La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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Como los Black Crowes o Teengage Fanclub, The Jayhawks son un opción segura para el fan. Su sonido está requetedefinido en algún lugar entre Neil Young, Gram Parsons y Big Star; la apuesta por el clasicismo y la artesanía también; y el nivel de composición más que contrastado. En la discografía de la banda hay títulos mejores (Hollywood Town Hall, Tomorrow The Green Grass) y otros peores (Smile, Rainy Day Music), pero ninguno de ellos ha resbalado jamás en lo prescindible. Y eso ha generado en España un culto alrededor de la banda que pervive desde que, a mediados de los noventa, canciones como Blue se colasen entre los cazatesoros musicales, dejándolos boquiabiertos.

Sin embargo, los seguidores suspiraban desde hace años por algo que Mockingbird Time ha logrado: el regreso de Mark Olson a The Jayhawks. Hasta 1996, cuando los abandonó, era la mitad del tandem compositor que completaba Gary Louris. En el 2008 grabaron conjuntamente Ready For The Flood, pero este trabajo va mucho más allá: resucita a la banda con su formación legendaria, con la que grabó sus mejores obras. Sin embargo las altas expectativas creadas se diluyen pronto. Una escucha deja claro que, aunque se trate de un álbum más que digno, el planeta rock no contará en el 2011 con otro Tomorrow The Green Grass.

De entrada lo tiene todo: el tono country-rock, las melodías poperas, los pulidos juegos de voces, los arreglos en su sitio y la sabiduría contrastada de sus autores. Pero falta, en la mayor parte del trayecto, la excelencia de los viejos tiempos, aquella magia indescriptible que derretía corazones. El fan disfrutará, sin duda, de la belleza inmaculada de She Walks In So Many Ways con The Byrds en el ADN, se enredará en la delicadeza de Pouring Rain At Dawn y levantará el mentón con el vigor rock de High Water Blues. Pero salvo el espejismo del reencuentro en ningún momento se podrá desprender de la agridulce sensación de estar ante un disco muy pero que muy apreciable, pero definitivamente menor en la trayectoria de un grupo que fue, también, muy, pero que muy mayor. Es el (injusto) precio de haber rozado la perfección en el pasado.

«She Walks In So Many Ways», uno de los mejores cortes del álbum