La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
Seleccionar página

Todos los años ocurre lo mismo. Cuando en las ruedas de prensa se pregunta por el caché de los artistas de las fiestas, se alude a que son datos que no se pueden decir por exigencia del propio artista o su promotor. Ayer incluso se habló de la Ley de Protección de Datos en la presentación del Noroeste Pop Rock de A Coruña. Se supone que si se hace público que el artista X cobra una determinada cantidad en un sitio concreto nunca podrá subir esa cifra en una negociación posterior. Y, claro, el negocio es el negocio.

Ello resulta comprensible dentro del ámbito privado. Sin embargo resulta muy chirriante cuando al citado artista se le está pagando con dinero público, es decir del de todos los ciudadanos de un ayuntamiento concreto. No parece lógico que, si alguien está cobrando de la caja común por un concierto, los vecinos de ese pueblo o ciudad no puedan conocer cuánto cuesta lo que van a ver sobre el escenario. Si se hacen públicas las cifras de las carreteras, los centros cívicos o los contenedores de basura, ¿por qué no las de aquellos cuyo trabajo consiste en entretener “gratis” al pueblo?

A lo mejor, sabiendo los cachés de uno y otro y lo que pagaron los del ayuntamiento de al lado, se mejoraba la eficacia de los que contratan. También puede que así se eliminasen algunos abusos de promotores, que cuando oyen las campanas de lo público suben y suben los precios con una ligereza pasmosa. Y todo, sin entrar, en lo mal que sonarían algunas “letras sociales” cuando al final el cantante-con-conciencia llegase al hotel tras cobrar una cifra de más de cuatro ceros pagada con el dinero de todos los curritos y no tan curritos que salen en sus versos.

¿A alguno de los tres -administración, promotores y artistas- les interesa esa transparencia? A los ciudadanos desde luego sí.