La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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The Cynics
A Coruña, Mardi Gras
18-9-2012

Ni butaca, ni “brisa del mar”, ni “paraje idílico”. No, The Cynics demostraron en el Mardi Gras de A Coruña cómo es, o cómo debería ser, el rock n’ roll. Lo hicieron frente a un público apretujado y sudoroso, convertido en una masa de calor. Así, en un club, con los espejos de los baños empañados, la cerveza circulando en la barra y los alaridos de Michael Kastelic surgiendo como descargas. Toda esa chavalada a la que le han hecho creer que un concierto de rock consiste en 45 minutos dentro de un festival con 30.000 personas alrededor o una pulcra y confortable sesión en un auditorio debería haber ido a verlos. Unos cuantos lo hicieron. Y con los oídos pitando y la sonrisa petrificada en el rostro pensaron que sí, que esto era otra cosa. Más intensa, más directa, más catártica… ¿más auténtica? Bueno, eso casi mejor lo dejamos para otro día.

Fue una gran noche la que se vivió el pasado martes. Con todo el papel vendido con antelación, The Cynics revalidaron su mito ante el fervor de su público. Tanto da que sus dos miembros fundadores, Michael Kastelic y Gregg Kostelich, se columpien en la cincuentena. Ambos cumplieron con nota en todo momento. El primero mostrándose como el carismático front-man que siempre fue. Al modo de un Mick Jagger garagero contagió buen rollo y dirigió el directo a su antojo. Gregg, por su parte, ofreciendo una nueva lección sobre cómo exprimir de una guitarra Grestch todo el abanico de sonidos del genero. Secundados por el explosivo batería Pablo González Pibli y el solvente bajista Ángel Kaplan, el resultado devino en triunfo.

Arrancaron muy melódicos, casi como un grupo del NRA, pero pronto sacaron las uñas. Trallazo tras trallazo, casi sin esperar entre tema y tema. Cayó todo lo que se esperaba. Y más. Desde el r&b cortante de Blue Train Station al himno eterno de Yeah!, pasando por la caricia pop de Abba. También realizaron puntuales paradas por el último álbum, como I Need More o la espléndida Rock Club. Y, cómo no, un amplio repaso a su cima, Rock n’ Roll, el disco por el que serán eternamente recordados. Ahí, ante el latigazo de You Got The Love, la lija de Baby What’s Wrong With Me o la ambrosia sixites de Close To Me no quedó más remedio que unirse a la fiesta, empapar la camiseta, levantar las manos y celebrar que sigan existiendo cosas así.

El dolor en el cuello del día siguiente no hacía si no certificar que todo había discurrido como debería. Un comentario recogido en la puerta (“Yo porque estoy casado, si no me iba mañana a Santiago a verlos otra vez”), lo mismo. Que vuelvan ya.  

Fotos: Pablo Mella