La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Hubo un tiempo en el que la idea de ver a los Pixies en directo era una fantasía irrealizable. Como si de nuestra The Velvet Underground particular se tratase, se miraba con devoción cuasi mística aquellos hermanos mayores de colegas que los habían visto allá por 1990. «Cuéntanos otra vez lo de aquel concierto de los Pixies en Madrid», se le requería como a un abuelito-cuenta-batallas. Mientras, los piratas en cassete servían como aproximación a lo que debería haber sido estar en un concierto de ¿la mejor banda de rock del momento?

Se les alabó y mitificó durante todos los noventa sin que la tensión cediese. Incluso el ala grunge los adoptó con el tiempo, Blur los tomaron como referencia y Debaser pasó de ser un alarido rompedor al hilo musical de El Corte Inglés. Todo hasta que llegó lo que parecía imposible: su reunión. Con la dinosaurización del indie a mediados de la década pasada, se convirtió en una posibilidad irrechazable, el-concierto-del-siglo y el sumum de la generación Primavera Sound convertida en un fuego artificial. Todo, aunque tirase por tierra todos los códigos morales asentados en los años anteriores. Sí, aquello de los «grupos arrastrados sin presente apelando a la nostalgia». Pues, ejem, ¿quién había dicho algo? ¿Dónde hay que pasar el típex? ¿De verdad que alguna vez me pronuncié al respecto?

Pero, vaya, hoy surge la noticia de que los Pixies van al Primavera Sound de Barcelona y Oporto y, mmmm, se nota el cansancio, la desidia, el «Oh mamá, ¿otra vez los Pixies?» dicho como si se llevase cuatro días seguidos comiendo lentejas y tocase un quinto. Además, sin Kim Deal. También sin la nueva Kim, la de The Muffs, que se les cayó por el camino. Da la sensación que ya se cumplió la primera vez. Y que no es necesaria una tercera, ni una cuarta. Entonces, una vez asumido que la decadencia de los mentados valores del indie es ya total con esta vuelta de tuerca, se impone un viaje a aquel pasado adolescente en el que Doolitle sonaba grabado en una TDK-90. Y todo esto parece mentira. «Es que ahora tenéis de todo y no valoráis las cosas», se oye a lo lejos al hermano mayor-abuelito que los vio en Universal Sur.

En medio de esto, ¿qué puede pensar el tipo raro que no los ha visto nunca, porque no le apetecía nada la reunión en su día, y puede que los vea ahora en medio de este clima destemplado? A lo mejor, en el Optimus Primavera Sound del 2014 os puedo contestar este interrogante.