La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Paul Di’ Anno
A Coruña, Sala Green
31-10-2011

Poco queda en Paul Di’Anno de la imagen icónica que cultivó al frente de Iron Maiden entre 1978 y 1981, los años en los que fue su vocalista. De aquel macarra envuelto en cuero negro y tachuelas se ha pasado a una especia de abuelo del heavy encantado de rebozarse en el recuerdo de su glorioso pasado. Cuando entró en la sala !con bastón! más de uno se quedó boquiabierto. Cuando se subió a las tablas, esas bocas abiertas se multiplicaron. Pero no por su estado físico o su continuo tirar del ventolín, que también, sino por las buenas vibraciones que de allí se desprendían y contagiaban al público.

Sirvieron apenas los cuatro minutos y pico que inaguraban Killers, el segundo álbum de Iron Maiden. En efecto, tras una apertura con una música de El Padrino, la dupla de The Ides Of March y Wrathchild despejó cualquier duda. Al contrario que su estilo original, con esa violencia contenida tan cool, Di’Anno ahora se suelta, coge velocidad y se sitúa más cerca de la escuela de Johnny Rotten que de otra cosa. Y, ojo, que el cambio le sienta estupendo a ese repertorio.

Comunicativo y simpático con su público (al que no dejó de hablar con un discurso lleno de fuckings por todas partes) , fue alternando temas de Iron Maiden con otros de sus proyectos en solitario. Obviamente, triunfaron los primeros, con el fuego de Murders In The Rue Morgue o su favorito personal, Remember Tomorrow, interpretada en honor a su abuelo.

Sin embargo, lo mejor se dejó para un trepidante tramo final. La cadena formada por Killers, Phantom Of The Opera y una apoteósica Running Free puso literalmente la sala patas arriba, con jóvenes y no tan jóvenes invocando el pasado glorioso del heavy metal. Y el bis, con el instrumental Transylvania, recibida a botes, y una versión hiperacelerada de Blitzrieg Bop de los Ramones, sirvó como broche a una noche de nostalgia, gozo y, ¿por qué no decirlo?, justicia histórica con un personaje mítico. Lástima que, al final, rehuyese a los fans que lo esperaban para que les firmase autógrafos, dejándolos con la miel en los labios.

Foto: César Quian