La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Más allá de los nombres obligados que, en ocasiones, provocan grandes eclipses que impiden ver el todo, en buena parte el 2014 ha destacado en parte por los logros de los modestos. Sí, esos que desde su plataformas bandcamp y de sus ediciones limitadas, dejan a veces discos maravillosos. Dos de ellos, Aries y Chicharron, comparten un merecidísimo primer puesto en esta lista que los reivindica como hermosas y singulares flores en el jardín del pop nacional. Sobresalen en la producción de un año convulso en que la política semeja haberse ya instalado en muchos de los textos de los grupos (ahí está el caso de Nacho Vegas o Vetusta Morla) y donde siguen apareciendo plausibles reivindicaciones de las raíces tan logrados como el de María Rodés.

1. ARIES “Mermelada Dorada” (La Castanya) / CHICHARRÓN “Chicharrón” (Prenom). Vigo y Carballo respectivamente acogen las dos grandes joyas del pop nacional del 2014. La psicodelia almibarada de Aries, proyecto unipersonal de Isabel Fernández Reviriego (ex Charades, ex Electrobikinis), continúa la excelencia ya demostrada en Magia Bruta, su disco de debut. Infinito en matices y rico en influencias, lo dirige una monocorde voz de que habla de permanecer inmóvil y de irse, de la luz dorada que ilumina a ciertas personas y de las visiones del deseo. Por momentos, da la sensación de estar escuchando siempre la misma canción en un bucle infinito. Hasta que, después de dar la vuelta un par de veces, el oyente se sumerge bajo la capa uniforme. Ahí encuentra joyas como Moverme de aquí, En el sur o Migrañas, con melodías ondulantes, estribillos mágicos y chiribitas de belleza cayendo sobre ellas. Se trata de un disco y un estado de ánimo totalmente diferente al de Chicharrón, la banda carballesa formada por ex integrantes de Franc3s y Telephones Rouges. Dedicado en cuerpo y alma a la memoria del fallecido Alberto Gende (artista de Carballo, hermano de Diego Gende, guitarrista del grupo y hermano espiritual de Alberto Martínez, compositor y cantante) Chicharrón es un disco sobre los fantasmas de la pérdida y la necesidad de purgar el dolor que esta deja. Siempre con la sensibilidad a flor de piel. En él descansan los versos más conmovedores del año (“Siento que mi alma toca tu alma / Como el aliento helado de las estrellas / Como una mano toca otra mano / Antes de apretarla para siempre”) en un sonido acústico y espacioso, que se muestra frágil en sus formas pero termina llegando con un enorme poder.

2. VETUSTA MORLA “La Deriva” (Pequeño Salto Mortal). Después del monumental Mapas, los madrileños han optado por la confrontación en La deriva. Retrato certero del momento social actual, en él se reparten magníficas percusiones obsesivas, melodías intermitentes que podrían considerarse ya como marca de la casa y versos que hablan de rabia, desesperación, rostros enfurecidos y la necesidad de salir adelante. “Habrá que inventarse una salida / ya no hay timón en la deriva” , “Robaron las antenas, la miel de las colmenas/ no nos dejaron ni banderas que agitar” o “En la sala de espera desde otoño sin respiración / cada rostro es la cruz de un pastor sin rebaño” son algunos de las líneas que se reparten entre 12 piezas que derrochan talento y capacidad de sorpresa sonora permanente.

3. NACHO VEGAS “Resituación” (Marxophone). Seguramente Resituación sonará en la cabeza de muchos cuando, dentro de una década, se recuerde el 2014. En él Vegas se impregnó del espíritu del 15-M y trenzó un puñado de canciones que hablan sin muchos rodeos de víctimas de deshaucios que se tiran por la ventana, abusos policiales en manifestaciones y ciudadanos que se toman la justicia por su mano. Una en concreto, Runrún, se erigió no solo como un himno, sino como un punto y aparte en la carrera del asturiano que, al final, logra sacar algo de luz y esperanza en medio de este caos: «El miedo ha dejado de ser la actitud / suena en cada cabeza un hermoso run rún / nos quieren en soledad nos tendrán en común». Todo ello no debería tapar los valores musicales de un disco con grandes canciones como Luz de agosto en Gijón, Adolfo Suicide o Ciudad vampira que van más allá de su contexto.

4. PUMA PUMKU “Is It in You?” (Matapadre). La sorpresa del año llega desde Santiago. Allí funciona esta célula psicodélica que ha entregado un álbum de melodías maravillosas de aire sesentero vestidas con un traje totalmente perturbador. Desde Pink Floyd a Neu!, pasando por Tame Impala o The Beatles, este quinteto se ha aliado con Rodrigo Caamaño y Roberto Mallo (Triángulo de Amor Bizarro) a la producción logrando todo un caramelo para los oídos. Propone un viaje a lugares quizá ya explorados, pero que encanta volver a visitar de cuando en cuando. Ojalá los podamos ver en un directo que se antoja delicioso.

5. RUSSIAN RED “Agent Cooper” (Sony). Al margen de su decidida mirada a los años ochenta y su renovada imagen, lo bueno de Lourdes Fernandez es que compone canciones que siempre trascienden a su envoltorio. En esta ocasión entre neblina de superproducción, electricidad empastada y colores chillones nos deja una Jonh Michael que si no es el mejor tema del año no le debe andar lejos. También preciosas melodías que dibujan círculos en el agua (Xabier), momentos de pop metálico deslumbrantes (Anthony) o estribillos de esos que dan ganar de comérselos (Alex T).

6. PABLO UND DESTRUCKTION “Sangrín” (Discos Humeantes). Otro de los tapados de la escena nacional. Como ocurría con Rafael Berrio, el asturiano Pablo García logra que su uso del canon crooner espabile al oyente y le haga fijar toda su atención en unas letras y una interpretación sin parangón en España. Este es su segundo disco, una apuesta decidida por un rock oscuro y penetrante que ha recibido (justas) comparaciones con Nick Cave pero que va mucho más allá. Entre el retrato de la decadencia nacional (Pierde los dientes España), la furia de la clase trabajadora a lo El club de la lucha (Por cada rayo que cae) y la fantasía de trenzar un túnel desde Asturias a Moscú (Limonov, desde Asturias al Infierno). Estimulante.

7. JOANA SERRAT “Dear Great Canyon” (El Seguell). Trece segundos es lo que tarda esta catalana en tener al oyente comiendo de su mano. Es la primera vez que abre los labios en Dear Great Canyon, un segundo álbum sin fisuras que se mueve en ese territorio indeterminado llamado americana como pez en el agua y deja doce estampas deliciosas. Se podría citar a Lucinda Williams o a Lisa Hannigan, pero también a Neil Young o Bob Dylan. Sí, porque esta música suena a clasicismo y a búsqueda de la belleza eterna. Nada más y nada menos. Uno de esos discos que los pones en el coche y deseas tardar lo más posible en llegar a su destino.

8. MODELO DE RESPUESTA POLAR “El cariño” (Limbo Starr). No debería pasar desapercibido el segundo trabajo de estos valencianos que trenzan, a corazón abierto, toda una oda al desamor. Con frases como «A mí Madrid ya no me interesa / y tu te sientes tan realizada que me das asco / Te quiero» dejan en diez temas un paseo de pulsiones contradictorias y mareantes que sigue a una ruptura sentimental. Todo con un pop de trazo claro y sin estridencias en el que la voz de Borja Mompó se impone.

9. MARÍA RODÉS “María canta copla” (Chesapik). El interés de María Rodés por la copla se podría tomar por algo anecdótico dentro de la corriente de cierto pop nacional en ahondar en sus raíces. Pero lo cierto es que María canta copla engancha más allá de la rareza. Tomando un género tan apasionado y dramático como este desde su perspectiva desapasionada y serena se produce un sorprendente choque de sensibilidades, que deja un álbum para el que parece que se haya inventado la palabra bonito.

10. CUCHILLO DE FUEGO “Triple España” (Amawisca). Desde Pontevedra, este cuarteto es el último gran disparo surgido de ese undeground gallego crecido alrededor de centros sociales y colectivos culturales. Tirando de la energía de bandas como Melvins o Jesus Lizard hacen su particular retrato de las cosas entre alaridos, explosiones guitarreras y quiebros rítmicos. Por ahí sale la monarquía, los Alfa Romeo Jaime Peñafiel, Gallardón, Shellac y un tipo que dice desesperado «¿qué va a ser de mí?».