La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Se acaba de reeditar Los rostros de la salsa (Tusquets), el libro del escritor cubano Leonardo Padura. Se trata de un espléndido volumen que retrata a diferentes personalidades del mundo de la salsa ofreciendo, mediante el pregunta-respuesta y unas muy jugosas introducciones del autor, una especie de puzzle de los astros del género que explotó en el Nueva York de los años sesenta. Desde Mario Bazúá y Cachao López a Celia Cruz y Tito Puente, pasando por supuesto por Willie Colon y Johnny Pacheco.

En esta revisión se incluye, además, un interesante añadido: una entrevista hecha con Rubén Blades en 2019, para hablar del fenómeno con la perspectiva del tiempo en plena era del reguetón, algo que no es muy del agradado de Padura. El panameño ofrece en ella algunas reflexiones interesantes.

Por ejemplo, la que hace sobre el propio reguetón:

«El reguetón apela de forma visceral a la libido de los adolescentes, las letras de contenido erótico encuentran un icono natural en esa edad, los vídeos reafirman la época del selfie, del yo yo yo. Mientras que la salsa presenta un formato más adulto, más sofisticado. Se tiene que cantar con afinación, para bailar hay que entender la clave, todo es mucho más complejo. El reguetón, por su lado, es la salida, el escape rebelde que encuentra en la monotonía rítmica y en la no complejidad armónica una explicación existencial»

También acerca del mercado discográfico:

«Siempre tuve claro que el esquema existente en la música comercial era un paradigma falso, con reglas creadas por mediocres para producir mediocridad y dirigirla a un consumidor al que las casas disqueras y estaciones de radio consideraban mediocre»

Y sobre el premio Nobel otorgado a Bob Dylan:

«Creo que el punto de la Academia no fue honrar a Dylan, sino defender la idea de que la letra de la canción popular también posee mérito literario. Debieron también haber incluido a otros compositores de gran valor, como el brasileño Chico Buarque de Holanda o haber elegido al menos uno de cada continente. Así el asunto no habría sido el premio a Bob Dylan, sino el premio a las letras de las canciones que han aportado a la literatura universal».