La Voz de Galicia
Girando en círculos sobre la música pop
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¿QUÉ LE PARECE LA POSTURA QUE DICE QUE LOS CRÍTICOS DEBEN HABLAR SOLO SOBRE LAS COSAS QUE LES GUSTAN Y EN POSITIVO, MIRANDO LO QUE EL GRUPO APORTA Y NO EN LO QUE FALLA?

Ignacio Juliá: Me parece que el crítico debe hablar de lo que sea y de lo que quiera. En periodismo hay una regla básica: no importa el tema, sino como se trata. Dicho esto, apuntar que siempre luce más una crítica negativa que una positiva; es algo que ha encumbrado a muchos críticos mediocres, el derribo sistemático, y que no comparto. Se ha de intentar ser ecuánime, llamar a las cosas por su nombre. Y, sobre todo, no tratar al lector como un imbécil.

Jesús Llorente: Una idea bastante simple, propia del indie español de mediados de los 90, pero luego proyectada hacia la actualidad. Si me gusta un grupo X y pienso que su último disco es flojo, me interesa poder explicar que ese disco no es el mejor modo de entrar en su universo o las razones por las que creo que no se encuentran en su mejor momento. Dicho esto, prefiero leer una crítica en la que el periodista se ensaña con un disco a otra en la que se le alaba sin argumentos.

VÍctor Lenore: Es un comentario clásico, sobre todo de las revistas «indies» (en los periódicos donde he trabajado o tengo amigos nunca lo he escuchado). Luis Calvo y Joako Ezpeleta lo soltaron varias veces en la difunta Spiral (aunque luego, con gesto de cansancio, nos dejasen publicar críticas feroces). Obviamente, quien no critica cosas nunca puede ser un crítico. 

David S. Mordoh: Yo creo en la crítica responsable, en la que argumenta la reseña. Es más fácil hablar de un disco que te ha gustado y en el cual crees. Y es más engorroso mostrarte negativo, sobre todo porque se trata de valorar el trabajo de una persona que ha perdido mucho tiempo en su proyecto. La manera más pragmática es decir que un disco no es satisfactorio a través de una reseña de talante constructivo.

P Roberto J: Horrible. El crítico debe arriesgarse a errar en sus planteamientos negativos tanto como en los positivos. Además, es mucho más fácil argumentar en positivo que en negativo. Y, por último, menudo aburrimiento tenernos a todos diciendo que qué bien todo.