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The Clientele nunca hicieron mucho ruido. Aunque ellos dijeran lo contrario en sus entrevistas, parecía que su meta pasaba por gustarle a una pequeña minoría ilustrada, sin más. Su modo de cantar en susurros, de tejer finas melodías y de envolver en niebla su música exigía una complicidad muy determinada. Solo así se podrían disfrutar de esas cantinelas que hablaban de ese otro Londres oculto al ojo del turista y los medios: el de los jóvenes atrapados en los suburbios observando melancólicos como la vida en technnicolor de la gran ciudad les rechaza totalmente.
Cuando aparecieron, en 1997, el brit-pop, cansado y agotado, echaba su último aliento. Y cuando se despidieron, en este 2011, se encontraron con un pop inglés bajo mínimos. Ni un momento ni otro fueron su momento. Nacieron y murieron con el tiritante respaldo de un pequeño puñado de fans que adoraban su manera de entremezclar a Love, The Byrds y Galaxie 500, un sonido que por una extraña (o no tan extraña) razón no caló más allá. Por eso, seguramente, se quedarán como una anécdota perdida en el tiempo y en el memoria. Todo hasta que en el 2023 otro posadolescente taciturno recupere una maravilla como el Reflections After Jane que precede a estas líneas y, rebozado en su balsámica lentitud, se plantee si todo el barullo que hay ahí fuera tiene algún sentido.
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pues los meten en la carpa (escenario pequeño y que lleva años sonando horrible)asi que tocaran temprano y de «aquella manera».
no te pierdas el concierto de hoy en el tunel..jeje.
Y a mi que no me ha dado tiempo a verlos, maldita sea… Esperemos que dentro de un tiempo se animen a a volver, aunque sea una miserable gira. Mi favorito era Strange Geometry, pero ninguno de sus discos tiene desperdicio.