Leon Benavente
11-3-2017, Sala O Tunel, A Coruña
No ocurrió como en su debut en la ciudad, en la sala Le Club, poniéndolo todo patas arriba nada más arrancar. En esta ocasión, llegado como un grupo de aforos medianos con todas las entradas vendidas de O Túnel, a León Benavente les costó un poco más agitar el público. Empezaron con Tipo D. Señales de alarma, kraut-rock y versos de brocha gorda sobre qué es el mundo actual. Sonaban potentes y nítidos. Agresivos, pero contenidos. Oscuros, aunque luminosos.
El bajista Eduardo Baos daba saltos. Boba entraba dentro de su personaje de maestro de ceremonias. Y tanto Luis Rodríguez como César Verdú armaban el edificio sonoro con total precisión. Pero abajo, no llegaba la sacudida. O más bien, la sacudida no lograba zarandear al público. ¿Sala muy fría? ¿Concierto muy tempranero? ¿Poco volumen? A veces las cosas simplemente no ocurren. No hay que darle más vueltas.
Una hora y pico después la sala estaba entusiasmada. Como si Leon Benavente tirasen de la alfombra que pisaba el público -tirándolos, revolviéndolos, zarandeándolos-, la gente estaba loca gritando las líneas de ser Ser brigada. Boba sudoroso, cantándola entre el público. La banda, en estado de gracia tocándola sobre el escenario con el refuerzo de Charlie Bautista. Y el poder de la formación, que lleva cuatro años siendo ese regalo secreto que va de boca a boca en plan “tienes que verlos, tío», desplegándose en toda su extensión. The Cure, Lagartija Nick, Nick Cave y Neu! de espectadores de la fiesta. Los cientos de personas que acudieron a la cita afirmando que, sí, que León Benavente merecen mucho la pena.
¿Qué pasó entremedidas? Pues un grupo que fue a más. Que exploró inicialmente su parte más melódica, con pequeños clásicos de su trayectoria como Animo valiente. Pero que explotó cuando apeló al incendio. Piezas rugientes como California, Aun no ha salido el sol o El Rey Ricardo lo propiciaron. Generaron ese punto en el que el espectador se convierte en partícipe, y el concierto no se ve, se siente. Ahí todo fluye. La banda levita. Y la fotografía es perfecta.
En ella se ve un pequeño milagro: una formación que en principio carece de armas previsibles para triunfar, pero que lo ha logrado tomando un camino inesperado. Su invocación a Radio Futura (versión de Han caído los dos en el bis), puede tomarse como una pista. El concierto de ayer, como aval para un futuro a seguir y seguir.