ser Franc3s. Entonces eran una excitante célula maquetera proveniente de Carballo que muchos comparaban -unos para bien, lo más para mal- con Triángulo de Amor Bizarro. El ruido no les dejaba ver el bosque a los que incidían en su supuesta falta de originalidad. El trío formado por Alberto, María y Patuki, que ya habían sido la portada del suplemento Fugas en el 2009 dentro de un repaso a la nueva hornada de grupos del indie gallegos, estaba diseñando su propio hogar sonoro en aquellas prometedoras maquetas. Destilaban obsesión, primitivismo y un punto tétrico. El humor lo oxigenaba todo.

No gustaban a muchos, pero quienes habían cedido a sus encantos los defendían con devoción. Daba la casualidad que una parte de esos fans se dedicaban a la crítica musical, tenían blogs o montaban conciertos, multiplicando ese amor. Mucho me temo que ese era el verdadero problema, lo que escocía de verdad entre sus detractores. Aquí, en Retroalimentación, mentarlos era sinónimo de polémica asegurada (la última, hace apenas dos semanas). Una fuerza irrefrenable surgía de decenas de anónimos ansiosos de curar la ceguera de sus seguidores arremetiendo contra la banda. Algunos incluso cambiaban el nick para poder rajar doblemente desde el mismo ordenador. A Franc3s les daba igual. A las tres decenas de fans que tenían en cada ciudad, también. Las cosas que se salen de la norma suelen despertar ese tipo de reacciones.

Haciéndose paso en medio de ese ambiente viciado sacaron su primer álbum, Franc3s. Actualizaba muchos de los temas de sus demos, llenos de versos sobre cloacas, fosas comunes y mujeres desangradas. Alberto decía en una entrevista que era como entrar en una habitación en la que daba mucho miedo entrar. Permitiría al trío sacar su cabeza a nivel nacional. Sin embargo, el álbum que realmente les permitió brillar fue Campanas de Fuego Rosa. Editado el año pasado y producido por su amigo Rodrigo Caamaño (Triángulo de Amor Bizarro), perfecciona el discurso con un álbum tan alucinado como alucinante. Enamoraba sobre el plato pero, más aún, en el escenario. Lejos de los titubeos del pasado, el directo del grupo que convirtió en una especie de viaje ruidista hacia otra dimensión. Lo demostraron en su pase por Los conciertos de Retroalimentación el año pasado. Fue la actuación que menos gente reunió de todo el ciclo, apenas 50 personas. Sin embargo, el recuerdo la redondeó como la más sorprendente de todas. Compactos, concentrados y entregados a una misión, convirtieron la sala Le Club en un paraíso para muchos de los que crecieron en los noventa deseando algo parecido en Galicia. De pronto, lo ofrecían décadas después como queriendo decir que había valido la pena esperar.

A mediados de octubre los chicos presentaban su última canción, El sentido de la lucha, dedicada a su amigo, el fallecido artista Alberto Gende. Semanas antes coincidí con ellos en un concierto de Triángulo de Amor Bizarro. Hablaban de nuevos conciertos, de su nuevo integrante, de un tercer disco que nunca verá la luz. Majetes donde los haya (ojalá fuese tan fácil trabajar con todos los músicos como con ellos), Alberto, María y Patuki estuvieron ligados a este blog desde su nacimiento. Junto a Telephones Rouges fueron la única banda que ha repetido dentro del ciclo de conciertos y no era raro verlos en los bolos de los demás como público. Siempre transmitían ese punto incorruptible de apasionados de la música que siempre han estado abajo hasta que, de pronto, un día se atrevieron a subir al escenario. Ese día se empezó a escribir una maravillosa página de la música en Galicia y España que se terminó ayer, sorprendentemente, con el anuncio en Facebook de su disolución.

No quisieron dar ninguna explicación. Tampoco se la vamos a pedir. Solo volver a pulsar el play de su música deseando que, en breve, sus integrantes refloten con nuevos proyectos musicales. Que así sea.