La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Russian Red
Ciclo Son Estrella de Galicia
A Coruña, Auditorio del Ágora, 11-2-2011

La mayoría de las personas que acuden a un concierto buscan una cosa: que el artista les emocione. Si, además, les sorprende, pues mucho mejor. Russian Red cumplió ambas premisas en su recital del Ágora. Entre el suspiro, la piel de gallina y la ceja arqueada, explotó su notable repertorio en una afortunada vuelta de tuerca que, esta vez sí, justifica el formato de mínimos con el que se plantó. Solo tres personas. A las percusiones, el multifuncional Pablo Serrano, que tocó una infinidad de instrumentos. Por su parte, Brian Hunt alternó bajo y guitarra para el lucimiento de una Lourdes espléndida. La joven musa del nuevo pop nacional parece haber encontrado su sitio definitivo en el escenario, más allá de las inseguridades del pasado.

La cosa quedó clara desde el principio. The Memory Is Cruel inauguró el recital como quien abre una caja para que la belleza se expanda e impregne a cada uno de los presentes. Empujando su lado melancólico y adornándolo con gusto exquisito, rebasó, de golpe, las expectativas. No habían pasado ni tres minutos y el trío ya tenía al público enamorado y envuelto en esa peculiar atmósfera. La estética, un poco retro y pretendidamente elegante, no hacía si no poner el envoltorio perfecto al caramelo.

A partir de ahí, empezó un paseo por Fuerteventura, reinventado muchas de sus canciones. Por ejemplo, I Hate You But I Love, con guitarras secas y ritmos sintéticos o el pop soleado The Sun The Trees, sustentada bajo mínimos. Pero también se miró al pasado, con un Cigarettes, interpretado a dúo con Hunt, o un No Past Land de los de contener la respiración. Y se acudió al imaginario de fan, con una apañda versión de Big Me de Foo Fighters y otra del So Long Marianne de Leonard Cohen simplemente aceptable.

Con la audiencia totalmente acaramelada, se despidieron con A Hat (en la que tuvo que pedir al público que dejase tocar palmas)y la efectista Mi canción 7 respondiendo, en todo momento, a esas exigencias iniciales. Y una más. Porque sí, el sábado Russian Red emocionó y sorprendió. Pero también logró que durante una hora y media muchos se olvidasen del regalo envenenado que escondía el BOE por la mañana. La realidad sigue ahí, como no podía ser de otra manera. Mientras duró el efecto de su píldora pop parecía, sin embargo, que todo se había esfumado. Pura evasión en una noche preciosa.

Foto: Gustavo Rivas

Interpretación de «A Hat» en la recta final del concierto